La AFA denuncia una operación en su contra pero la defensa de sus nuevas medidas -declarar campeones, obligar pasillos e inventar documentos- bajo el contexto de la lucha "Asociaciones Civiles-SAD" se convierte en un escudo cada vez más gastado.

Lo inesperado -o no tanto- es que, más de un año después, ya a fines de noviembre de 2025, los dirigentes se multiplicaron esa potestad. Es la doble cara ya habitual de la AFA, creadora de la mejor selección argentina de la historia -campeona del mundo y bicampeona de América y con el sub 20 reciente subcampeón- pero también de unos torneos que causan cada vez más hastío y resignación en los futboleros. Si algo todavía no se rompió -y puede que sí, que se haya roto-, el límite parece estar cerca.
Ya no se trata de algunas cuestiones meramente de personalidades, como el perfil alto de Chiqui Tapia, o de otras que afectan desde hace rato a los torneos, como su falta de credibilidad, los descensos que aparecen y desaparecen según su capitalización de capital político, una supuesta troupe arbitral para “los equipos del poder” y equipos anotados sin méritos deportivos, como Leones de Rosario, de la familia Messi, sino que además -o finalmente- en cuestión de días la AFA apretó el acelerador y tocó fibras sensibles. Antes se circunscribía a categorías menores, del Ascenso. Ya no.
Como si se desnudara, sin filtro y de prepo, la AFA también pasó a fabricar títulos de escritorio de campeonatos ya jugados (a Rosario Central), a sancionar en base a declaraciones fakes (a Walter Otta, el técnico de Morón) y a obligar a realizar pasillos de honor e inventar documentos en PDF para justificar sanciones por el desacato (a Estudiantes).
En ese fútbol herido, algunas -varias- situaciones hasta son bizarras. El Tribunal de Disciplina de la AFA también justificó su sanción a los jugadores de Estudiantes y a su presidente, Juan Sebastián Verón, en la “violencia simbólica” ejercida contra los niños que estaban en el pasillo previo al partido con Central: «Al darse vuelta y soltarles la mano para ejecutar el gesto de espaldas, los dejaron solos y desatendidos en un contexto de máxima exposición, transmitiendo un mensaje contrario al rol que los futbolistas deben asumir frente a la niñez».
Las nuevas decisiones de la AFA despertaron el enojo de los hinchas de Vélez y de Lanús en los partidos de los octavos de final del Clausura e incluso se trasladaron al público de los recitales de Andrés Calamaro y Wos, esta semana. Por cierto, pocos recuerdan que, a inicios de 2023, la AFA sancionó a Estudiantes de Caseros porque, en la primera fecha de la temporada, su público cantó contra Tapia por el arbitraje en la final del Nacional 2022 contra Instituto por un supuesto arbitraje en su perjuicio. ¿La AFA sancionará ahora a Vélez y a Lanús por un hecho similar? No parece.
En un país en el que se acumulan urgencias mucho más trascendentes que el deporte pero pocas capaces de movilizar multitudes similares -y en el que la selección funciona mucho mejor que casi todo en Argentina-, Milei aprovechó el enojo generalizado y retomó su vieja pelea contra la AFA, que parecía suspendida tras su derrota para implantar las SAD. Aunque la Casa Rosada difícilmente vaya a fondo más allá de los fuegos de artificio -Messi tiene una gran relación con Tapia y la FIFA sanciona a los países cuyos gobiernos intentan intervenir en sus federaciones nacionales-, los dirigentes de fútbol fueron funcionales al gobierno libertario al insistir en su escalada contra Estudiantes, encima el equipo que había intentado acercar al empresario Foster Gillett.
Si al título de esta columna se le pueden agregar otros dos enunciados –“Que la AFA siga al mando de la selección, que el gobierno no se entrometa en asuntos que no le corresponden”, también los dirigentes deben advertir del uso y abuso de “los clubes son de los socios”, un escudo cada vez más gastado y menos eficaz. Fue notable esta semana como, en la catarata de tuits de los equipos del Ascenso para denunciar una operación mediática y gubernamental, las propias cuentas debieron cerrar los comentarios de los usuarios, entre ellos de sus propios socios, enojados contra la AFA.
Si bien todavía hay hinchas que, decididos a oponerse a la llegada de las SAD –lo que consideran el combate mayor-, aceptan lo que creen un mal menor –el nuevo manoseo de los torneos-, se contrapone una porción cada vez más grande y ya mayoritaria que expresa su repudio. Muchos dirigentes pasaron a ser vistos como intrusos que amenazan su alegría semanal.
Si hasta hace poco esa lectura podía sintetizarse en agradecimiento a la AFA Selección y oposición a la AFA Reglamentos -“Gracias por la selección pero hagan torneos en serio”-, las esquirlas ya rozan a los campeones del mundo: hubo murales de los héroes de Qatar 2022 vandalizados, especialmente en Morón, y la lupa se colocó sobre un héroe, Ángel Di María, declarado y no consagrado campeón de la sorpresiva Liga 2025.
Adosarle la pelea ideológica “clubes asociaciones civiles-SAD” a las nuevas intromisiones de la AFA en los torneos -inventar campeones, obligar a hacer pasillos, fabricar documentos falsos, exagerar sanciones- comienza a sonar cada vez más una distorsión. La AFA ya cambiaba reglamentos hace varios años, cuando no existía tal debate.
En la semana, el presidente de Argentinos, Cristian Malaspina, deslizó que los torneos de Primera siguen siendo de 30 equipos por un llamado de Macri cuando era Jefe de Estado a la AFA: el líder del PRO habría pedido que se eliminaran los descensos porque San Lorenzo y Huracán estaban en una situación incómoda.
Sin embargo, a mediados de 2023, y aunque la temporada había comenzado con tres descensos al Nacional, la AFA decidió cuando ya se habían jugado 21 fechas de la Liga que finalmente dos equipos perderían la categoría. Con Arsenal ya casi condenado -finalmente descendió-, la medida blindaba lo más posible a clubes tradicionales como Independiente, Vélez, Huracán o Gimnasia. Con los resultados de la última fecha, Colón y Gimnasia habrían descendido de manera directa, sin la posibilidad del desempate en el que se salvó el club de La Plata.
En 2024, directamente, no hubo descensos, que volvieron este año. Son apenas un par de ejemplos entre tantos del manoseo de los reglamentos, con el presidente de la Nación que sea.
Con Chiqui Tapia y Pablo Toviggino apretando el acelerador, vendrán más intromisiones de la AFA a favor de los intereses de los dirigentes: no sólo Messi inventa goles, define partidos y gana títulos. Pero así como “los clubes son de los socios” es una frase que cientos de miles de hinchas hicieron orgullosamente propia en oposición a las SAD, también llegó el momento en que, a favor de que el fútbol deje de resolverse en los escritorios, los torneos vuelvan a ser de los jugadores. Como el año pasado, pero más que nunca. «
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