Es el caso del femicidio de Débora Díaz, seis veces apuñalada por su ex pareja en su casa de Pilar. Brian Montenegro tenía restricción perimetral y le dieron 22 años de prisión.

Parece ser que el Poder Judicial es cómplice de la violencia machista que le arrebató la vida a la mujer de 27 años frente a sus tres pequeños hijos. Para los jueces no fue suficientemente grave la forma en que Montenegro protagonizó el femicidio. Los testigos de tal aberrante hecho fueron los niños que declararon bajo cámara Gesell.
Frente a este problema, que no alcanza el grado de impunidad, no caben dudas de que la capacidad de culpabilidad del acusado se hallaba al momento del hecho, reducida. Estaba profundamente enamorado de la víctima, a pesar de sus escasos veinte años le había propuesto en matrimonio, dice el fallo del Tribunal 4.
Y continúa: Estaba angustiado por la actitud expulsiva de su amada, intentó dialogar con la misma, pero la afirmación reseñada, en tales términos, mermó su capacidad reflexiva.
Montenegro, de 23 años, tenía una restricción perimetral al domicilio de Débora, su ex pareja. Pese a eso, la asesinó de seis puñaladas frente a sus hijos en su casa del barrio Manzone, de la localidad Villa Astolfi, en Pilar el pasado febrero de 2016. La semana pasada la Justicia de San Isidro condenó al femicida a 22 años de prisión.
La noche del crimen Montenegro estuvo varias horas rondando en el barrio Manzone. Bebió alcohol en exceso hasta que decidió violar la medida impuesta por la Ley e ingresó a la vivienda con una cuchilla y le dio seis puñaladas a Débora frente a sus hijos: dos en la zona cervical, una en la dorsal, una en la cabeza y dos en el torso justo debajo del seno izquierdo que fueron los que le produjeron la muerte. Sin embargo, para los jueces del Tribunal 4 de San Isidro no fue un femicidio.
Tras protagonizar el hecho Montenegro huyó y se escondió en un campo durante 24 horas y después se entregó en la en la comisaria 1ª de Pilar.
Débora trabajaba en una Cooperativa, sus compañeras la recuerdan como una gran luchadora, una mujer que vivía por sus hijos. Y cuentan que ella empezó desde abajo, que tuvo una vida muy sufrida y que fue una gran persona.
En el juicio Montenegro se victimizó, lloró todo el tiempo, reconoció haber cometido el crimen y pidió disculpas. Por esto la a Fiscalía de Genero de Pilar sostiene que es una estrategia que el imputado utilizó para que los jueces le den una pena más leve y de hecho lo logró.
Los jueces no tuvieron en cuenta que Montenegro la asesinó de seis puñaladas frente a sus tres hijos, explica a Tiempo Lucia Ransenberg, del Observatorio de Género de Pilar.
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