Las chicas de la culpa: «No hacemos humor político, pero somos mujeres haciendo humor y eso ya es político»

Por: Adrián Melo

Malena Guinzburg, Fernanda Metilli, Connie Ballarini y Natalia Carrullas desafían los límites del humor en El Trece.

Históricamente, la televisión argentina no escapó a una mirada patriarcal y machista. Por eso, cada vez que un grupo de mujeres tomaba la posta de la conducción televisiva para hacer algo distinto de cocinar, bordar o modelar, marcaba una época en la historia de la pantalla chica. En 1984, María Elena Walsh, Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda se pusieron al frente de Como la cigarra, un programa periodístico que devino hito de la transición democrática al presentar a tres prestigiosas artistas e intelectuales opinando sobre la realidad política. Hacia fines de la década del noventa, Infómanas, el ciclo conducido por Elizabeth Vernaci y Claudia Fontán, presentó un humor disruptivo que ironizaba sobre los programas dedicados al mal llamado “universo femenino” y se animó a poner en tela de juicio al machismo imperante.

Ahora se trata de cuatro mujeres cómicas, pizpiretas y graciosas, que se autodefinen feministas y que vienen de romperla en el teatro, quienes en cuatro especiales prometen cambiar las noches del domingo y quizás el formato de los programas tradicionales con un show televisivo que, hijo de su época, coloca a las mujeres en un espacio distinto de liberación y humor sin filtros: Malena Guinzburg, Fernanda Metilli, Connie Ballarini y Natalia Carrullas. Hasta ahora no defraudaron: en el primer programa se atrevieron a chicanear al “jefe” Adrián Suar, en el segundo, las cuatro se besaron en la boca con Esteban Lamothe y, en el tercero, se atrevieron a desfilar como vedettes frente a la mismísima Moria Casán y una de ellas, Fernanda Metilli, hasta se fue a la cama con Moria.

Foto: Prensa

El programa se llama Las chicas de la culpa. ¿De qué sienten culpa ustedes?

Malena Guinzburg: -Pareciera que el nombre lo elegimos por una cuestión judeocristiana anclada en la culpa y, sobre todo, en la culpa de las mujeres, pero, en realidad, es porque el programa televisivo que hacíamos originalmente se llamaba La Culpa es de Colón. Allí nos conocimos y empezamos a trabajar juntas, entonces nos llamaban las chicas de la culpa. De La Culpa es de Colón quedó Las chicas de la culpa. Ahora, en un montón de notas nos preguntan por la culpa y nos miramos entre nosotras sin saber qué contestar.

Fernanda Metilli: –Entonces nos está dando mucha culpa el nombre del programa. Y nos da culpa no tener algo para responder. Pero estamos pergeñando si inventamos algo para contestar (risas).

Connie Ballarini: –Creo que nuestro gran problema es que no sentimos culpa de nada. (Risas)

¿Cuáles les parece que son los límites del humor?

MG: –Nosotras siempre tratamos de que, más allá de que cada una haga su show, el límite siempre sea el otro, respetar al otro. Entre nosotras, el límite es un poco más alto que con otra persona que no conocemos, porque somos amigas. Pero, obviamente, si viene un invitado o una invitada, no vamos a tener la misma confianza que entre nosotras, porque no lo conocemos.

CB: –Me parece que el límite, y ahora esto lo estamos aprendiendo cada vez más, depende del lugar donde estemos. Los límites que podemos tener en el teatro son distintos a los que tenemos ahora a las nueve de la noche en Canal 13. Eso es lo que pasa también en la vida: una no es la misma con tus amigas, con tu familia, con personas que no conoces. Se trata simplemente de ser ubicadas y respetar y registrar al otro. Si tenés todas esas cosas, ni siquiera estás pensando cuál es el límite, te sale natural.

Foto: Prensa

Natalia Carrullas: –Hay un plus para quienes nos conocen en el teatro y nos van a ver en tele porque reconocen nuestra esencia. Pero, para el resto del público, nos vamos a colgar un cartelito: “si querés vernos más zarpadas y picantes, vení al teatro”.

Las cuatro se autodefinen como feministas. ¿Cómo se hace humor desde el feminismo o un humor feminista?

MG: –Haciéndolo. Haciéndolo y hablando de cualquier cosa sin pensar que somos minas y que, por ser mujeres, no podemos decir esto o aquello otro. No separamos el humor de hombre o de mujer, porque el humor no tiene género.

CB: –A veces las críticas vienen por ahí. Siempre damos el mismo ejemplo: si Yayo, que me encanta, cuenta un chiste zarpado, a él no le dicen nada, pero si nosotras decimos el mismo chiste, nos matan. Nos tratan de ordinarias. Eso también forma parte de la batalla cultural.

Foto: Prensa

MG: –En consecuencia, decidimos hacer el humor libre y zafado que queremos, y que estemos en la tele y que llenemos teatros es levantar una bandera espectacular. Es la mujer ocupando otro rol en la televisión.

FM: –A mí me pasa que también me agarra como una especie de rebeldía. Como esta cosa de “¿te pasa esto con mi humor porque soy mujer?” Entonces voy un poquito más. Así aprendes rápido. Hay algo de reaccionar frente a la represión cultural que te sale medio instintivo. A veces esas cosas nos alimentan. Y alimentarnos entre nosotras es parte de la lucha también.

MG: –Cuando empezamos nos decían que cuatro mujeres no pueden trabajar juntas, que nos íbamos a pelear, que iba a haber competencia todo el tiempo, y estamos laburando juntas hace siete años. Por más que podamos haber tenido errores, los superamos y seguimos. Esto es feminismo también: demostrar que un grupo de minas puede triunfar, y se puede llevar bien, y se puede cagar de risa. Por eso yo siempre planteo que Las chicas de la culpa es re feminista, sin la bandera, sin ir por la vida diciendo que somos feministas. Se da en los hechos.

¿Qué es lo que más les causa risa o algo que indefectiblemente les va a hacer reír?

MG: –Entre nosotras hay muchos códigos, pero cuando pasa algo, por ejemplo, caernos, no podemos aguantar la risa. Me acuerdo cuando hicimos el Rex, que Nati se pisó el vestido y se cayó en medio de la presentación de todas. Y la miramos que estaba en el piso y fuimos y nos tiramos todas arriba. Fue como un, “ok, se cae una, nos caemos todas, ¡vamos!”. Nos reímos mucho entre nosotras, todo el tiempo nos estamos riendo. La risa es nuestro idioma cotidiano.

CB: –Eso de ir traspasando entre nosotras los límites del humor, de tener el código de reírnos de nosotras mismas, constituye una gran fortaleza. Por otro lado, nosotras somos guarangas, pero en la televisión no podemos zarparnos.

¿Cuáles son o fueron sus referentes en el humor?

MG: –Nosotras mismas. Nos conocemos tanto y somos tan distintas que aprendemos cada día una de la otra. Espero que a ustedes guachas les pase lo mismo. (Risas) A mí Niní Marshall me gustó de grande. Cuando era chica miraba a Juana Molina.

NC: –Crecimos con Juana y sus hermanas. Juana Molina, pero también Gasalla. Me vienen a la cabeza muchos hombres, porque en realidad no había muchas minas. Un intento de hacer humor con mujeres en la tele fue Chabonas, que no duró mucho.

FM: –Me vienen a la cabeza Gasalla, Olmedo, todos tipos que fueron geniales. Desde Landriscina hasta Rompeportones, siempre eran veinte machos y una mina, pero yo me quedaba hipnotizada con la mujer que hacía humor: Anita Acosta, Norma Pons. Está bueno que nosotras rompamos con esa tradición.

¿Cuáles fueron los criterios para seleccionar a las invitadas o los invitados?

MG: –Soñábamos con Darín, Ricky Martín, Camilo y Evaluna… Pedir, pedimos fuerte. Después, ante las negativas, fuimos bajando las expectativas. (Risas)

¿Qué rol juega el humor político en sus shows?

MG: –Nosotras hacemos humor, quizá inconscientemente en alguna situación hay una bajada, pero desde el arte. A veces se cuela la política de manera inconsciente, pero no jugamos por ahí, no vamos por ahí. No nos metemos en política explícitamente, ni hablamos de política. A veces ha salido algún chiste con nuestra posición que naturalmente va a salir porque está dentro tuyo. La mirada política de cada una va a salir, y no es que lo tengas que estar diciendo. Por más que sea frase remanida, es cierta la afirmación de que todo acto es político. En realidad, es similar a lo que hablamos antes del feminismo: no hacemos feminismo de partida, no hacemos bandera, pero es feminismo. No hacemos política, pero somos mujeres haciendo humor y eso ya es política.

CB: –Somos mujeres ocupando un lugar artístico, eso es política también. No vamos a decir: “estamos acá ocupando ese lugar”. No estamos diciendo Milei o Cristina, pero ya hay política en el hacer. El hacer es política, si nos ponemos más filosóficas.

NC: –A su vez, pasa un montón que, por el mismo comentario, te digan: “cállate kirchnerista” y “cállate anti-kirchnerista”. A veces, la gente entiende lo que quiere.

¿Qué opinan de las cancelaciones?

MG: –Es horrible la cancelación y que todo se mida con la misma vara. Es decir, pareciera que es lo mismo un tipo que agrede intencionalmente que cuando una sube un chiste y los comentarios fuerzan la situación para llevarlo a un lugar de mierda. Las cancelaciones son peligrosas. Pareciera que son amenazas para que las mujeres tengamos miedo y nos quedemos calladitas.

Las chicas de la culpa

Con Malena Guinzburg, Connie Ballarini, Fernanda Metilli y Natalia Carulias. Domingo 21 hs. El Trece. Cuatro especiales, todos los domingos desde el 30 de noviembre hasta el 21 de diciembre. 

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