La Campaña Nacional de Seguimiento contra Sarampión, Rubeola, Paperas y Poliomelitis es para bebés, niños y niñas de 13 meses a 4 años inclusive. Se realizará del primero de octubre al 13 de noviembre. "El riesgo de reintroducción de esas enfermedades es permanente", alertó Vizzotti.

Está destinada a bebés, niños y niñas de 13 meses a 4 años inclusive (es decir, hasta justo antes de cumplir 5), y se orquestará del primero de octubre al 13 de noviembre en todo el país. Una campaña intensiva con una población objetivo de 2 millones 382 mil personas. Dentro de ese grupo, se estima que hay 713 mil niñeses susceptibles. Es lo que se calcula desde la campaña anterior –en 2018- por el pequeño porcentaje de falla en la respuesta inmunológica, sumado a quienes no hayan recibido su dosis de calendario.
Se aplicará una dosis adicional, gratuita y obligatoria de las vacunas Triple Viral (contra sarampión, rubéola y paperas) e IPV (contra poliomielitis), más allá de las dosis recibidas previamente. Es gratuita, obligatoria y no requiere orden médica. Además, es co-administrable con otras vacunas. Y si un nene o nena la recibe a punto de cumplir cinco años, luego deberá completar su esquema obligatorio según calendario (la dosis adicional no completa esquemas, es una dosis extra).
Se busca fortalecer la cobertura a nivel poblacional y deben inocularse todas las infancias comprendidas en el rango etario señalado, aún si a los 12 meses recibieron la vacunación del calendario (la campaña tiene una extensión de seis semanas entre otras cosas para que quienes acaban de recibirla al año puedan dejar un lapso de cuatro semanas para volver a aplicársela). La campaña anterior de este tipo para sarampión se realizó en 2018, y para polio en 2014.
“Buscamos llegar a una cobertura del 95 por ciento para que si ingresa alguien con sarampión no encuentre población susceptible”, explicó la ministra de Salud, Carla Vizzotti, en un encuentro para presentar la campaña en la cartera sanitaria. Para ser efectivo, ese porcentaje debe ser homogéneo en su distribución geográfica en todo el país. “En Brasil hay brote (de sarampión). En Europa y Asia hay circulación. Acá tenemos eliminada la enfermedad y si hay un caso hay estrategias de control. Los viajes y la globalización implican riesgos de reintroducción permanentes de la enfermedad, que se disemina si hay susceptibles”, planteó.
En ese sentido, aludió al impacto que puede tener el mundial de Qatar, en noviembre. “Como todo evento masivo, aumenta el riesgo cuando hay mucha gente junta de distintos lugares en muy poco tiempo. Pero aunque no hubiera Mundial, el riesgo está”, apuntó ante una pregunta específica sobre el tema. Y recordó que en 2010, tras el Mundial de Sudáfrica, ingresó un adulto con la enfermedad y hubo un pequeño brote en el norte del conurbano bonaerense. De todos modos, en las últimas dos décadas, el brote más importante de sarampión fue en 2019 y logró controlarse antes que la Argentina perdiera el estatus de país libre de esta patología. En cambio, la región de las Américas sí lo perdió por la situación en Brasil y Venezuela.
Además de los hospitales y vacunatorios habituales, cada distrito definirá si implementa estrategias de descentralización para ampliar la llegada de la campaña. El primero de octubre, por caso, se lanzará en Tecnópolis y allí habrá también opción de inocularse.
Para poner en marcha esta Campaña Nacional de Seguimiento se destinó un presupuesto de más de 2800 millones de pesos, que incluyó la transferencia de 283 millones a las provincias. Como remarcó Vizzotti, el mecanismo de vacunación masiva está aceitado por impacto de la pandemia de Covid-19, pero se trata de una campaña de mayor dificultad en cuanto a que no hay percepción del riesgo instalada. “Es una fortaleza adquirida, ahora el desafío ahora es llegar con el mensaje”, remarcó la ministra y señaló que se está trabajando con Educación para definir cómo acercar la importancia del tema a las escuelas. “Hubo una disminución de los niveles de cobertura y el riesgo de reintroducción es permanente”, insistió Juan Manuel Castelli, subsecretario de Estrategias Sanitarias.
El impacto de la pandemia en la disminución de la cobertura de las vacunas obligatorias es un fenómeno que ya se venía señalando como preocupante, no sólo en Argentina. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, 23 millones de niñes se quedaron sin las vacunas básicas administradas a través de los servicios de inmunización sistemática en 2020. Es decir, 3,7 millones más que en 2019.
LAS CLAVES DE LA CAMPAÑA:
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