En la licitación de este miércoles, casi el 70% de las suscripciones fueron por letras con vencimiento en junio, julio y agosto. La estabilidad del tipo de cambio estimula el "carry trade".

Según informó el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el «rolleo», es decir la suscripción de títulos nuevos en relación a los vencimientos que debía cubrir esa dependencia, fue de 134%, lo que implica una emisión neta de deuda de más de un billón de pesos.
En el Palacio de Hacienda se mostraron satisfechos con el resultado de la operación, porque se venía de anteriores licitaciones con un rolleo mucho más bajo, del orden del 70%, lo que era leído por los mercados como reticencia del sector privado a financiar al gobierno.
Esta vez, sin embargo, el porcentaje estuvo sujeto a lecturas disímiles, ya que con anterioridad se había informado que los vencimientos a cubrir eran mucho mayores: la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) había estimado que los compromisos por letras y bonos entre el 16 y el 23 de mayo sumaban alrededor de $ 5,2 billones. «Siempre ponemos el porcentaje de rolleo en función de los vencimientos de la fecha. Antes de la licitación se pagaron amortizaciones de otros instrumentos y de ahí puede surgir la diferencia», aclaró Quirno en sus redes sociales.
Uno de los puntos que despertaba la atención de los operadores y analistas era saber si el mercado le extendería crédito al gobierno hasta después de octubre, fecha bisagra para muchos inversores por la incertidumbre política que generan las elecciones y por los rumores de que para ese entonces podría haber modificaciones en el esquema cambiario ya consensuadas con el Fondo Monetario Internacional pero todavía no anunciadas.
Al respecto, casi el 70 por ciento de las suscripciones ($ 3,7 billones) fueron por títulos de corto plazo, con vencimiento antes de las elecciones. Y una parte del resto se jugó por los Boncer, que se ajustan por inflación, previendo que esta puede ser incluso mayor que las tasas de mercado.
Aun así, los resultados de la licitación muestran que el mercado sigue apostando al «carry trade», la maniobra por la que los inversores buscan rendimientos en pesos aprovechando que la tasa de interés es mayor al incremento esperado del tipo de cambio.
En ese sentido, el gobierno se mantiene firme en su decisión de no intervenir en el mercado hasta que la cotización del dólar perfore el piso de la franja cambiaria prevista ($ 1000), aun a riesgo de no cumplir el mandato de acumulación de reservas impuesto por el FMI. Eso permite que no haya presiones sobre la divisa estadounidense y que su precio se mantenga bajo, fomentando que los inversores sigan comprando títulos en pesos. Y que la deuda pública siga creciendo.
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