Juan Manuel Repetto: “Las personas que cometieron delitos también fueron víctimas”

Por: Belauza

El realizador presenta “Otra condena”, un documental sobre una experiencia de rehabilitación distinta para jóvenes que han delinquido. En las antípodas de la lógica carcelaria, la iniciativa promueve encuentros de reflexión y talleres, en un espacio sin rejas ni personal penitenciario.

Quienes por estos días se acerquen al cine Gaumont podrán ver Otra condena, tercer film de Juan Manuel Repetto, que resultó ganador de la Competencia Internacional del Festival Internacional de DDHH Noma Azores 2021 (Portugal). Luego de sus trabajos Fausto también (2016) y El Panelista (2019) el realizador vuelve con un documental que realizó antes de la pandemia, y que tiene como protagonista a Sebastián, un joven de 20 años que está preso por crímenes que cometió cuando era menor de edad. Pero a partir de su traslado al Centro de Contención de Moreno, Sebastián descubrirá que hay otra forma de cumplir con la sentencia, distinta a la del sistema penitenciario tradicional. Sin personal armado, ni rejas, ni celdas; sino aprendiendo oficios y tratando de poner en orden pensamientos, emociones y espíritu de la mano de docentes, trabajadores sociales y psicólogos. Su ingreso y su evolución en ese Centro de Contención es el eje de la película.

“La idea original era otra -explica Repetto-: recorrer distintas cárceles de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, para mostrar diferentes experiencias de trabajo de extensión universitaria con jóvenes menores de entre 18 y 25 años. Pero esa película quedó frustrada después de que dos o tres chicos que estaban dentro del programa de la UBA se escaparon de la cárcel y acusaron a los docentes. A partir de eso fue una escalada, digamos, de violencia, porque el espacio que tenían destinado a las huertas, por ejemplo, que era lo que hacían estos docentes, desapareció. Los echaron de la cárcel y costó mucho trabajo volver a tener un espacio donde pudieran trabajar y seguir haciendo lo que hacían con los jóvenes. Finalmente, encontraron el lugar en Moreno”.

Una vez conocida esa iniciativa, el director no lo dudó. “Nos pareció muy interesante hacer el documental allí. Porque mostraba algo que, para mí que también soy periodista, era un hallazgo. Incluso hablando con penalistas, no conocían ese centro de contención, no estaba vinculado al servicio penitenciario, y además había presos por crímenes graves.”

-¿Por qué elegiste el esquema del estudio de caso para narrar la película?

-El primer documental eran sobre las cárceles tradicionales, y en base a un taller que se llama Justicia Restaurativa. que es muy particular, porque es un taller que dictan abogados, jueces y también docentes universitarios, en el que participan asociaciones de víctimas como Las Madres contra el Paco o Las Madres del dolor. Y lo que hacen es promover encuentros entre referentes de las víctimas y los victimarios. Es un taller muy fuerte. Yo participé en algunos de ellos y el documental se iba a centrar en esos talleres. Como los docentes fueron echados de la cárcel no pudimos seguir con ellos. Justicia Restaurativa intenta reparar un daño que se está generado entre distintos sectores de la sociedad. Se trabaja en las universidades, es un concepto que tiene mucho desarrollo desde lo académico y en el que trabajan jueces y abogados. Es como un proceso que va por fuera del proceso legal, ya que el sistema por lo general separa la víctima del victimario y no deja que generen ningún vínculo que repare algo entre ellos. Y si bien la película se centró en otra cosa, el espíritu era el mismo: la posibilidad de reparar daños, por más que no estaba esta unión entre víctimas y victimarios.

¿Qué es lo que más te impactó?

-Afortunadamente no tuve ninguna situación, ni yo ni mi familia, que me pongan en un lugar así: no podría hacer esta película si me hubieran matado a un familiar, un hijo, un hermano. Y todo el tiempo me preguntaba si el lugar en que me ponía era el correcto o no, cómo le podría resultar a un familiar de una víctima lo que yo estaba mostrando. Pero con el tiempo, cuando vas conociendo estas historias, te das cuenta de que las personas que cometieron delitos también fueron víctimas; de sus familias o del entorno. Al conocerlos personalmente se hacía muy difícil juzgarlos. Toda la película me estuve manejando con esas contradicciones.

En el Centro de Contención hay trabajadores sociales, psicólogos, docentes universitarios y ninguna referencia religiosa. “Hay otros programas de cárceles que sí tienen mucha influencia religiosa, éste es totalmente laico.” Hoy Repetto sabe, entre otras cosas, que Iván, uno de los chicos que aparece en el documental, está trabajando con un grupo de justicia restaurativa y “acompaña a otros jóvenes que están presos en el proceso de diálogo, que hace junto a jueces, abogados; eso ya es otra película”, se entusiasma Repetto. También cuenta que Sebastián está cursando Trabajo Social en la universidad. “Está trabajando con los chicos de Moreno, tratando de trasladar esta metodología a otros ámbitos, a otras cárceles. Las experiencias se multiplican, son interminables.”

En el film, a los pocos días de llegar al Centro de Contención, Rodolfo (“artesano, militante de los derechos humanos de los años 70, docente”) le explica a Sebastián las etapas que irá atravesando: en tres meses empezará a desprenderse de su “anterior forma de estar detenido, a esa rutina que impone la cárcel”; a los seis, empezará a liberar emociones; y a los nueve, podrá empezar a pensar en todo lo que hizo mal y todo lo que ahora quiere hacer bien. Un renacer que cuenta los mismos días que un parto.

Otra condena
Un documental con guión y dirección de Juan Manuel Repetto. Fotografía: Juan Pablo parra y Ariel Contini. Funciones todos los días a las 17, hasta el 23 de marzo en cine Gaumont.

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