Lideró Metrópoli y colaboró con Virus, Fito, el Flaco y Cerati. Hoy vive en Nueva York, sigue siendo una lectora empedernida y recuerda con emoción cuando Kirchner ordenó bajar el cuadro de Videla.

Mientras tanto, era la corista estable de Virus y muchos artistas la invitaban a cantar, como Fito Páez, Cindi Lauper y Divididos y entre otros. También participó en el disco Privé, de Luis Alberto Spinetta, y más tarde escribió una canción con Gustavo Cerati y Charly Alberti: “En camino” (Signos, de Soda Stereo).
Radicada en Nueva York desde 1989, regresó brevemente a la Argentina en 2003 y volvió en 2012 a la ciudad estadounidense, donde sigue viviendo y desarrollando su carrera solista. Recientemente revivió Metrópoli para una serie de conciertos fugaces que confirmaron su vigencia y energía creativa.
—¿Cómo decidiste irte para el norte?
—Un día de 1989 me tocó ir a Nueva York a trabajar en un disco nuevo y no volví. Se había cruzado en mi camino el amor.
—¿Ahí conociste a Bob Telson, el autor de la música de la película Bagdad Café?
—Así es. La verdad es que juntos formamos un equipo fabuloso. Mas tarde lo llevé a Buenos Aires con la excusa de hacer algunas presentaciones en el Ballroom del Hotel Faena.
—En 2003 volviste a la Argentina.
—Sí, pero en 2012 regresé a Nueva York y desde entonces paso parte del tiempo en Buenos Aires, aunque vivo en Estados Unidos. Se dio así. Fue lindo ese tiempo. Recuerdo la emoción cuando, el 24 de marzo de 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner ordenó bajar el cuadro de Jorge Rafael Videla del Colegio Militar de El Palomar
—¿Qué es lo mejor y lo peor de Nueva York?
—Lo mejor de la ciudad es la diversidad, la capacidad de producción, la búsqueda de la excelencia, la ética de trabajo. Lo peor: creo que la cultura del individualismo produce mucha alienación: la extrema brecha económica y social se refleja en la cantidad de gente pobre y con problemas mentales que pueblan las calles.
—¿Cuál es tu talento oculto?
—No muchos saben que bailo muy bien el tango. Pero más que talento es una pasión. Desde chica me gustó.
—¿Qué querías ser de chica?
—Quería hacer ayuda humanitaria en África y dedicarme a la música.
—¿Cómo eras como alumna?
—Extremadamente rebelde, diferente al resto de la clase. Me echaron un par de veces, no fue fácil. Pero me defendía.
—¿Tu juego favorito de la infancia?
—Leer. Mi padrino era Gonzalo Losada, el fundador de la editorial. Me llegaban cajones de libros todos los meses, y leía con una voracidad que se parecía a una adicción.
—¿Cómo fue tu primer recital?
—El primero al que fui como oyente fue de Sui Generis, a los 14 años. Me cambió la vida. Sin dudas, mi cabeza se partió en dos y dije: “Tengo que dejar salir la energía que me da la música”. La primera vez que me subí a un escenario que no fuera el escolar fue con Las Bay Biscuits y con los Redonditos de Ricota en los teatros de San Telmo.
—¿Te imaginabas lo que serían para la cultura popular?
—No imaginaba que serían un ícono, tocaban en lugares muy pequeños. Tampoco pensé que iba a relacionarme con tanta gente talentosa en la vida. Spinetta compuso un tema para mí, no puedo estar más agradecida.
—¿Cuál?
—Se llama “Canción del ángel sin suerte”. Es hermoso. Tuve ese privilegio.
—¿Cómo se siente haber estado tan cerca de músicos de ese talento y carisma?
—Relacionarse con Luis, Charly o Fito no era distinto que hacerlo con otra gente supertalentosa, como (Alejandro) Urdapilleta o Batato (Barea). Luis era increíblemente poético al hablar: todo era metáfora. Charly era muy filoso y directo, tenía una mente láser. Fito era un chico con muchísima frescura y vitalidad.
—¿Y Virus?
—Hacer coros con los Virus era genial, porque nos daban rienda libre a nuestra creatividad, y todo se hacía sobre una plataforma de alto profesionalismo. Algo que me quedó hasta el día de hoy. Lo mismo que cuando canté con Serú Girán. Son aprendizajes que quizás en el momento no valorás, pero te dejan huella.
—¿Te cuidás?
—Me cuido mucho. No fue siempre así, pero tengo una alimentación variada y saludable, canto y hago ejercicios todos los días, duermo bien e intento no estresarme. En fin, una fórmula para vivir lo mejor posible de aquí en más. No es fácil, pero la experiencia te enseña a bajar un par de cambios para no chocar.
—¿Qué es lo principal para vos, fuera de la música?
—Los vínculos: mi familia, mis amigos. Y seguir encontrando cosas que me hagan pensar. Me interesa la aventura del pensamiento y seguir poniéndome desafíos creativos, encontrar todos los colores de mi paleta. «
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