La última Feria del Libro fue el disparador de una serie de consideraciones sobre la situación del mundo editorial en medio de una crisis económica aguda y con un gobierno que desprecia la cultura. La Unión de Escritoras y Escritores lanzó un documento sobre el tema.

“La Unión de Escritores y Escritoras (UEE) se constituyó –dicen sus integrantes- como una alternativa a organizaciones más tradicionales, buscando una representación más activa y enfocada en los derechos laborales de los escritores”.
Dando por sentado que la cultura no es una isla, la UUE se ha manifestado a través de sus páginas acerca de distintas problemáticas que atañen a los trabajadores del mundo del libro.
En esta oportunidad, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que cerró sus puertas el 12 de este mes da lugar a una serie de consideraciones transmitidas a través de un documento que se reproduce a continuación.
2025 empezó con el alerta de que la industria del libro está en situación más que preocupante: el INDEC informó que la mitad del parque industrial del rubro Ediciones e Impresiones se encuentra paralizado.
Esto provoca, como ha ocurrido en otros períodos, que las empresas editoriales hagan una gran apuesta en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. No por bonanza, entonces, sino por necesidad imperiosa y, a veces, por desesperación. Pero al igual que el año pasado, la crisis es de tal magnitud que, sobre todo las pymes, no pudieron igualar la cantidad de novedades habituales en la Feria.
La industria tiene una tradicional opacidad en sus números de producción, circulación y resultados. Sin embargo, algunos se conocen, como las ventas en los días de las Jornadas Profesionales. En ellas las toneladas al exterior cayeron de 12, en 2024, a 4. Si se agrega a ello la jibarización del Programa Sur de apoyo a las traducciones, se puede deducir que la proyección del libro argentino al mundo se encuentra cada vez peor.
Del mercado interno no es necesario precisar mucho, cuando hay un cierre paulatino de librerías y, como se ha dicho, las novedades merman. Y aunque se festeje que este año las bibliotecas populares trajeron más dinero que el año anterior a la Feria, es necesario aclarar que por unidad rendirá menos que en 2023.
Nada de esto resulta una novedad, ni indica que vaya a cambiar, con un gobierno al que ya hemos calificado como hostil a la cultura y la educación. Por eso tampoco puede que rindan demasiados frutos las palabras condescendientes. Porque a juzgar por las que utiliza el propio presidente de la Nación, más que los bellos términos son de su gusto las groserías y agresiones.
En esa línea de bochorno se manifestó el secretario de Cultura Leonardo Cifelli, que olvidó pedir disculpas por la memoria mancillada de Osvaldo Bayer, cosa que le recordó un grupo de escritores.
En cuanto a lo actuado por la Unión de Escritoras y Escritores (UEE) podemos estar más que satisfechos. La iniciativa sobre la Inteligencia Artificial tuvo una declaración previa que firmaron 170 escritores, a la que adhirieron la SEA y el PEN, y una mesa redonda organizada por la UEE en la que participaron representantes de las asociaciones de dibujantes (ADA), traductores (AATI) y del Foro Internacional de Autores. Además, organizamos otras dos actividades relevantes.
La primera, en la que se informaron los resultados preliminares de la encuesta “¿De qué viven las escritoras y escritores en la Argentina?”, a cargo de las especialistas de Conicet y Universidades Nacionales Sobre 870 escritores de todo el país más del 60% obtiene sus ingresos principales a través de la docencia. Un porcentaje ínfimo vive de los derechos de su obra.
El 80% no está afiliado a un colectivo de escritores que defienda sus derechos. La segunda, en la que se presentó un relevamiento sobre las ediciones de autor con información clave y recomendaciones, pronto disponible en nuestra web. Finalmente, auspiciamos la mesa, con presencia internacional, “Las bibliotecas y su importancia para fortalecer los derechos de autor”, dedicada al tema de Derecho de Préstamo Público, vigente en más de 35 países pero aún no en América Latina.
Todo esto y lo que más se pudiera decir lleva a una de las conclusiones inevitables. Porque resulta claro que la organización de los autores a través de sus entidades representativas es cada día más necesaria. Nos lo debemos, para mejorar las condiciones en que realizamos nuestro trabajo; y se lo debemos a los lectores.
Unión de Escritoras y Escritores
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