El documental sobre el grupo infantil que fue furor en los 70 y 80 revela el lado oscuro detrás de un éxito intercontinental. Desidia, descontrol y millones que se esfumaron en el aire.

“Parchís, el documental” (disponible en Netflix) arranca con un golpe de efecto potente: por una lado las imágenes de archivo con los chicos cantando, en pleno éxtasis; por el otro, Tino, Yolanda, Gemma, David, Óscar y Frank, los protagonistas de esta historia, años después, ya cuando debieron rearmar su vida luego aquel éxito que los marcó aún siendo niños.
También hay en el relato contenidos que dejan en el espectador una dosis de impotencia y de indignación cuando se piensa en la explotación infantil que significó todo aquello: cuando comenzaron a tener una exposición impensada para la época, estos chicos tenían entre 8 y 12 años.
Nadie los cuidaba, sus padres no iban a la gira y el descontrol era moneda corriente en las pocas horas libres que tenían, encerrados en hoteles o arriba de un avión. No iban al colegio, no jugaban, sólo trabajaban. Los chicos en hoteles, rompiendo cosas, peleándose por todo, comiendo cualquier cosa y a cualquier hora, hablando una vez al mes con sus padres. En un momento la negligencia llegó a tal punto que en un último intento de imponer la cordura (que no duro demasiado por la avaricia de algunos) los niños tuvieron una tutora y en lugar restringido en los hoteles.
Pero mientras tanto sus productores seguían moviendo dinero a mansalva y nadie lo veía. “No eran malos niños, pero bueno era un desmadre”, se justifica Antoni Plana, su mánager en la gira latinoamericana, uno de los testimonios fuertes que tiene el documental.
Todo había comenzado con un anuncio en un diario convocando niños con talento para cantar y que tuvieran buen sentido del ritmo, pudieran bailar y grabar un disco de 25 canciones. Poco después el boom apareció y no se detuvo. En sus seis años de vida (1979-1985) Parchís grabó 20 discos y rodó siete películas. Parchís fue una máquina de hacer dinero a costa del trabajo de menores. Los padres firmaron un contrato 70/30 y ese 30 había que dividirlo entre cinco.
Conquistaron España, Argentina fue su gran ventana y las giras se acumularon en la agenda de la discográfica que pensó el proyecto como ultimo manotazo de ahogado por su terrible situación financiera. La discográfica Discos Belter estaba hundida y esta nueva apuesta estaba destinada a ser su salvación Paradójicamente, cuatro años antes de declarar la quiebra, Discos Belter, inventora del grupo, facturó más ingresos que en toda su historia. ¿Dónde fue todo ese dinero? Los integrantes de Parchís no lo vieron ni pasar.
Tino, el líder y más popular de la banda, intentó una carrera solista que no prosperó y fracturó definitivamente el proyecto Parchís. De un día para otro, como nació, todo terminó. Hoy Tino, Yolanda, Gemma, David, Óscar y Frank pueden presumir no solo de haber formado parte del grupo sino de haber sobrevivido a Parchís.
-“Parchís, el documental”. Disponible en Netflix.
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