Liliana: el veneno y el río

Por: Demián Verduga

¿Habrá pensado en su hermano Carlos, miembro de las FAR, que había muerto cuatro años antes, acribillado por un retén militar que lo detuvo cuando volvía a su casa de San Isidro en un taxi?

La joven metió la mano en el bolsillo de su blue jean y sacó su documento falso. Miró la foto. Era ella: pelo levemente ondulado, ojos ovalados. Miró su fecha de nacimiento: marzo de 1953. Levantó la mirada hacia la lancha de madera estacionada junto al muelle, atada a un bolardo de hierro incrustado en el cemento. Volvió a bajar la vista hacia el documento y leyó el nombre cambiado: Marcela Josefina Quintas. “Josefina, nombre de vieja”, pensó, quizás, y se le dibujó una sonrisa.

Era el 3 de agosto de 1980. Eran las 13 horas en Puerto Meira, Brasil, a pocos kilómetros de la frontera con Argentina de Puerto Iguazú. Liliana Goldenberg, “La Pastito”, miembro de la organización Montoneros, tenía la misión de intentar volver a la Argentina. Su regreso formaba parte del Operativo Retorno, ideado por Montoneros para que los combatientes que se habían exiliado reingresaran al país y retomaran la lucha contra la dictadura militar que se había impuesto desde 1976. 

Liliana miró el reflejo del sol en el agua turbia del río. Contó la cantidad de personas que estaban en la fila: 23. Giró la cabeza hacia su pareja, parada a su lado. El bigote de Eduardo Escabosa volvió a parecerle el de un mariachi.

Eduardo también llevaba un documento falso con el nombre de Fernando Mario Alberdi.

Miró por encima del hombro.

–Estás muy nervioso– le dijo Liliana.

–Hay algo que me huele mal…no sé…

Delante de ellos iba una pareja. La mujer era de rulos largos y el hombre tenía puestos lentes de sol. Tomó a la mujer por la cintura y se dieron un largo beso en los labios.

–Somos turistas– dijo Liliana.

Ella había salido hacia el exilio en mayo de 1977, luego del secuestro de su pareja de ese momento, Antonio Nelson Latorre, el “Pelado Diego”, uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y cuadro importante de Montoneros.

Un joven de pelo enrulado le dio la mano a Liliana para ayudarla a subir a la lancha Caju IV. Ella caminó por el pasillo de la embarcación en medio de las filas de asientos de madera. Vio a la pareja de turistas besándose de nuevo. Se sentó detrás de ellos, junto a la ventana sin vidrios. Eduardo se ubicó al lado de Liliana. Ella escuchó que encendían el motor de la lancha y percibió el olor a combustible.

La lancha comenzó a avanzar. Liliana miraba la vegetación selvática que crecía en la orilla del río. Era como si la selva saliera del agua. ¿Habrá pensado en su hermano Carlos, miembro de las FAR, que había muerto cuatro años antes, acribillado por un retén militar que lo detuvo cuando volvía a su casa de San Isidro en un taxi?

La lancha giró acompañando la curva del río. Liliana miró la ola que formaba el movimiento de la embarcación en el agua turbia. Quizás haya recordado los meses en que trabajó como secretaria del servicio de psicopatología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, cuando tenía 18 años. Siguiendo los pasos de su padre, el psiquiatra Mauricio Goldenberg, había empezado a estudiar psicología después de terminar el colegio Normal Número 6 Vicente López y Planes.

Giró la cabeza hacia Eduardo. Él había encendido un cigarrillo. Dio una pitada y mientras soltaba el humo por la boca miró por encima del hombro. Liliana le tomó una mano y la otra la apoyó en el jean, arriba del bolsillo. Sintió con la yema de un dedo la bolita que llevaba guardada. “Tranquila –quizás pensó– no va a hacer falta”. ¿Habrá recordado a su mamá, Isabel? ¿Se la habrá imaginado acariciándole el pelo para tranquilizarla? ¿Cómo saberlo?

La lancha avanzaba por el centro del río. Soplaba un viento tibio. Liliana lo sentía en la cara. Cerró los ojos. Dejó que el aire la acariciara. Miró a Eduardo, que soltaba el humo del cigarrillo. A lo lejos apareció el muelle de Puerto Iguazú. Liliana calculó que estaba a poco menos de un kilómetro.

Fue entonces que el turista que iba en el asiento delante de ella giró la cabeza. Se había sacado los lentes de sol. Recorrió a Liliana con la mirada por unos segundos que le parecieron eternos.

El estado de alerta interno de Liliana se activó de inmediato.

El supuesto turista se puso de pie. Liliana apoyó una mano en la pierna de Eduardo, que captó la situación. El supuesto turista caminó hacia la parte trasera de la lancha. Liliana lo siguió con la vista. El hombre se paró junto a un asiento. Dos tipos se pusieron de pie. Uno de ellos sacó una pistola automática que llevaba metida en la cintura, en la espalda. Hizo la corredera hacia atrás y gritó:

–¡Somos de la Policía Federal Argentina! ¡Quédense todos sentados y quietos si no quieren que les pase nada! 

El supuesto turista sacó una pistola que llevaba debajo de la camisa suelta.

Liliana agarró a Eduardo del hombro. 

–Saltemos– dijo –al río.

Dirigió la mirada hacia la costa. El muelle ahora estaba más cerca, a unos 400 metros. Había una decena de soldados parados esperando con sus fusiles colgados delante. Uno tenía la rodilla apoyada en el piso y apuntaba hacia la lancha. Liliana sintió que su corazón se aceleraba hasta salirse del pecho. ¿Habrá pensado en su mamá, en su hermano, en su padre, en todos, en que ella tenía sólo 27 años?

Las preguntas brotan y sólo se puede imaginar las respuestas, la imaginación sólo lleva a más interrogantes.

Liliana tomó la cara de Eduardo con las dos manos y le dijo que lo amaba. Él entendió que se estaba despidiendo. Eduardo metió la mano en el bolsillo derecho de su pantalón. El supuesto turista, parado junto al conductor de la lancha, gritó:

–¡Dejá quieta esa mano!

Liliana introdujo su mano en el bolsillo de su jean, tomó la bolita con los dos dedos, la deslizó por la tela. Sacó la pastilla de cianuro y se la metió en la boca.

Casi 45 años después, eran las dos de la tarde en un día de otoño del 2025 en la puerta del Hospital Niños Ricardo Guitiérrez. En el piso había una baldosa que recordaba a Liliana: “Aquí trabajaron los militantes populares detenidos-desaparecidos por el terrorismo de estado Elena Arce Sahores y Liliana Inés Goldenberg”. Una mujer con un bebé en brazos pegado a su pecho pasó caminando y entró por la puerta del hospital. Por la ventana que daba a la calle se escuchaba el llanto de decenas de niños.

Llegó la noche. El farol que colgaba de un cable en la mitad de la calle iluminó la baldosa de Liliana con una luz taciturna. Empezó a llover. El agua mojó la baldosa y arrastró hacia la cuneta las hojas amarillas que habían caído del árbol. Amaneció y un auto estacionó. Una mujer bajó del vehículo con un nene de unos dos años en brazos y se metió rápido en el hospital. Llegó la tarde, la noche, y el día de nuevo.

Era el principio del otoño cuando vine a visitar la baldosa de Liliana para tratar de cerrar esta evocación, para encontrar una respuesta a las preguntas que me persiguen. Sigo aquí. «

Ver comentarios

Compartir

Entradas recientes

La gigante Mondelez paró la producción de su planta de Pacheco por la caída del consumo

Será por al menos 14 días, aunque la producción plena recién volvería el 5 de…

9 horas hace

El mileísmo allana el terreno en el Congreso para avanzar con la «motosierra profunda»

El debate sobre cómo podrían conformarse las comisiones que tratarán los dos proyectos centrales del…

9 horas hace

La producción de autos y utilitarios se desplomó casi un 30% en noviembre

Es en la comparación contra el mismo mes de un año atrás según los datos…

9 horas hace

The Brian Jonestown Massacre hizo temblar el C Art Media con su psicodelia expansiva

El calor de la noche porteña se mezcló con los riffs hipnóticos y la psicodelia…

10 horas hace

La UTA advierte con un viernes sin colectivos: “Si no hay salario, no trabajamos”

Las empresas no aseguran el pago de sueldos de noviembre y el gremio aseguró que…

10 horas hace

“Sin agua, no hay desarrollo posible”: el enérgico rechazo de organizaciones civiles a la modificación de la Ley de Glaciares 

Más de 25 entidades lanzaron un documento conjunto donde desmitifican postulados lobbystas y resaltan la…

11 horas hace

Pobreza: la UCA dice que bajó más de 9 puntos pero aclaró que podría estar «sobredimensionada» por defectos metodológicos del INDEC

El Observatorio de la Deuda Social aclaró que en realidad la contracción es de poco…

11 horas hace

Kicillof participó de la marcha de las Madres de Plaza de Mayo en homenaje a Hebe de Bonafini

Fue en el marco de las actividades por la conmemoración del cumpleaños 97 de Hebe.…

11 horas hace

Una pareja de jubilados que cobran la mínima necesita más del doble de dinero para cubrir sus gastos básicos

Una pareja de personas adultas mayores necesitó en octubre $1.278.026 para cubrir sus gastos mensuales. Teniendo en…

12 horas hace

Guiño de la Cámara Federal a Spagnuolo y los Kovalivker: ordenan investigar el origen de los audios

Las defensas del ex titular de la Agencia de Discapacidad y de los dueños de…

13 horas hace

La Corte Suprema rechazó una apelación del Gobierno por el reparto de alimentos en comedores

Se trata de la causa que obligó a Sandra Pettovello a repartir la comida almacenada…

13 horas hace

El FMI sale al cruce de Caputo y reclama más reservas en el BCRA

El organismo le reclamó al gobierno un marco monetario y cambiario “coherente” y exigió cumplir…

15 horas hace