En la Comarca Andina se cocina otra crisis por el rol de gigantes importadores. En 2024 Arcor aumentó un 300% las cajas para empaque de frutas, pero es la misma empresa que pagó un precio máximo de 4.500 pesos por kilo de frambuesa, cuando en 2024 pagó entre 6.000 y 6.500. ¿Qué pasa con Fenoglio?

“Todos los pequeños productores nos estamos fundiendo, estamos en un pantano en el que nos hundimos todos: son más altos los costos que los precios internacionales de lo que producimos”, alerta Matías Vergé, presidente de la Cooperativa Agrícola del Paralelo 42 de El Hoyo, Chubut, la localidad con mayor producción de la Comarca que integran también las chubutenses Epuyén, Lago Puelo, y El Bolsón, en Río Negro.
En diálogo con Tiempo Argentino, Vergé complejizó el escenario: “Esto nos está pasando a todos los pequeños productores de las economías regionales del país; nos pasa que es más caro producir y mantener esa producción por la electricidad y el frío que necesitan, que lo que nos pagan por ella. Hay un desfasaje enorme en los precios en dólares producto de la política del Gobierno nacional”, explicó.
En toda la Comarca se producen anualmente unas mil toneladas de frutas finas, en su mayor parte frambuesas pero también frutilla, mosqueta, arándanos, sauco, mora y cereza. Más del 90% de esa producción se destina a la industria dulcera y el resto a confituras y venta minorista para el turismo en comericos locales.
La singularidad de la zona es que se trata de una producción casi artesanal, donde más de la mitad de las frutas provienen de explotaciones familiares menores a una hectárea, según datos de la Cooperativa Agrícola del Paralelo 42. Otro 10% corresponde a chacras de entre 1 y 3 hectáreas, y sólo el resto a un puñado de establecimientos que, igualmente, están por debajo de las 10 hectáreas sembradas.
Son en total unas 3 mil personas o 2 mil familias las que viven de alguno de los tramos de la cadena de valor de la fruta fina en la Comarca, desde quien siembra hasta quien congela, desde quien cosecha hasta el chofer que transporta.
A todos los dependientes de ese microsistema se les avecina un invierno muy duro debido a que son muchos los millones de pesos lo que no han ingresado a la región este año por la caída de los precios, y que se suman a los quebrantos del turismo que desapareció de la Comarca luego de los incendios de Epuyén y El Bolsón.
Los pequeños productores de fruta fina fueron atacados desde varios flancos, y a veces por los mismos actores. Para seguir el ejemplo de la alimenticia Arcor: durante 2024 aumentó un 300% el precio de las cajas de cartón corrugado para empaque de frutas, y a la vez es la misma empresa que este año ofreció un precio máximo de 4.500 pesos por kilo de frambuesa, cuando en la campaña anterior había pagado entre 6.000 y 6.500 pesos por kilo.
A ello se suma que la empresa pública de electricidad de Chubut aumentó más de un 350% el kw durante el mismo lapso, que el Gobierno provincial casi no brinda asistencia y que sólo obtienen financiamiento a través de créditos baratos del Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Apenas asumido, el Gobierno del presidente Javier Milei liberalizó el mercado, les permitió a las alimenticias importar a un precio menor con el dólar subsidiado y acabó con la regulación previa que exigía a las empresas comprar primero la producción local antes habilitarles la importación. Pese a esas ventajas, el precio final del dulce en las góndolas de almacenes, chinos y supermercados estuvo muy lejos de bajar.
La producción de frutas finas en la Comarca Andina trabajó a tope hasta la temporada 2023/2024, cuando debieron rechazar pedidos de Australia, España y Brasil porque tenían la producción comprometida con la industria y a un buen precio de equilibrio favorable a todos los actores de la cadena. Este año, sus antiguos clientes están importando desde Chile, Ucrania, China y Serbia.
Ante un panorama tan desfavorable, muchos de los productores pequeños vendieron una parte de la fruta para hacerse de un ingreso rápido, y suspendieron el resto de la cosecha para irse a buscar empleo transitorio en la construcción o en el turismo para enfrentar un invierno que tendrá a la economía familiar sensiblemente afectada.
Pero no solo las decisiones del Gobierno nacional afectan a la producción de fruta fina, también hay medidas provinciales que parecen pensadas para imponer una reconversión profunda de la producción regional, hasta ahora basada en pequeñas unidades familiares.
En enero, el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, anunció junto a los propietarios de la empresa Fenoglio la radicación en Trevelin de un establecimiento de 100 hectáreas para la producción industrial de frambuesas. Si cada hectárea rinde en promedio unas 15 toneladas de fruta, ese emprendimiento se traducirá en la quiebra total de la economía de la fruta fina en toda la Comarca Andina, que cosecha en total un millar de toneladas al año.
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