“Hay un nivel de irritabilidad muy grande en la escuela, el mismo que se ve en la calle. Una falta de registro del otro, ya no solo falta de respeto”, advierte la psicopedagoga María Zysman, directora de la ONG Libres de Bullying. La importancia de abordar el tema antes que escale y la alarma del maltrato a cada vez menor edad.

Sólo unos días antes el presidente argentino Javier Milei –que además desprecia todo lo relacionado con Naciones Unidas- se había referido a sus oponentes políticos como “minusválidos” que “tienen un problema mental”. Este tipo de comentarios y sus usos de la palabra ‘mogólico’ como insulto ya habían generado repudio a principios de este año desde espacios como La Red Argentina Trisomía 21 (Red T21), que integran más de 20 organizaciones de todo el país. Nada cambió desde entonces.
Una y otra no son cuestiones desconectadas. “Veo en las escuelas, escuchando a los chicos, las familias y los docentes, que hay una cuestión de maltrato, de destrato. Que por ahí no llega a bullying, pero si no intervenimos llega. Nadie soporta la opinión del otro. Se dicen ‘sos mogólico, sos autista’. Si lo pensamos desde cómo nos estamos manejando afuera, tiene sentido. Hay impunidad para decir cualquier cosa. Eso aparece directamente en los chicos”, advierte la psicopedagoga María Zysman, directora de la ONG Libres de Bullying.
“Hay un nivel de irritabilidad muy grande en la escuela, el mismo que se ve en la calle. Una falta de registro del otro, ya no solo falta de respeto. Nadie se corre para que pases. Es el mundo del egoísmo bestial”, define en diálogo con Tiempo. Si bien la problemática no es nueva, alerta sobre un cambio que la agrava: “Lo que sí está más complicado que antes es que empiezan muy chicos. Hay nenes de primer grado que se excluyen”.
En septiembre de 2022, tras una sucesión de hechos de violencia escolar y cifras que mostraban que el problema iba en aumento en la realidad pos pandemia, una docente decía a este diario algo que hoy resulta premonitorio: Mariel Rosciano, profesora de Teatro en primarias públicas y privadas de CABA, plantea que el discurso de odio se estaba ramificando en las aulas, y lo asociaba con la irrupción mediática de Javier Milei. “Hay una repetición sin mucha lógica de discursos que evidentemente escuchan en la casa. La irrupción de Milei fue dañina en este sentido. Con las redes y TikTok captaron a pibes y pibas desde un lugar de chiste sin dimensionar lo que están haciendo. La pandemia caló muy profundo en términos de polarizar. Es súper violento el trato entre ellos y ellas. No es algo de esta semana”, decía por entonces.
El tema excede el ámbito escolar y atraviesa todo el entramado social. “Hay más bronca que antes de las familias hacia las escuelas. Cuando llaman a la casa por algo, ya la familia se ofende porque considera que el maestro no hace nada. Y los profesores me dicen ‘si me detengo a ver qué le pasa, ¿cuándo doy clase? Es atendible también. Las familias dimensionan las cosas cuando les pasa a su hijo, pero no a otro. Hay una época de individualismo atroz”, lamenta Zysman.
Su propuesta apunta a abordar el tema cuando el maltrato aún no dio lugar al bullying y acoso propiamente dichos. “Cuando llego a una situación como me pasó ayer, donde un chico de 18 le partió la cara a otro, ya es tarde”.
La presencia de los celulares en las aulas –que últimamente comienza a cuestionarse y regularse-, las redes sociales y el clima de época inciden en que los casos se repliquen, no sólo en Argentina. “Acá hay un estilo de prepotencia de los chicos que el que viene de afuera lo nota, pero con distintas palabras pasa en todas partes”.
Ante el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, el Ministerio Público Tutelar (MPT) de la Ciudad de Buenos Aires reveló los resultados de una encuesta a niños, niñas y adolescentes –en escuelas públicas y privadas- que mostró que más del 66% fue víctima de bullying o conoció a alguien que lo había sufrido. Y lo que es peor: casi un cuarto de ese total dijo no habérselo contado a nadie.
“Las consecuencias son muy significativas y muy dolorosas para los niños, especialmente para aquellos que no pueden expresar lo que les sucede. Esto puede conducirlos a situaciones de aislamiento, de depresión, hasta llegar a conductas autolesivas”, dijo a Página 12 Lidia Arrausi, licenciada en Trabajo Social y responsable del Programa Convivencia entre Pares del MPT.
La escuela apareció como el principal lugar donde se dan las situaciones de maltrato, pero un 37,8% las ubicó en las redes sociales. El ciberbullying implica que “no hay límites de tiempo ni de lugar” para la agresión, por lo que “el hostigamiento es permanente”.
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