Yamile Burich: “Tocar con Los Piojos es un sueño y el escenario es una fiesta”

La saxofonista y compositora de jazz Yamile Burich se presenta este jueves en La Tangente con su sexteto, y en febrero tiene fecha en Bebop Club con su grupo Argentas, un trío sin batería que hace más composiciones de la autora y “música argentina con Ornella Contreras en el piano y Lara Fichera en contrabajo y voz”. Eso sin contar sus próximas presentaciones en los shows del 25 y 26 de enero que le quedan pendientes a Los Piojos (“Me muero de ganas porque lleguen esas fechas”) y la de Cosquín Rock.

Argentas se asemeja a un proyecto similar de Burich de 2014, el quinteto Yamile Burich & Jazz Ladies. “El grupo siguió, se fue transformando, y después de la pandemia yo grabé Bardo (con composiciones mías) y otros discos con otros músicos, y ahí empecé a probar otras cosas”. Con el quinteto viajó por Latinoamérica y tuvo mucho éxito, pero como a todos, la pandemia le cambió el rumbo. “Era más tradicional, más estándar, más bopero, digamos”.

Burich no señala un momento o un punto de cambio, sino que para ella es un proceso. “En Bardo es donde se nota. Mucha gente dice que es más tanguero. Y con Argentas hacemos un tema de Gilda. Siento la necesidad de hacer otras cosas, pero como una cuestión de la creación”. Cambios que también tienen que ver con el rock. “Estoy tocando mucho rock con Los Piojos, pero también tiene mucho que ver con la información, porque es como mis inicios”.

La necesidad de probar cosas nuevas no es nueva en Burich, pero sí el rumbo que ha tomado. “Es una búsqueda interior mía a través de la música. De buscar mi voz. Y también es una necesidad: cambiar es vivir y para mí vivir es tocar. Entonces siento esa necesidad de ir buscando distintos caminos. Porque uno no siente lo mismo cuando tiene 20 que cuando tiene 30 o 40. Hay una especie de maduración en la vida. Incluso este grupo (Argentas) es con chicas muy jóvenes, tienen esa frescura. En cambio Ladies era más de mi generación, estábamos todas en los 30”.

“Y yo soy muy curiosa; hace poco hice lo de María Elena Walsh (Cantando al sol, 2024, con 13 canciones de María Elena Walsh en versiones jazzísticas instrumentales). Es ese entusiasmo que no hay que perder. Y siento que tocar con músicas nuevas también me pone a mí en otro lugar tocando: vienen con otra información. Y lo que más quiero en la vida es aprender”, agrega.

Burich no piensa que las jóvenes le dan más bola que a otras “viejas”, sino que “necesitan ser escuchadas, y cuando me dan una nueva fecha en Bebop y propongo al nuevo grupo, no voy a tocar con la gente que ya tiene un renombre. Siento que darles trabajo hace que te den bola”. De hecho, sin ser lo mismo porque no era una recién iniciada, Burich llegó a Los Piojos porque Ciro la vio en un homenaje a Charlie Parker, su gran ídolo en el saxo. “Él vino con los hijos de casualidad y después de escucharme me invitó a los Movistar para que toque con Ciro y Los Persas. A mí también me dan oportunidades y siento como esta misión de también darle oportunidades a otras personas”.

Como tantas chicas y chicos en el país, en su Tartagal natal (nació en Rosario por una mudanza momentánea de su familia, pero la mayor parte de su infancia vivió en esa localidad salteña), Burich se formó en piano en un instituto local (“Elena era mi maestra, la mamá de un compañero de la escuela), que sin apoyo estatal difícilmente habría existido. “Vivíamos en Tartagal, y cuando cerró YPF -mi papá trabajaba ahí- nos fuimos a Salta capital, donde estudié en el conservatorio estatal. Cuando empecé no tenía saxo y ahí, gracias al municipio, me prestaban el instrumento. Es muy importante dar oportunidades para la formación de gente joven”.

El 2024 de Burich puede decirse que fue a contramano de lo que vivió la cultura en general y el arte en particular: con un final con llenos totales en El Único de La Plata en las presentaciones de Los Piojos. “Fue como magia, un sueño, porque son temas de mi adolescencia. Y con una libertad, un goce, un juego: ellos la viven como una fiesta y lo transmiten al público. En el escenario también es una fiesta. Y todo muy relajado, muy espontáneo. Hice shows mainstream, y la verdad que no se viven tan relajados”. Y eso en un año al que no le faltaron satisfacciones. “Me pasaron muchas cosas. Fue un año fantástico donde viajé mucho como música, estuve en Colombia, varias veces en Uruguay, aprendí a manejar jajaja: ¡saqué la licencia de conducir! Y después de estar 2023 con Abel Pintos, este año me dediqué mucho a mi música también y toqué mucho. Es de lo que más me gusta”.

Pero no por eso Burich pierde de vista el estado general de las cosas (“estuve mandando invitaciones para La Tangente y sé que la mayoría no tiene un mango y me dice: ¡sí dale, voy a estar!”). “Es durísimo que cierren establecimientos que le dan posibilidades a las personas de ser, crecer, ser felices. De tener un por qué en la vida. Me parece un poco surrealista lo que está pasando. Y siento que la música me ayudó mucho tanto económica como mentalmente para no estar tanto aquí. Como un escape. Y creo también que en la Argentina está mucho esta cosa de ir y venir, es muy inestable desde que tengo uso de razón. Entonces como que estamos acostumbrados a inventar todo el tiempo, a reinventar”.

Esa fe y esperanza, sin embargo, no la llevan a imaginar o tener expectativas sobre el año que inicia, que para ella comienza muy bien. “No sé”, dice por todo concepto, y ríe. “No tengo idea. Generalmente no pienso mucho. Me imagino haciendo proyectos, escribiendo música nueva, estoy muy contenta con Argenta porque siento que es un grupo que tiene mucho potencial (tenemos ya una gira cerrada por San Juan). Siempre me acuerdo del dicho: sigue haciendo lo que vienes haciendo”.

Yamile Burich en concierto

En La Tangente, jueves 16 de enero, a las 21, Honduras 5317, Capital Federal.

Con Argentas, el domingo 23 de febrero, 21:30 hs, Bebop Club (Uriarte 1658, Capital Federal.