El presidente Javier Milei convocará a sesiones extraordinarias del Congreso Nacional. En el Presupuesto 2026 se juegan todas las posibilidades de lograr respaldo para el resto de las leyes. Los debates internos en el oficialismo sobre la estrategia a seguir. La nueva relación de fuerzas en el Parlamento.

El período 143 de sesiones ordinarias del Congreso está a un paso de concluir. Tiene una significación muy relevante, especialmente porque de ahora en adelante comenzará la nueva correlación de fuerzas del Congreso, definida por la victoria libertaria en las elecciones del 26 de octubre. Impulsado por el empuje que marcó el último cedazo de las urnas, el gobierno libertario está eligiendo los escenarios de pelea porque el objetivo principal para este verano es terminarlo con victorias legislativas que le permitan a la Rosada proyectar el resultado electoral ante un Parlamento que, hasta hace un mes y medio, sólo tenía una agenda dominada por la oposición que le había marcado la cancha al oficialismo en todos los frentes.
La victoria nacional que se anotó la ultraderecha cerró esa dinámica, pero ahora el gobierno analiza cómo inaugurar la nueva etapa. En Balcarce 50 definen los tiempos y estudian con mayor precisión que antes cómo capitalizar la fatiga que transita la oposición después de la última derrota electoral. Por ahora el foco está concentrado en aumentar la fragmentación del peronismo al calor del nuevo mapa que dejaron los comicios y evitar movimientos que aumenten su reunificación. Por eso hay tantas especulaciones sobre los posibles capítulos de una futura reforma laboral.
Los más duros, que festejan y trabajan para el ministro desregulador, Federico Sturzenegger, difunden una ofensiva legal contra los sindicatos en varios frentes. Otros importantes funcionarios que no respiran ese microclima, aunque no les sume ventajas con el entorno de Milei, advierten que una guerra total con los gremios podría licuar la ventana de oportunidades que se abrió en la elección.
Si el oficialismo se encierra en una versión recargada de la política del shock aplicada hace dos años, las mayorías construídas en el Congreso podrán comenzar un nuevo ciclo de volatilidad. Por eso la estrategia libertaria está enfocada en el verano. Por ahora se conoció la primera parte. El viernes el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, sólo anunció las pulseadas elegidas para diciembre con el objetivo de cerrar el año con alguna victoria legislativa. El temario asoma de difícil cumplimiento para los 20 días que separan al 10 del 30 de diciembre, pero no parece imposible si los plazos se estiran hasta fines de febrero.
El camino de 2026 se definirá cuando se haya cerrado el sendero que resta para este año. Milei firmó un temario con seis puntos: Presupuesto 2026, Ley de Inocencia Fiscal, una nueva norma de déficit cero, la reforma del Código Penal, de la Ley de Glaciares y otra reforma laboral que, según insisten los más convencidos, incluirá una profunda ofensiva política y legislativa.
Conquistada la primera minoría en Diputados, el oficialismo no quiere contentarse con acercarse al cuórum de 129. Ahora cuenta con 95 y desde el miércoles estará a 34 de conseguirlo. El debate del Presupuesto será la escena elegida por el gobierno para alcanzar una nueva mayoría, pero para eso todavía falta cerrar negociaciones en marcha.
Antes del recambio, LLA consiguió un dictamen de mayoría para el Presupuesto. Si bien el gobierno no contaba con esa ventaja, finamente sucedió gracias a la doble firma de Bertie Benegas Lynch y a la rosca de Diego Santilli, por entonces designado como ministro del Interior. Ese respaldo tiene fragilidades todavía porque quedaron varias firmas aliadas en disidencia que podrían esfumarse si no aparecen nuevas concesiones para los reclamos de los gobernadores.
“Los gobernadores quieren bancar el Presupuesto siempre y cuando la Nación ceda a algunos de los planteos que se vienen haciendo desde hace dos años”, confió a Tiempo una importante espada legislativa de LLA. La lista no es nueva, pero ahora será más determinante.
Los reclamos van desde los fondos que la Nación no entrega a las cajas previsionales provinciales, la redistribución de los Aportes al Tesoro Nacional, desbloquear la recaudación de los Impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL) y, entre otros puntos, rehabilitar la reconstrucción de rutas nacionales en estado de virtual descomposición.
En cuatro meses los gobernadores pasaron de forzar una dura agenda en el Congreso y sancionar leyes para distribuir fondos a resignar esa ofensiva y retomar la agenda donde había quedado, es decir, antes del abroquelamiento de los 24 mandatarios de todo pelaje contra Milei.
Ahora eso es un recuerdo lejano. Los mandatarios prefieren apaciguar la beligerancia hasta saber si la Casa Rosada decidió dejar de ningunearlos. La llegada de Santilli apunta a esa estrategia y tiene dos partes: aflojar ante algunos reclamos con el Presupuesto y cerrar una sanción antes del 31 de diciembre para dejar el camino habilitado a la pieza más difícil: la reforma laboral. Se trataría entre enero y febrero. El gobierno transita este objetivo con una certeza íntima: “La reforma no le mueve el amperímetro a los gobernadores. Van a acompañar si la negociación dentro del Congreso es exitosa”, aseguró un senador que suma millas para el oficialismo.
Lo que no mencionan es el escenario que podría cristalizarse si los intercambios por “la modernización laboral” se estancan en las dos cámaras. Para ese fuego, en el oficialismo prefieren preservar a los gobernadores y esperar a que se encamine un Presupuesto posible. Según supo este diario, la negociación avanza hace semanas pero el diseño obliga a actualizar el dictamen presupuestario de mayoría. Eso no depende de Santilli sino del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, considerado en la Rosada como la figura que hizo caer varias negociaciones anteriores.
El menú de diciembre podría sumar la ley de Inocencia Fiscal que presentó José Luis Espert antes del escándalo que originó su renuncia. Se trata de un nuevo blanqueo y podría contar con el aval adicional de los gobernadores, siempre y cuando haya respuestas concretas en la negociación por los recursos para las provincias. No es una discusión secundaria. Milei cumplirá dos años de gobierno el próximo miércoles y lleva el mismo tiempo gobernando sin un presupuesto sancionado por el Congreso. La mayoría de los mandatarios parten de esa base. Prefieren que haya un presupuesto para 2026 sancionado por ley a transitar un tercer año de gestión libertaria con un plan de cuentas nacionales que data de 2022.
Continuar con ese esquema significa quedar a tiro de la discrecionalidad de Milei y de números muy licuados por tres años de inflación.Esa carencia no afloja los reclamos de las provincias y por eso el esquema apunta a 20 días con una negociación veloz. En esa carrera corta no sólo se definirán las voluntades que quiere sumar el gobierno sino también los respaldos peronistas que puede incluir.
El PJ es la segunda minoría por dos porotos de desventaja con los libertarios, pero los siete diputados santiagueños, que responden al exgobernador Gerardo Zamora, son parte de un botín que la Rosada ya contabiliza como afín. Lo mismo sucede con los tres integrantes de Elijo Catamarca, la bancada que se separó de Unión por la Patria con el aval del gobernador Raúl Jalil. “Independencia” fue la primera ruptura del PJ hace dos años, impulsada por el gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo, y sigue tan vigente como antes. El nuevo bloque de Provincias Unidas, con 18 bancas, también resulta un botín que obsesiona al gobierno. Lo mismo sucede con las siete bancas de Innovación Federal, donde están misioneros y salteños, es decir, voluntades que responden al rovirista Hugo Passalaqua y al renovador Gustavo Sáenz, que ya jugaron fuerte a favor del oficialismo. La UCR ahora solo quedó con seis bancas, lideradas por la mendocina Pamela Verasay, que responde al gobernador Alfredo Cornejo.Ambos tienen muchas ganas de empujar un interbloque con las 95 bancas de LLA y las 12 del PRO, que lidera Cristian Ritondo. Los números forman parte de la primera composición de la Cámara Baja desde el miércoles pasado, con un escenario donde el gobierno puede superar ampliamente el cuórum para sesionar. La pieza que falta es saber si esa articulación le permitirá a Milei contar con un Presupuesto sancionado por el Congreso y si las mayorías que puedan cerrar servirán para la segunda etapa. Por ahora, dicen en Balcarce 50, es más importante anotarse una victoria legislativa que satisfacer a los sectores más adictos a la motosierra.
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