Memoria & balance III: el teatro sigue vivo y enfrenta el ajuste con creatividad y compromiso

El segundo año del gobierno de Milei impuso un 2025 con el teatro argentino acosado por políticas que dificultan la creación independiente y federal. Buscaron eliminar el Instituto Nacional del Teatro, recortaron el presupuesto del Teatro Nacional Cervantes y menospreciaron públicamente a los artistas y sus obras. Sin embargo, el teatro respira y late gracias a una tradición centenaria. Pero hay que estar atentos, porque los «modernizadores» siguen atacando y planean apretar aún más el acelerador.

La resistencia comenzó en enero de 2024 y no cesa, anclada en la memoria del teatro independiente y la de todas y todos. Tal vez por esa resistencia al olvido que trae la escena, uno de los hitos de 2025 fue Mi vida anterior, de Teresa Donato, donde un hijo adulto recibe el relato de su madre militante, desaparecida, salvada y exiliada. Él escucha el silencio en el que se hundió y la historia que no cesa. Denis Smith, con un trabajo inolvidable, traduce la complejidad y los dolores con una especial sensibilidad artística. Temáticamente dialoga con Seré, de Lautaro Delgado Tymruk, a partir del testimonio de una de las personas secuestradas y fugadas de Mansión Seré, y La memoria futura, donde las actrices traen las voces de las Abuelas. Actores y actrices taumaturgos, que hacen del pasado un presente permanente.

El teatro oficial es casi el único con posibilidad de montar producciones con elencos numerosos, desarrollo de vestuarios y escenografías, y adaptaciones con cierto nivel de riesgo estético. El Complejo Teatral Buenos Aires, en sus distintas salas, trajo propuestas muy variadas. Su gran lanzamiento fue una compleja y anodina versión de Ricardo III, de Shakespeare, que tuvo buena respuesta del público, así como el emotivo homenaje a la tradición de la revista argentina en el Teatro Nacional Cervantes, La revista del Cervantes. Pero lo más interesante ocurrió en salas pequeñas. La piedra oscura, de Alberto Conejero, andaluz como García Lorca, hace poesía de la poesía de la historia del amor y despedida del granadino con Rafael Rodríguez Rapún, una pasión de un tiempo trágico, recreada con magníficos trabajos de puesta e iluminación y tres actuaciones impecables.

Recuperando un ícono de la cultura popular, La viva voz, en el Teatro Cervantes, imagina la última noche de amor de Carlos Gardel con Estrellita del Regil, una vampira que bebe su sangre y se apropia de la voz del zorzal criollo. Con un aliento gótico, María Merlino subyugó al público. Para cerrar el año de manera brillante, Mauricio Kartun estrenó su versión de un clásico griego con Baco Polaco, que lleva las Bacantes de Eurípides a un pueblo de provincias, poniendo en tensión el capital, el orden moral y lo popular, entre lo vital y lo tanático. Verso, lengua culta y popular conviven en la pluma llena de humor de Kartun.

Si de humor y teatro oficial se trata, ¡Chau Macoco! no sólo es un fabuloso trabajo para festejar los 40 años del grupo, sino también una demostración de que ese estilo crítico y despiadado, nacido en los albores de la democracia, sigue vigente.

El teatro independiente, inabarcable por su cantidad, riqueza y variedad, tuvo trabajos de artistas de trayectoria, interesantes búsquedas en disciplinas como la danza y la performance, y rostros y voces nuevas. Así como festejaron Los Macocos, a 20 años de su formación, el grupo Marea, dirigido por Mariano Pensotti, volvió a sus temas principales como el tiempo, la identidad, lo real y sus versiones con Una sombra voraz. Construyendo mundos que parecen ajenos a lo real, pero instalados en una decadente galería conurbana, Localcito, de María Figueras, es una de las joyas ocultas. La madre anclada allí y en el tiempo, los hijos que sueñan con un afuera donde hay una vivienda y shoppings. Mundos y generaciones aparecen con intensidad en diversos trabajos que ponen en escena mediatizaciones, lenguajes y subjetividades, pantallas, sexualidad sin cuerpos y comunicaciones múltiples y monológicas.

En Venado asesino, con puesta de Maruja Bustamante, un joven incel mata al presidente fascista. Lo digital es un espacio vital, pero nada es simple como un mero tuit. Por su parte, 0615, con un montaje centrado en los teléfonos, conversaciones corales y erotismo a distancia, cuenta la historia de una joven de clase media que aborta espontáneamente ignorando hasta su embarazo, viviendo como en un vórtice creado gracias a un mecanismo de relojería de movimientos, voces, sonidos, luces y proyecciones.

Lejos de ellos, en Pibitxs del río, Javi es un pibe separado de su compañera y su hijita por el río, en medio de la pandemia. Un pibe muerto de amor y soledad, y un hombre de río que no sabe nadar. La poética amorosa de Fabián Díaz, Delfina Colombo e Iván Moschner hace de la escena casi vacía un espacio fantástico, con el río latiendo como un universo oculto.

El mundo del teatro de objetos sigue creciendo, y fuera de Buenos Aires luce con creatividad e identidad. Flota, rapsodia santafesina trajo la poética y los recursos variados del grupo Hasta las manos para contar el dolor y la impunidad por la inundación de Santa Fe en 2003. Así como los objetos, el teatro físico es una de las estéticas que crece. En ese registro se lució Amanuenses, desopilante comedia en una oficina donde las máquinas de escribir, los sellos y los cajones tienen el ritmo y los sonidos de la vida humana.

Entre los independientes y los oficiales, los teatros de la calle Corrientes encontraron rumbos interesantes. Estrenada en septiembre, Madre ficción, de Mariano Tenconi Blanco, juega con el humor y lo extemporáneo, buscando lo teatral por fuera del realismo, con su propia madre como ficción y la ficción como madre de lo real. En esa avenida y sus teatros siguen muy vivas Habitación Macbeth, Parlamento, Lo que el río hace, Suavecita, Las cautivas, Modelo vivo muerto, Othelo y La última sesión de Freud, entre otras.

Mientras tanto, la ley de flexibilización laboral incluyó la derogación de los recursos destinados al fomento del teatro. En este contexto, seguir produciendo es casi una quimera. Después de dos años de gobierno, sin esperanzas de que haya políticas públicas de cultura, el teatro nacional sigue viviendo en peligro. «