El Garrahan es el símbolo. Allí renunciaron 20 profesionales en estas semanas. El Posadas también sufre el ajuste, mientras aumenta la demanda. Las claves de las imposiciones del gobierno.

La “libertad” que se ofrece es para que médicos graduados elijan entre dos modalidades para desempeñarse en hospitales: la Beca Ministerio y la Beca Institución. La primera implica cobrar $ 828.000, con aportes y obra social. Sin el bono prometido. La segunda lleva a recibir $ 998.000 a modo de ‘estipendio’. Sin antigüedad, aportes jubilatorios, aguinaldo ni obra social. Sin derechos laborales. Con posibilidad de recibir bonos, sólo si cada hospital así lo decide. Hospitales que a su vez también sufren el ajuste.
“Estamos pidiendo recomposición salarial y nos dicen ‘no, a lo sumo sacamos jubilaciones y quédense con esa plata’. Básicamente nos están diciendo que no somos trabajadores. Y tiene una letra chica importante: si tomás la beca con el Ministerio no podés tener un bono del hospital, algo que muchas veces se usa para recomponer el sueldo. Esa beca sí tiene aportes pero no te deja compensar el sueldo. ¿Quién va a elegir un sueldo menor? Nos empujan a elegir la beca sin aportes”, advierte Julián Alonso, residente de cuarto año de neurología en el Hospital Posadas.
El repudio a la nueva reglamentación no sólo llegó desde las y los residentes. También, desde jefes de servicios que alertan sobre lo que implica para todo el sistema. “Se han perdido un montón de derechos adquiridos. Nadie va a querer venir a formarse acá, excepto gente que tenga dinero y pueda sostener esto. Con lo cual estaríamos transformando las residencias de hospitales nacionales en medicina de gente que tiene plata, que no necesariamente es la más capaz”, lamenta Myriam Guiter, jefa clínica de Hemato-Oncología en el Garrahan.
Lleva 27 años en el hospital pediátrico de alta complejidad. Ingresó como residente en pediatría, se especializó en la residencia de hemato-oncología y llegó a dirigir el servicio donde se atienden pacientes con leucemias y linfomas de todo el país. “Cuando yo empecé era un orgullo entrar al Garrahan. Tenías que estar entre los primeros puntajes para poder agarrar una residencia aquí. Hoy no sólo la gente se está yendo, sino que estimamos que no se van a llenar las vacantes”, pronostica.
Todo esto, en un contexto de éxodo de profesionales que se denuncia desde el año pasado. Según los datos que difunden los gremios, ya renunciaron 220 trabajadores. Una veintena en las últimas semanas, durante el agravamiento del conflicto y ante la falta de una solución en el horizonte.
En el Posadas el panorama es similar. A los casi 300 despidos en el último año y medio, se suman las dimisiones: un promedio de una cada 15 días, según pudo saber Tiempo. “Hubo muchas renuncias, porque los sueldos del personal del hospital también son pésimos. Tenemos menos médicos, cargos de residencia que se perdieron porque se van, más gente que viene a atenderse porque se quedó sin obra social”, detalla Alonso.
“Un cargo de residente es un médico que elige especializarse y ser mejor. Cuando un médico no adjudica o renuncia, ese cargo se pierde. Ese pediatra, ese neurólogo, ese cirujano se pierde. En un par de años no sé cuántos médicos vamos a tener. ¿Cuántos van a elegir trabajar bajo peores condiciones para ser mejores médicos?”, se pregunta.
El cambio impuesto también impacta sobre el régimen de guardias. Hasta ahora, las y los residentes en hospitales nacionales hacían cinco o seis guardias de 24 horas por mes, con descanso post guardia. A partir de ahora serán hasta ocho, con media jornada (cuatro horas más) posterior a la guardia. “Menor salario, ningún beneficio, una carga laboral importante, 28 horas despiertos… Sinceramente, vamos a perder el hospital”, lamenta Guiter.
“El residente es la base de toda formación médica. Ya son médicos pero así adquieren experiencia laboral, porque uno de la universidad no sale con eso. Son futuros especialistas. La pirámide, si no tiene base, no puede seguir creciendo. Esto es un atentado a la salud pública –alerta la hemato-oncóloga–. Si se cae un hospital como el Garrahan o el Posadas, emblemas de la salud pública nacional, se cae todo el sistema”.
Para Mario Rovere, médico sanitarista y director de la Escuela de Gobierno en Salud ‘Floreal Ferrara’, la medida anunciada para las residencias es “un retroceso vendido como un avance” y tiene que ver con replicar la lógica del sector privado sobre el hospital público. “Argumentan que sin aportes podrían pagar más o contratar a más residentes, pero considerando que hoy tenemos un empresario de ministro de salud me parece que está copiando la lógica del sector privado, donde todo es precarizado. Más que una impronta racionalista, veo esta lógica que sirve para debilitar al público”, analiza. Señala que “el privado considera que toda mejora del público es competencia desleal y que cuánto más gente busque trabajo –por abandonar el sector público- más barato va a ser para el sector privado contratar”. Pero hace una aclaración: “Esto tiene una falla, y es que los profesionales pueden migrar”.
Rovere señala, además, que si bien todos los candidatos a ocupar residencias se ponen a prueba en un examen único (como el que se rindió la semana pasada), hay jurisdicciones como la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires que se hacen cargo del 100% de sus residencias, por lo que el nuevo reglamento aplica específicamente sobre quienes dependan de Nación en los hospitales nacionales. Especialmente, el Garrahan y el Posadas, dos emblemas donde se vienen dando fuertes reclamos de mejoras salariales, no solo entre residentes. “Los dos hospitales son atacados porque son bastiones de excelencia”, sostiene. Es difícil no ver la medida como un castigo.
En el caso del Posadas, a los despidos y renuncias se suma la inestabilidad en su conducción. En un año y medio pasaron cinco directores ejecutivos, hubo cuatro renuncias al cargo y más de dos meses sin dirección. En cuanto a las renuncias de profesionales, que se vienen dando a cuentagotas, ya afectaron los servicios de clínica médica, neonatología, diagnóstico por imágenes de alta complejidad, neurología, oncología de adultos y pediatría, entre otros. En el último tiempo se sumaron las dimisiones de cuatro kinesiólogos que trabajaban en la guardia los fines de semana.
“Para explicar estas renuncias es importante saber que 85% de los trabajadores del Posadas firman un contrato precario. Este contrato permite el ‘cese’ sin causa y sin derecho a indemnización. Se firma hace décadas, pero a partir del gobierno de Milei pasó a ser trimestral”, explica María Bigot, médica neumonóloga que trabajó 30 años en el Posadas y fue despedida en junio del año pasado. “Por otro lado los trabajadores firmaron su último contrato en enero de 2024. A partir de allí ya no hubo firmas. En este contexto de despidos, bajos salarios, ataques a los residentes y a la participación política de los trabajadores -porque apoyar a los despedidos de junio de 2024 fue el motivo de muchos de los despidos ocurridos en octubre- es que ocurren las renuncias. La población pierde el conocimiento y la dedicación de las personas que se van. Los trabajadores que renuncias pierden su lugar de pertenencia, su trayectoria médica”, resume.
Además “los despidos y las renuncias tienen un efecto inmediato provocando demoras en la atención pero también tienen un efecto a largo plazo: formar equipos que realicen tareas complejas como endoscopias o cirugías lleva 8 a 10 años. Podemos pensar que una institución que pierde estos equipos no podrá brindar servicios de complejidad en el futuro”. «
Mario Lugones estrenó su gestión como ministro de Salud descabezando al Consejo de Administración del Garrahan. Fue la reacción al anuncio de un bono extraordinario dado por aquellas autoridades luego echadas ante el reclamo salarial del personal (Lugones enfrenta una causa judicial por esto). Desde entonces, el conflicto no hizo más que escalar. “Por cada movimiento que hacemos recibimos un castigo. Pero en este caso el castigo es para todas las residencias nacionales. Es muy triste”, describe Myriam Guiter, del Garrahan.
Tras tres audiencias en la Secretaría de Trabajo que se tradujeron en fracasos porque las autoridades del Ministerio y el Hospital ni siquiera se presentaron, la última asamblea del personal votó dos nuevos paros: el 10 y 17 de julio. El segundo, con marcha de Congreso a Plaza de Mayo, «en defensa de toda la salud pública».
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