La Argentina es cada vez más desigual. Según datos del Indec de la semana pasada, se amplió la brecha de ingresos entre ricos y pobres, lo que derivó en un incremento del índice de desigualdad. Todo esto en el primer trimestre de este año, pero marcando una tendencia ascendente desde hace un año, al menos.

La actual acentuación de la desigualdad es posterior a un período en el que la misma tendió a reducirse por el incremento de la actividad económica. Esto sucedió a lo largo de 2017 como parte de la política del gobierno nacional encarada con el objetivo de ganar las elecciones de medio término.

Los efectos sociales de esas acciones se vieron con mayor fuerza en la segunda mitad de ese año. El índice de Gini de ese período cayó a su nivel más bajo de la era macrista, a un nivel de 0,417. Este índice va de cero a uno, siendo cero la igualdad absoluta y uno, la desigualdad absoluta.

En aquel momento, el Gini acumulaba tres trimestres consecutivos de caídas, lo que marcaba un descenso de la desigualdad.

Pero los datos del primer trimestre de este año indican que la tendencia es exactamente la contraria.

El índice de Gini fue del 0,447, y es el tercer trimestre consecutivo en el que se da un incremento respecto del trimestre anterior. Pero, a diferencia del ciclo anterior marcado por el descenso, todos los datos indican que seguirá la tendencia alcista en los próximos meses, marcando una mayor desigualdad. Esto porque los datos de pobreza, caída del ingreso de los trabajadores y pérdida de puestos de trabajo se acentúan (ver nota principal).

Pero la desigualdad tiene dos polos; mientras uno se empobrece, el otro se enriquece. Y esto es lo que marca el Indec.

De acuerdo con el organismo estadístico oficial, el 10% más pobre de la población tiene ingresos que representan al 1,5% del total. En contraste, los ingresos del 10% más rico equivalen al 32,8 por ciento.

Estos datos tienen dos lecturas. De un lado, los más pobres reciben cada vez menos. En la anterior medición, sus ingresos representaban el 1,6% del total.

Del otro, los ricos reciben cada vez más. En el cuarto trimestre, sus ingresos representaban el 32,3% del total. Los cambios no son menores e indican una acentuación de las diferencias entre los extremos.

Mirado con un poco más de perspectiva, los ingresos del 20% más rico de la población equivale al 49,8% de los ingresos totales.

Un año atrás, el decil (equivale a un 10%) más rico de la población recibía ingresos que eran 20,2 veces mayores que los que recibían los miembros del decil 1, el de menores ingresos. Ahora, esa diferencia se incrementó a 21,2 veces.

Todos los datos hablan de una regresión en la distribución del ingreso, provocada por la caída del poder adquisitivo, pero también por la concentración de la riqueza en menos manos.

En los sectores de menores ingresos pesa la caída del poder adquisitivo del salario, la pérdida del empleo y la escasez de changas que suplanten la falta de trabajo estable.

Del otro lado, los negocios financieros con remuneraciones por fuera de cualquier parámetro económico acentúan la riqueza y la multiplican.

Bajo la férula del respeto del acuerdo con el Fondo Monetario, esta situación tenderá a acentuarse. «