“Secretos revelados”, una forma particular de recorrer la muestra “Museo secreto. De la reserva la sala”

El público toma unas tarjetas interactivas en el hall central del Museo Nacional de Bellas Artes. Esas tarjetas formulan determinadas preguntas. Para responderlas, es necesario elegir un recorrido por la vasta muestra Museo secreto. De la reserva a la sala. Se trata de la visita gratuita Secretos revelados, especial para estas vacaciones de invierno, para conocer en forma dinámica y lúdica casi 300 obras de la colección del museo -muchas de ellas inéditas-. Así, con las tarjetas, los asistentes se fascinan y pueden construir conocimiento entre todos.

La visita Secretos revelados, para recorrer la muestra Museo secreto, tiene fechas concretas en estas vacaciones, siempre a las 15: los miércoles 23 y 30 de julio, los viernes 25 de julio y 1° de agosto, el sábado 26 de julio, el domingo 27 y el 3 de agosto. La actividad está a cargo de los educadores de museos Cecilia Arthagnan, Ana Lobeto, Pablo Hofman y Florencia Stáffora. Y Museo secreto ofrece varias posibilidades: incluye pinturas, dibujos, grabados, fotografías, esculturas e instalaciones de unos 250 artistas y extranjeros, desde el siglo XIX hasta hoy.

Así, la visita Secretos revelados se vuelve una aventura activa por esta muestra en el Pabellón de exposiciones temporarias del MNBA, de mil metros cuadrados. ¿Cómo se pensó el concepto y el recorrido autoguiado a partir de las tarjetas interactivas? “Nosotros las preparamos previamente para que funcionen como disparadoras para los adultos y las familias, o quienes acompañen a los niños y niñas. Buscamos que se genere una complicidad y un cierto debate alrededor de la hermosa muestra Museo secreto”, dice Cecilia Arthagnan.

La escucha su compañera Ana Lobeto y Arthagnan prosigue: “Desde la educación tratamos de tener diferentes propuestas para las necesidades de los distintos públicos. Con las tarjetas, hay gente que elige permanecer y tomarse su tiempo, y otra desea circular: la visita Secretos revelados es libre y cada uno decide de manera autónoma su recorrido”. Y completa Ana Lobeto: “Nosotros explicamos la dinámica de las tarjetas y estamos en el Museo para cualquier consulta, duda o debate”.

La primera experiencia de la visita Secretos revelados fue el domingo 20 de julio a las 15. ¿Cómo les fue? “Se engancharon muchos adultos, también niños pequeños y hasta adolescentes y jóvenes -recuerda Arthagnan-. La muestra Museo secreto es enorme y apabulla un poco cuando uno ingresa: Secretos revelados permite ir decodificando todo este acervo de casi 300 obras”. Y las tarjetas, dice Lobeto, “incluyen preguntas muy sencillas como disparadoras. En esa búsqueda hay una observación de las obras, los colores y un montón de detalles para interpretarlas”.

La clave “es poder construir espectadores activos que puedan observar críticamente, comparar y construir su propio conocimiento a partir de la mirada -amplía Lobeto-: que se conecten y jueguen sabiendo que el Museo Nacional de Bellas Artes es un espacio donde pasan siempre cosas diferentes”. Pero no es la primera vez que trabajan con tarjetas interactivas: “Lo hemos hecho en otras exposiciones -evoca Arthagnan-. Vemos cada estrategia de acuerdo a nuestros objetivos a la hora de pensar una visita”.

Descubrimiento

El público sigue recorriendo la muestra Museo secreto, gracias a la modalidad Secretos revelados, y descubre que “las obras están colocadas de un modo muy particular”, observa Arthagnan. La enumeración sería inagotable. Entre los paisajes nacionales hay pinturas de Martín Malharro, Pio Collivadino, Lino Enea Spilimbergo, Fray Guillermo Butler, Roberto Aizenberg, Nicolás García Uriburu o Fermín Eguía, que dialogan con los europeos Jean-Baptiste Camille Corot, Camille Pissarro, Maurice Utrillo, Giorgio de Chirico, Maurice de Vlaminck o Joaquín Sorolla y Bastida”.

Además hay naturalezas muertas de autores icónicos, retratos, artistas argentinos y latinoamericanos abocados a la abstracción, dibujos antiguos, grabados selectos, esculturas e, incluso, imágenes pertenecientes a la colección fotográfica del Bellas Artes. Entre tanta obra expuesta, Cecilia Arthagnan elige algunas que -está segura- llaman la atención de los visitantes: “Pienso en las obras del Grupo Mondongo; también en una escultura de un delfín nariz de botella de Luis Fernando Benedit y en los artistas cinéticos, pero hay muchísimo para ver”.

Como dice Ana Lobeto, “frente a tantas pantallas de la actualidad, es importante tratar de que la gente se conecte con las artes visuales, y que sepa que un museo nacional puede ser un espacio divertido y pedagógico”. Sus conceptos van en sintonía con el título de la exposición Museo secreto, el cual “hace referencia a un discurso pronunciado en 1926 por Eduardo Schiaffino, primer director del Bellas Artes, acerca de la necesidad de ampliar el espacio de exhibición y de poder mostrar el patrimonio, que permanecía vedado a los ojos de los visitantes”, señaló Andrés Duprat, el actual director, en la inauguración de enero.

Y también dijo: “La curaduría de esta muestra surge del intercambio de saberes y del trabajo colectivo entre todos los equipos del Museo. La disposición de las obras recrea el modo en que se presentaban las colecciones en el siglo XIX”. Así, “este tipo de distribución permite disponer en el espacio un mayor número de piezas”. El recorrido está planteado: “Cada familia va a decidir el tiempo que quiera dedicarle a Museo secreto -retoma Arthagnan-. Queremos que todos descubran, discutan y piensen juntos”.