Argentina ocupa el quinto lugar en el mundo con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying entre niñas, niños y adolescentes (NNyA). Así lo informó la ONG Bullying Sin Fronteras en el mes de abril de 2023, con un reporte anual de 50.250 casos. Las estadísticas mundiales dicen que 7 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso, una tendencia que va en aumento. Es por eso que la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) junto a la Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes publicó este lunes un documento donde alertan sobre las graves consecuencias que tienen para la salud, la calidad de vida y desarrollo de las nuevas generaciones.

Hay que prestar atención

“Desde la SAP hicimos este documento con el fin de visualizar esta situación de violencia entre pares que consiste en hostigamiento, agresiones, intimidaciones, burlas, indiferencia sufrida por los niños en diferentes contextos ya sea físicos como escuela, club o barrio o en el contexto de la virtualidad”, dice a Tiempo la médica pediatra Silvina Pedrouzo, especialista en Uso y Efectos de las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) en niños, niñas y adolescentes. La especialista detalla que estas agresiones son formas de maltrato grupal, intencional y persistente que tiene  direccionalidad e intención de daño. “Los adultos debemos prestar atención a estas situaciones porque la victima, por vergüenza o miedo, trata de ocultar la situación que lo aqueja, en esta situación hay víctima, acosador y testigos que pueden alentar o callar la situación, todas estas situaciones requieren de la intervención del adulto para ser resuelta”, asevera la médica.

Bullying y ciberbullying

El acoso presencial y virtual se concretan sobre las vidas de NNyA y tienen similitudes pero también diferencias. El bullying, según la SAP, es “un fenómeno de maltrato grupal, intencional y persistente, que se repite en el tiempo de manera sistemática protagonizado por una o varias personas y dirigido hacia uno o varios compañeros”. Los especialistas especifican que se trata de acoso presencial, es decir, “requiere la presencia de personas físicas para que suceda”. Si bien puede estar relacionado con la discriminación, no es sinónimo ya que, según expresaron, “hay conductas discriminatorias que no necesariamente desembocan en bullying”.

En estos casos, puede decirse que el perfil del acosador, en general, incluye violencia y puede responder mal a las consignas de los adultos. “Es un alumno con problemas en la escuela y su rendimiento escolar es bajo. Igualmente puede no ser detectado por la escuela y pasar desapercibido”, según expresó el médico Juan Pablo Mouesca en el documento.

El acoso tiene diferencias con el ciberacoso o ciberbullying. La médica Pedrouzo expresó que “pueden llegar a consistir en comentarios ofensivos, producción o reproducción de imágenes que pueden comprometer a la victima sin su consentimiento, reproducción de audios, a veces hay manipulación de imágenes por medio de Inteligencia Artificial (fakes)”. También puede tratarse de la difusión de imágenes que pongan a la víctima en situación de burla e incluso, puede consistir en acechar a la victima en las redes sociales y controlar su actividad. En algunos casos, cuenta la especialista, se produce la usurpación de su identidad para dañar a terceros o enviar emails ofensivos. También pueden registrarse difusión de chats grupales que sean ofensivos.

En los entornos de la virtualidad, asegura el documento de la SAP, las infancias y adolescencias encuentran espacios donde pueden expresarse y ocupar grupos de pertenencia, lejos de la mirada adulta. “En estos espacios, el maltrato también puede encontrar su lugar de expresión y convertirse en entornos de reproducción de agresiones y otras situaciones de violencia entre pares”, manifestaron. De esta manera, la médica Silvina Pedrouzo, definió al ciberbullying como aquellas formas de agresiones sostenidas, reiteradas de manera sistemática e intencional hacia un niño o niña o adolescente, por parte de uno o más pares en los entornos digitales. Hay que considerar que quienes padecen el ciberacoso suelen estar en permanente contacto con los dispositivos electrónicos para mantenerse al día sobre las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios.

La violencia digital existe

“El daño existe y tiene mayor dimensión por la velocidad de la intrusión que impresionante. Deja huella en las redes sociales, en la identificación de las victimas”, resaltó Pedrouzo. En este sentido, cabe mencionar que una de las diferencias entre el bullying y el ciberbullying es la velocidad e intrusión con que llegan los mensajes agresivos a quien están destinados. En el caso del ciberacoso, pueden ser enviados a cualquier hora y desde cualquier sitio, lo que amplifica las dimensiones del daño. “Es fundamental reconocer que, aunque la agresión se haya dado en entornos virtuales, el daño existe y la violencia es real. Por otra parte, estos contenidos malintencionados permanecen en el ciberespacio y dejan una huella que difícilmente pueda ser borrada o eliminada”, detalló el documento. Una de las particularidades del entorno virtual es que le otorga al agresor la posibilidad del anonimato a través de nicknames o de perfiles falsos. “Tiene un factor extremadamente importante que es la inexistencia física de contacto entre el acosador y la víctima y, por lo tanto, es difícil que el acosador preste atención a la real dimensión del daño”, apuntaron. De esta manera, otra diferencia radica en que la persona que acosa tiene otro perfil, según el informe “es más astuto, no suele tener problemas con la autoridad ni con los adultos y en términos generales suele ser un buen alumno y muchas veces todos estos hechos ocurren fuera del ámbito escolar”.

El impacto en la salud de las víctimas

Los especialistas expresaron en el informe que es usual que las víctimas de acoso oculten lo que están padeciendo ya sea por vergüenza o miedo. Asimismo, apuntaron que si bien cualquier NNyA puede ser el blanco de estas agresiones, “es más frecuente que sean agredidas las personas con alguna discapacidad o aquellas que tienen alguna característica física en particular o que se diferencian por otros motivos como el rendimiento deportivo o académico, nivel socioeconómico, creencias políticas o religiosas, etnias, identidad de género u orientación sexual”.

Las personas que reciben acoso o ciberacoso experimentan daños en su salud física y mental. La médica Pedrouzo especificó que “entre otros síntomas, se destacan situaciones de cansancio, cefalea, dolor abdominal y vómitos que pueden darse el domingo por la noche, al despertar o previos al ingreso a la escuela en los casos de acoso escolar, donde el NNyA suele manifestarse en contra de asistir a clase”. La especialista incluyó entre los síntomas, además, alteraciones del sueño, en la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo y ansiedad. “En los casos más graves, aparecen síntomas de aislamiento, depresión, ideas de muerte e intentos de suicidio. En los casos de ciberbullying están en permanente estado de alerta en contacto con sus dispositivos, para chequear constantemente las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios”, aseveró. Es decir, tanto el bullying como el ciberbullying producen estrés crónico, suelen asociarse al secreto y al sentimiento de impotencia para resolver la situación.

Quien acosa también se daña

El documento detalla que existen también consecuencias para la salud de quien arremete. “Puede presentar dificultades en la vincularidad, trastornos del control de los impulsos, falta de empatía, conductas antisociales o delictivas, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar”, expresaron los especialistas. Asimismo, los testigos observadores aprenden a naturalizar las situaciones de violencia, adoptar conductas imitativas agresivas e incorporar estrategias de sumisión para evitar ser vulnerados. “El miedo a ser ellos quienes sufran bullying puede generar cambios en su conducta habitual”, detalló el documento. Es necesario, concluye el informe, que la intervención sea con todos los involucrados, lo cual incluye a los NNyA que ejercen violencia, los que la padecen, los que están expuestos y participan de manera pasiva o activa, los docentes, los otros referentes escolares, los padres y cuidadores de los NNA, entre otros. “Para lograr cambios persistentes en la convivencia escolar se requiere una intervención integral”, señaló la SAP.

Cómo reconocer el bullying

Hay datos estadísticos en el país que son muestra cabal del tipo de acoso que pueden padecer NNy A. En las Pruebas Aprender 2021, respecto de las situaciones de violencia experimentadas en las escuelas por los estudiantes de 6to grado del nivel primario, se registró que el 42,9% dijo que algunas o muchas veces otros estudiantes dijeron mentiras sobre ella o él. Asimismo, el 36% identificó que otros estudiantes la o lo insultaron y el 32,5% señaló que otros compañeros se burlaron. En tanto que el 29,5% informó que les dejaron de lado a propósito y el 23,6% afirmó que otros estudiantes le quitaron sus cosas o las rompieron. Un 22,6% señaló que otros estudiantes pidieron a compañeras o compañeros que no se junten con ella o él. Incluso, el 16,1% de los estudiantes afirmó que algunas o muchas veces, otros estudiantes les agredieron físicamente y el 12,6% aseguró que muchas o algunas veces, otros estudiantes lo amenazaron o insultaron a través de las redes sociales.

En la encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 de Unicef se observó que el 19% de los hogares conoció casos de bullying en las instituciones escolares y que un 13% de los NNyA en esos hogares lo padecieron. La encuesta relevó, además, en junio 2022, un aumento de la exposición de los adolescentes de 13 a 17 años a situaciones de discriminación o maltrato, ciberbullying, situaciones de violencia o pornografía en las redes.

Los adultos son responsables

“Es importante reconocer que cualquier situación de violencia entre pares, se trate o no de bullying, requiere la intervención de los adultos para colaborar en su resolución; la detección y el tratamiento oportunos de estas situaciones nos brindan la oportunidad de enseñar nuevas formas de vincularse entre pares con respeto y empatía. Las niñas, niños y adolescentes que crecen en el marco de patrones de violencia pueden llegar a reproducir esos maltratos con sus pares, tanto en el ámbito escolar como en las redes”, aseguró Silvina Pedrouzo.