El casamiento contó con la presencia de una jueza de Paz y del ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Julio Alak.

Según las fuentes, el casamiento contó con la presencia de una jueza de Paz y del ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Julio Alak.
La ceremonia se llevó a cabo en el Salón de Usos Múltiples de la escuela de la cárcel, donde Mabel del Luján (de 26 años), la mujer privada de libertad, contrajo matrimonio con Gisella, se informó en un comunicado.
Según se detalló, se preparó y decoró con globos y flores un sector de la escuela que funciona en ese establecimiento penitenciario para la ceremonia civil y luego se hizo un ágape del que participaron las cónyuges, sus familiares y compañeras.
Pasadas las 11 de la mañana, la jueza de Paz Andrea Pilar Giménez inició la ceremonia, que reunió a las contrayentes y a las testigos, una compañera de Mabel privada de libertad como ella, y a una de sus primas, que llegó con el resto de su familia.
Desde el SPB se especificó que una vez que la jueza expresó que ambas mujeres estaban unidas en matrimonio, «los presentes estallaron en aplausos y allí surgieron las lágrimas de emoción de Mabel y Gisella».
Tras la ceremonia, la jueza de paz expresó que el casamiento «fue muy emocionante porque las chicas pudieron por fin poner un sello a este cariño que se tienen».
«Ellas estaban muy emocionadas y fue muy bueno que la pueda acompañar tanta gente, la gente de la Unidad, el ministro Alak, sus familiares y la gente de Acceso a la Justicia. Fue muy importante para todos nosotros porque marca que es muy positivo el trabajo que llevamos adelante en todas las cárceles de la Provincia», añadió la funcionaria.
También estuvo presente Gabriela Carpinetti, directora nacional de Acceso a la Justicia de la Nación, quien durante la ceremonia expresó: «Acá rigen la Constitución y el derecho de soñar, el ánimo de amar, porque el amor también es un derecho y casarse es un derecho, en las distintas formas de amar que desarrollamos los seres humanos».
Analizó que «más que nunca, hay que hacer valer ese derecho en las cárceles porque acá también se puede construir otra humanidad, otra forma de relacionarnos y de reparar el daño que se pudo haberle hecho a otros causándole dolor» y felicitó a las esposas «por este amor, que es un derecho a amar y a ser felices».
En tanto, el ministro Alak destacó que su gestión busca que las cárceles sean espacios «donde rijan los derechos sociales y los derechos humanos, para que los internos e internas se pueden documentar como corresponde, contraer matrimonio si lo desean, además de educarse, de formarse y de trabajar».
«El fin es que cuando cumplan la condena salgan en libertad y no vuelvan a reincidir, ese es nuestro desafío», concluyó el ministro bonaerense.
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