La cantante y compositora argentina radicada en Nueva York regresa para presentar el proyecto "Folk & futurismo". Un camino que une comunidad, raíz y vanguardia.

Rei, nominada al Grammy, colaboradora de John Zorn y figura clave del jazz y afines global, suma así una nueva escala a un recorrido que la llevó a trabajar con Bobby McFerrin, Marc Ribot y Mike Patton, entre muchos otros, y a convertirse en una de las primeras artistas argentinas en participar del Tiny Desk de NPR. Su música, un tejido que une ritmos sudamericanos, exploración vocal, electrónica y tradición afrolatina, nació entre Buenos Aires, Boston y Nueva York, y hoy encuentra un nuevo pulso en un proyecto que piensa la raíz desde el futuro.
Cuenta que este regreso ocurre en un momento particular de su vida. Trae música nueva para compartir y, además, viene con tiempo: “Yo enseño en la Universidad de Nueva York y estoy con un año sabático. Esta vez me voy a quedar dos meses en la Argentina”. El motor del viaje es Folk & futurismo, un proyecto que viene elaborando hace años. “Vamos a hacer un adelanto de un álbum, que tendrá otro nombre y que es parte de este proyecto”, explica. El concepto surgió después de Umbral, su disco de 2021, “el umbral a un mundo musical muy distinto a lo que yo venía haciendo”, uno que incorpora tecnologías digitales, electrónica e instrumentos no tradicionales. Por eso describe el nuevo trabajo como “una producción electrónica, pero con elementos de músicas de raíz folklórica de toda Latinoamérica y neo soul, funk y pop experimental en el combo. Lo vamos a presentar con pompa y circunstancia el año que viene, cuando salga el álbum en abril”.
La obra se grabó en múltiples ciudades de América Latina y Estados Unidos, en colaboración con artistas de diferentes países: La Charo y Mariana Baraj (Argentina), Gaby Moreno (Guatemala), Daymé Arocena (Cuba), Mireya Ramos (Puerto Rico) y Las Añez (Colombia). “Es un combo bien potente e interesante”, resume.
En Buenos Aires estará acompañada por dos viejos cómplices musicales: Manu Sija y JC Maillard. Rei afirma que con ellos tiene un funcionamiento muy particular: “Es como minimalista pero expansionista, porque los dos son multiinstrumentistas, son dos animales que tocan 50 instrumentos”. Ese abanico les permite transitar con naturalidad entre electrónica, ritmos tradicionales, pop experimental y grooves afrocaribeños.
La vida de Rei está atravesada por las mismas problemáticas que afectan a cualquier artista contemporáneo: la omnipresencia del algoritmo. Al respecto, también es directa y frontal: “Me llevo muy mal con eso”. No es solo una frustración personal: es un diagnóstico sobre el sistema que regula la visibilidad. “Una canción de cada un millón tiene una viralización espontánea. Lo demás depende de condiciones económicas que los artistas independientes no tenemos. No tenemos el dinero para estar poniendo tanto en las plataformas de streaming, que dominan la forma en que la gente escucha música, ni en las redes sociales. Es mentira que las cosas se democratizaron porque todos podemos subir nuestras cosas a YouTube”.
Tampoco quiere vivir actualizando sus redes. “Yo no hago contenidos, hago música. No me interesa sentarme delante de una cámara mientras estoy corriendo en el gimnasio y contarte qué comí. Siento que al final todo eso empodera mucho más a la tecnocracia que a la comunidad musical”. Por eso se concentra en colaborar con artistas que están en la misma búsqueda. “Me parece más importante fortalecer esa red. Existe un universo por fuera del mainstream, de música independiente latinoamericana hecho por mujeres. Quiero empoderar ese circuito”.
Creció escuchando folklore argentino y nueva trova cubana, pero su formación profesional comenzó en la música clásica. Del Conservatorio Nacional pasó al jazz y luego llegó Boston y Nueva York, donde se abrió otra dimensión: la inmensidad de la música latinoamericana fuera de la Argentina. “Cuando me mudé a Estados Unidos, ni bien puse play en un disco de Mercedes o de Silvio, me generó una nostalgia enorme. Porque, claro, estaba con 30 grados bajo cero, bajo la nieve, en un universo cultural muy diferente. Y ese reconectar me resultó muy importante. Entendí que ahí estaba el alma de la música que a mí me convocaba”.
“Descubrí a Latinoamérica estando fuera de Latinoamérica”, confiesa. Ese proceso incluyó músicas afroperuanas, venezolanas, colombianas, caribeñas y del norte de Brasil. “Fue un descubrimiento alucinante encontrar los puntos en común”. Folk & futurismo se nutre justamente de esos cruces y va por muchos más.
Viernes 18 de diciembre a las 20:30 en La Tangente, Honduras 5317 (CABA).
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