El docente, escritor y filósofo luchaba desde 2016 contra las secuelas de un ataque cerebro vascular.

A lo largo de su vasta carrera, Feinmann realizó aportes de relevancia tanto en el terreno de filosofía, tanto en el rol de divulgador como en el de pensador. Dentro de su obra publicada en ese terreno se destacan los libros Filosofía y Nación (1982) o La filosofía y el barro de la historia (2008). Mientras que desde su programa de televisión Filosofía aquí y ahora, en el que virtualmente dictaba cátedra con dibujos del artista gráfico Rep de fondo, se encargó de utilizar la televisión como herramienta para acercar al gran público el pensamiento y la historia de la filosofía.
Dentro del campo de la literatura sus contribuciones no fueron menos importantes, concentrándose sobre todo en géneros como el policial negro y la novela histórica. Influido por la obra de escritores estadounidenses como Raymond Chandler o Dashiel Hammett, Feinmann tuvo su debut literario en el año 1979 con la publicación de la novela Últimos días de la víctima, un policial negrísimo sobre un asesino a sueldo que rápidamente se convirtió en best seller. El libro fue adaptado al cine en 1982, con un guión escrito por él mismo en colaboración con el cineasta Adolfo Aristarain, quien también dirigió la película homónima, considerada una de las mejores del cine argentino de la década de 1980. Otras de sus novelas son Ni el tiro del final (1981), El cadáver imposible (1991), o Timote: secuestro y muerte del general Aramburu (2009).
Aunque sus obras filosófica y literaria fueron profusas, es muy probable que su gran amor haya sido el cine. Fue ahí donde desarrollo una carrera como guionista, pero también produjo destacados volúmenes de ensayo dedicados al séptimo arte. Entre estos últimos se encuentran los volúmenes Escritos para el cine (1988), Pasiones de celuloide (2000), El cine por asalto (2006) o Siempre nos quedará París (2011). Mientras que como libretista fue autores de una larga lista de guiones, entre los que se destacan los de En retirada (Juan Carlos Desanzo, 1984) o Ni el tiro del final (1997), segundo trabajo como director del ganador del Oscar Juan José Campanella, filmada en los Estados Unidos con un reparto que incluye a actores como Terence Stamp, Denis Leary, Aitana Sánchez-Guijón y un joven J.K. Simmons.
En el campo de la política Feinmann siempre estuvo asociado al peronismo, fenómeno sociopolítico que abordó desde múlltiples disciplinas. Fue el tema de varios de sus libros, desde su debut de 1974 El peronismo y la primacía de la política, o López Rega, la cara oscura de Perón (1987). Esa proximidad también se hizo presente en los guiones de películas como Eva Perón (Desanzo, 1996), en ela que Ester Goris interpreta a la Abanderada de los Humildes y Víctor Laplace a Juan Domingo Perón; o ¡Ay, Juancito! (Hector Olivera, 2004), donde aborda la figura controvertida de Juan Duarte, hermano de Evita. Desde la televisión le dedicó más de un episodio de su programa Filosofía aquí y ahora a tratar de entender el gran fenómeno de la historia política argentina.
Ya en el siglo XXI su nombre quedó asociado al surgimiento del kirchnerismo, línea interna que dominó el peronismo durante las primeras dos décadas de los 2000. Sus columnas de opinión publicadas en el diario Página 12 dan fe de esa afinidad política e ideológica. Sin embargo, Feinmann nunca resignó la potestad de mantener siempre una mirada crítica. Eso mismo se comprobó hace apenas unos meses, luego de conocerse el inesperado resultado de las PASO, cuando el filósofo se manifestó de forma crítica al gobierno encabezado por Alberto Fernández y Cristina Fernández.
A mediados de febrero, Feinmann rompió un virtual retiro de más de dos años de la escena pública, debido a sus problemas de salud, y en diálogo con Radio 10 expresó su desilusión con la actual gestión nacional. En aquel diálogo, ocurrido a mediados de septiembre luego de conocerse el resultado de las PASO, el pensador opinó que al Gobierno le “faltó coraje” y lo definió como tibio, indeciso y vacilante a la hora de “hacer cosas tan efectivas como frenar la inflación y distribuir la riqueza”. A pesar de todo, su dichos también dejaron claro dónde estaba su lugar. Así surge de su análisis de las recientes elecciones legislativas: “Me cuesta admitir que eso que llamamos ‘la gente’ haya votado a Cambiemos”. En ese sentido consideró que si lo que había tenido lugar era el llamado voto castigo, se trataba de un castigo que abarcaba por igual a las dos principales fuerzas políticas en pugna.
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