Llegaron en forma anónima a manos de un periodista y más tarde fueron presentados ante la justicia. Un hallazgo que desplaza las dudas hacia el arrepentido Oscar Centeno y tiene tintes más políticos que judiciales.

La espectacularidad del relato de Centeno con bolsos y miles de dólares como estrellas principales fue luego apoyada por el testimonio de los “arrepentidos”. Los empresarios que decidieron (en algunos casos con mayor o menor grado de coincidencia con lo relatado en los cuadernos) contarle al juez Claudio Bonadio y al fiscal Carlos Stornelli cual había sido su participación en los supuestos sobornos.
Hace pocas semanas, la causa fue elevada parcialmente a juicio. ¿Qué quiere decir esto? Que una parte considerable de la investigación ya está a disposición del Tribunal Oral Federal Nº 7, el encargado de llevar adelante el debate contra Cristina Fernández de Kirchner, Julio de Vido, Roberto Baratta, Ángelo Calcaterra, Hugo Eurnekian, entre otros. A los funcionarios, Bonadio los consideró parte de una asociación ilícita. A los empresarios, sólo les marcó el delito de cohecho (sobornos).
Todo lo que la justicia federal hizo después (testimonios, verificación de direcciones y datos) del relato de Centeno fue realizado en base a las fotocopias que aportó el periodista Diego Cabot. Las copias quedaron validadas no sólo por Bonadio sino también por la Cámara Federal. Esto deja en claro que, con o sin los cuadernos originales, la causa ya había avanzado lo suficiente como para entrar a la etapa de juicio, momento en el cual se define si una persona es condenada o es absuelta.
¿Qué va a pasar ahora? En principio, cuando los cuadernos lleguen al Tribunal, seguramente se abra una etapa donde se corrobora por medio de varios peritajes que esos cuadernos los escribió Centeno. Prueba de caligrafía, antigüedad de la tinta son algunos de los aspectos a evaluar. Ahora, ¿por qué aparecen en este momento? ¿Quién los tuvo por más de un año? ¿Se podrá identificar donde los tuvieron guardados?
La situación de Centeno se torna aún más gris: el ex chofer de Baratta había asegurado que quemó los cuadernos en su parrilla. ¿Queda en peligro su status de arrepentido y de colaborador si se comprueba que esos cuadernos son efectivamente suyos? Si mintió con eso, ¿puede haber mentido en otros aspectos de su declaración? Todas las preguntas formarán parte del entramado que desde ahora tendrá que desenmarañar un tribunal que, mientras tanto, no le pondrá fecha de inicio al juicio.
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