«La historia de Los Redondos tiene muchos puntos en común con la del peronismo»

Por: Sebastián Feijoo

El libro Fuimos reyes reconstruye y analiza la historia de la banda que cambió la cultura rock argentina para siempre. Mariano del Mazo, uno de sus autores, detalla los pormenores de su flamante reedición aumentada. Las múltiples etapas del grupo, el día que el ERP secuestró al padre de Skay y el prólogo de Mariana Enríquez.

Ser contemporáneos de una construcción trascendente ofrece la posibilidad de disfrutarla de primera mano, de sumarse al vértigo de ese viaje, en este caso, de una potencia y singularidad sorprendentes. Sin embargo, también encierra una trampa. La cotidianeidad suele impregnar a los hechos de cierto determinismo, de una sensación de asunto inexorable o cosa juzgada que ahuyenta el extrañamiento y la vocación de análisis. El viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota duró casi 25 años, incluyó diez discos y cientos de shows. Pero, ante todo, explotó en millones de corazones que hicieron de esa obra uno de los fenómenos culturales más originales y caudalosos de la Argentina contemporánea. La historia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota es mucho más que la historia de una banda de rock o un grupo de música.


Inspirados en todo eso y bastante más, los periodistas Mariano del Mazo y Pablo Perantuono decidieron lanzarse a intentar desentrañar ese recorrido fascinante, repleto de épica y alegorías, y fértil de malentendidos. Ese trabajo concluyó con la edición de Fuimos Reyes. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (Planeta, 2015). Pero toda gran historia con el tiempo crece y se resignifica. Por eso, aquel trabajo original que puso el foco en el eje Indio Solari, Skay Beilinson y Poli Castro pero que también incorporó la voz y los aportes de decenas de participantes de esta aventura incomparable desembocó en una edición ampliada, bautizada Fuimos Reyes. La historia completa de Los Redonditos de Ricota (Planeta). El flamante lanzamiento incluye nuevos testimonios, más información y un prólogo de la escritora Mariana Enríquez.

“Es una historia apasionante y, en algún punto, interminable –reflexiona el periodista Mariano del Mazo–. Porque si bien los Redondos se separaron hace casi veinte años, conforme pasa el tiempo algunos aspectos se van conociendo más o reinterpretando a la luz de información hasta hace poco desconocida. Para esta nueva versión del libro sumamos los testimonios de Walter Sidotti (baterista de los Redondos), Hernán Aramberri (colaborador de la última etapa de la banda), volvimos a hablar con Daniel Grinbank (productor), y Gustavo Gauvry (ingeniero de ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado) nos ofreció un material muy revelador, entre otros nuevos aportes. En total, el libro lo hicimos después de hablar con casi cien entrevistados. El lanzamiento de la autobiografía del Indio también terminó corroborando mucho de lo que habíamos publicado originalmente y nos ofreció nuevos disparadores para seguir investigando. Para nosotros también es un orgullo incorporar en esta reedición aumentada un prólogo tan potente de Mariana Enríquez.”

–Entre las múltiples facetas para abordar el legado de los Redondos, uno es que propiciaron un fenómeno similar a “las patas en la fuente”. Fueron determinantes para la llegada masiva de las clases populares al rock.
–Sí, la historia de los Redondos tiene muchos puntos en común con la del peronismo. Cuando hacíamos el libro con Pablo (Perantuono) lo comentamos varias veces. A su vez, se puede decir que tienen una llegada policlasista. Aún hoy, su música se puede escuchar saliendo tanto de un auto de alta gama que circula por Puerto Madero como de la ventana de una casilla humilde en un barrio periférico del conurbano. Esa horizontalidad no se verifica en casi ningún otro artista, al menos con tanta masividad.

Del Mazo también destaca que la banda comandada por el Indio Solari y Skay permite múltiples lecturas y que cada fan suele tener sus propios Redondos. “Es un mecanismo que favorece la rica historia del grupo –puntualiza–. Mariana Enríquez, por ejemplo, abraza la etapa que va del ’88 al ’91, cuando el grupo empezaba a dar un salto importante de popularidad y los shows alcanzaban una electricidad determinante adentro y afuera de donde tocaban. Pero están los que adoran la época de los proto Redondos en La Plata; la de los shows más performáticos; la de la primera parte de los ‘80 en La Esquina del Sol, Paladium o Gracias Nena; o la del fenómeno de estadios y peregrinaciones épicas. De alguna forma, con matices muy a su manera, los Redondos también sintetizaron diferentes etapas de la Argentina. Desde Gulp! (1985), quizás su disco más luminoso, editado en plena primavera alfonsinista, al clima opresivo y asfixiante de Momo sampler (2000), que de alguna manera expresa el naufragio del gobierno de De la Rúa”.

La era del streaming pulverizó el modelo de industria musical basado en la venta de discos. Pero curiosamente –o no tanto– estimuló el desarrollo de segmentos de consumo empujados por minorías intensas que a veces no son tan minorías. Uno de esos espacios que crecieron considerablemente en los últimos años es el de las autobiografías. Centenares de músicos en todo el mundo salieron a contar las historias de sus bandas y sus propias vidas en primera persona. Su encanto es innegable. Poseen información de primerísima mano a la que muy pocos o nadie puede acceder. Pero no es un formato excluyente para contar la historia de una banda. “Ninguna modalidad garantiza nada. Pero nosotros creemos en el periodismo, en la pluralidad de testimonios, en el valor de repreguntar y en la distancia que puede tener quien no fue partícipe de la aventura que se relata. Buscamos hacer el libro de los Redondos que nos hubiese gustado leer y no existía. Porque también se publicaron muchos libros de fans. Pero ese era un camino que no nos interesaba transitar”, advierte Del Mazo.

Los 25 años de los Redondos son dificiles de contar por su complejidad, pero también porque sus protagonistas siempre tuvieron una relación distante con la prensa. “Con Skay y Poli tengo cierta cercanía. Hemos tenido charlas muy reveladoras en el bar El Imaginario –confiesa el periodista–. Eso fue muy útil para entender muchas cosas, pero no como testimonio directo. Uno sabe que ciertos comentarios que se dicen en la alta noche no son para publicar en forma directa. Pero ayudan muchísimo a comprender y dan pie para reconstruir historias y buscar nuevas fuentes. Cuando estábamos bastante avanzados con el libro, fuimos a la casa de Skay y Poli para chequear algunas dudas y hacerles más preguntas. Fueron muy generosos y fue un honor que después dijeran que les gustó el libro. Con el Indio nos comunicamos por mail”.

–¿En algún momento les preocupó que esa diferencia de acceso con los protagonistas favoreciera que algunos interpretaran al libro como la historia de los Redondos según Skay y Poli?
–Sí, nos preocupó porque nuestro objetivo siempre fue ser lo más ecuánimes posibles y considero que lo logramos. Contar la historia de la forma más verídica posible incluye muchas fuentes y entrecruzar información. Así trabajamos. Hasta los testimonios de primera mano pueden estar teñidos de subjetividades e inexactitudes. Por ejemplo, el Indio dice que es el responsable de las letras, melodías y armonías de todas las canciones de los Redondos. La verdad es que no le creo. O me parece exagerado. Incluso, alguna vez Paul McCartney hizo una autocrítica y dijo que la guitarra de George Harrison en “And I Love Her” era tan decisiva que los créditos de la canción debieron incluirlo. Más allá de quién compuso puntualmente los temas, la guitarra de Skay siempre fue determinante.

El libro incluye una reconstrucción histórica detallada, analiza cada etapa de los Redondos y suma puntos de vista diversos. También revela hechos desconocidos que resuenan con particular fuerza. Uno de ellos es el secuestro del padre de Skay por parte de un grupo disidente de la estructura orgánica del ERP. La realidad puede superar hasta la imaginación de Diego Capusotto y Pedro Saborido. “Es un dato muy sorprendente, sí. Nos lo pasó el baterista Isa Portugheis (La Cofradía de la Flor Solar, Cantilo y Punch) y lo chequeamos debidamente. Finalmente, Aaron Beilinson, un muy acaudalado empresario de la época, fue liberado luego del pago de un cuantioso rescate a la facción del ERP que lo secuestró. Pero la familia siguió recibiendo amenazas y se dispersó para eludir mayores sobresaltos. Poli vivió durante bastante tiempo en una casa de La Plata a la que le decían ‘La Troskera’ por la cantidad de militantes de esa corriente ideológica que compartían aquel techo. Se estima que pudo haber convivido con algunos de los posteriores secuestradores de su suegro”.

–El alcance e impacto de la obra de los Redondos es muy amplio. ¿Qué factor te parece el más determinante de su obra?
–Considero que sin dudas ese factor determinante son las letras del Indio. El Indio desplegó una poesía dentro del formato canción de una enorme originalidad. Algunas son más crípticas y otras más llanas, pero siempre tienen un pulso único. Muchas de ellas también tienen frases breves que expresan hallazgos casi filosóficos o descripciones muy certeras de situaciones políticas y/o sociales. Creo que sólo Spinetta o Miguel Abuelo, dentro del rock y con estilos muy diferentes, llegaron a un nivel tan alto. «

EN FOCO

En foco

Fuimos Reyes. La historia completa de Los Redonditos de Ricota (Editorial Planeta). De Mariano del Mazo y Pablo Perantuono. 376 paginas.

Lo irreparable y el fin de la inocencia

El crimen de Walter Bulacio golpeó de lleno a gran parte de los argentinos. Fuimos Reyes. La historia completa de Los Redonditos de Ricota le dedica un segmento importante y da cuenta de las múltiples marchas y contramarchas de una causa judicial que nunca logró hacer justicia. “Es la parte más técnica del libro –destaca Del Mazo–. Investigamos mucho. La muerte de Walter fue una pérdida irreparable para él y para todos sus seres queridos. Pero también implicó el fin de la inocencia para la banda y sus seguidores. La policía solía ensañarse con el público del rock y era mucho más agresiva con el público de los Redondos. Los motivos pueden ser múltiples, pero el ensañamiento era verificable. La detención de Walter fue irregular, lo golpearon y después no fue tratado ni atendido como correspondía. Más allá de eso, algunas pericias realizadas después de su muerte le detectaron a Walter un defecto vascular congénito que habría sido determinante para la hemorragia cerebral que produjo su muerte”.

Las causas de la separación

La cultura rock alimenta la fantasía de que las bandas son eternas y que las relaciones entre los músicos que las componen son –o deberían ser– indestructibles. La vida real demuestra que experimentan las mismas dificultades que cualquier relación humana y, acaso las multiplican, porque están entrecruzadas por el reconocimiento masivo e intereses económicos.
–La gran pelea y posterior separación del Indio con Poli y Skay se da por la custodia de videos de la banda en vivo. Parece poco para cancelar un proyecto de tantos años.
–Toda separación deviene por múltiples causas y esta no fue la excepción. El viaje duró casi 25 años. No es poco. Creo que la estética que empujaba el Indio en los últimos discos postergó un poco a la guitarra de Skay. Y supongo que el Indio en algún momento sintió que la sociedad dividida en 33 por ciento para cada uno ya no era representativa del aporte que él le hacía al grupo. Después, está el desgaste de los años y lo difícil que les resultaba tocar en vivo, cosa que se profundizó con la crisis de la Alianza.
–Otras bandas hubieran contratado abogados para sostener el grupo en funcionamiento o volver a tocar después.
–Totalmente. Es muy loable que, después de la ruptura personal, los Redondos nunca hayan vuelto como banda.








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