En su primer discurso como nuevo presidente, Da Silva fijó los objetivos para cambiar el rumbo que imprimió el bolsonarismo en Brasil. Pactos democráticos, no al libre uso de armas, no a la deforestación del Amazonas.

Como parte de este cambio de rumbo, y en vista de la realidad de que el bolsonarismo tiene un apoyo importante en el Congreso pero también controla los estados más grandes de Brasil y tiene simpatizantes en las fuerzas militares y de seguridad, Lula señaló en su discurso ante el Congreso la necesidad de un nuevo pacto democrático. “Quiero saber cuáles son los principales proyectos de cada uno de los gobernadores, para poder discutir el apoyo, la financiación y lo que el Gobierno federal pueda hacer para colaborar con los estados”.
Para alentar la esperanza de los otros mandatarios latinoamericanos que asistieron al acto de transmisión de mando -al que por cierto, viene bien recordar que no estuvo Bolsonaro- fijó el cuadrante para su derrotero: “Nuestro compromiso será con Mercosur y el resto de las naciones soberanas de nuestra región. Tendremos un diálogo activo con Estados Unidos, la Unión Europea y China. Haremos más alianzas para tener más fuerza de ahora en adelante. Brasil tiene que ser dueño de su destino, tiene que ser un país soberano».
Entre los que aplaudieron especialmente estuvo el argentino Alberto Fernández, que anunció una bilateral este lunes, y la delegación uruguaya, encabezada por Luis Lacalle Pou acompañado por los expresidentes Julio María Sanguinetti y José “Pepe” Mujica. Finalmente no viajó el venezolano Nicolás Maduro, pero el aire de cambio que representa la vuelta de Lula se manifestó en que el propio Bolsonaro tuvo que levantar unos días antes la prohibición a su ingreso. Pero sobre todo en que los mismos que habían ungido al exdiputado Juan Guaidó como “presidente interino”, durante la administración Trump en EEUU, decidieron poner fin a ese mandato inexistente este mismo 1 de enero.
Como cierre de su discurso, Lula dijo: «Vamos a reconstruir este país, viva la democracia y viva el pueblo brasileño». En el plenario de diputados y senadores estalló el grito de «Lula, guerrero del pueblo brasileño».
Pero luego de la ceremonia el ya presidente comenzó a lanzar una serie de tuits en cascada en lo que se pareció a una autoreivindicación histórica para quienes no vivieron aquellos tiempos, que en muchos casos «compraron» el mensaje del bolsonarismo por desconocimiento.
«Recientemente releí el discurso de mi primera asunción, en 2003. Y lo que leí vuelve aún más evidente cuánto volvió para atrás Brasil. Aquí, en este mismo lugar, asumimos el compromiso de recuperar la dignidad y la autoestima del pueblo brasileño y las recuperamos».
«Pero el principal compromiso que asumimos fue luchar contra la desigualdad y la extrema pobreza y garantizar a cada persona el derecho a tomar café a la mañana, almorzar y cenar y hemos cumplido ese compromiso. 20 años después volvemos a un pasado que creíamos enterrado», dicen dos de esos textos.
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