Manual para llegar a Rusia 2018 sin sufrir en el intento

Por: Roberto Parrottino

La Selección quedó como en trance después de Uruguay y Venezuela. En zona de repechaje, no es la primera vez que Argentina lidia con los nervios. Opinan Rendo, Camino, Sergio Vázquez y Bolatti, protagonistas de otras Eliminatorias traumáticas.

El 5 de octubre en Buenos Aires y el 10, en Quito, la Selección argentina tendrá por delante a rivales mucho más complicados que Perú y Ecuador, dos selecciones dirigidas por argentinos –Ricardo Gareca y Gustavo Quinteros–, porque si existe la posibilidad, que sea con morbo: los argentinos pueden dejar afuera de Rusia 2018 a los argentinos, cierre del círculo de estas Eliminatorias caóticas con tres técnicos en el banco de la Selección.

La clasificación holgada a Corea-Japón 2002 con Marcelo Bielsa, el entrenador que más partidos ganó en la historia de las Eliminatorias, aparece en el tiempo como una excepción. Si Argentina le gana a Perú y a Ecuador se clasificará sin preámbulo a Rusia. De antemano, sin embargo, los jugadores argentinos deberán luchar contra el miedo y el sufrimiento, en mente y cuerpo. No serán los primeros (y tampoco los últimos). Argentina lidió en el pasado reciente y un poco más allá con esa pelota de nervios, al punto de quedarse afuera de un Mundial.

Lo sabe Alberto Rendo, autor del segundo gol el 31 de agosto de 1969, cuando Argentina empató 2-2 ante Perú en La Bombonera y se quedó sin México 70, la última vez sin la Selección en una Copa del Mundo. «Jamás tuve miedo ni sufrí: mi fuerte era la cabeza», dice Rendo, 77 años, captador de talentos en San Lorenzo, pasado de mediocampista exquisito. «No hay que hacerse mala sangre. Al contrario: el que se apura, se equivoca. Pero es personal. No estaba en la cabeza de Pachamé, de Rulli, de Yazalde». Esa fue la primera y única vez que Argentina no se clasificó a un Mundial vía Eliminatorias. «Los de hoy son grandes jugadores y deben superar la presión –sostiene Rendo–. Si no, no son grandes jugadores. Esto que pasó con Venezuela les ha servido. Tienen que reunirse, charlar en las habitaciones, salir a jugar el orgullo, demostrar personalidad, pensar que se puede».

Julián Camino puede medir la situación desde afuera y adentro de la cancha. Fue titular ante Perú en el Monumental en 1985, cuando la Selección clasificó en el último suspiro por el gol de Gareca, el 2-2 que sirvió de pase a México 86. Y también fue ayudante de campo de Alejandro Sabella en el seleccionado. «Hay mucho nerviosismo, te estás jugando un montón de cosas en una situación complicada –dice Camino–. Pero creo que se va a imponer la categoría de los jugadores y van a sacar adelante los partidos. No hay que cargarlos mucho. Ellos ya saben, y no tengo dudas de que están en los países de sus equipos jugando pero pensando en Argentina. Son conscientes de lo que se van a jugar». A Camino el 1-1 del martes ante Venezuela le recordó a la final frente a Alemania en el Maracaná. «Porque cuando tenés las posibilidades de gol y no las metés, se te complica todo –dice–. A nosotros nos pasó en la final de Brasil 2014. Esto es así, y tampoco hay excusas, porque jugaste contra Venezuela, el último, y se te viene todo encima».

La única vez que Argentina jugó el repechaje –la Selección ocupa hoy esa posición, y disputaría la serie con Nueva Zelanda– fue en 1993. Empató 1-1 con Australia en Sydney y se impuso 1-0 en el Monumental: entró al Mundial de Estados Unidos 94. «Nosotros también la pasamos muy mal –recuerda Sergio Vázquez, titular en la zaga en ambos partidos–. Uno lo que tiene que hacer es agruparse, no escuchar, dejar que todo pase y fluya. No tengo dudas de que vamos a estar en Rusia. Cada uno, dentro de la cancha, tiene que acordarse de que el que está al lado es el hermano del alma, defenderlo a morir, porque nadie se olvida de jugar al fútbol». Integrante del plantel que ganó la Copa América de Ecuador 1993, último título de la Selección mayor, Vázquez traza un paralelo entre aquel repechaje con Australia y esta actualidad: «Nosotros nos quedamos todos juntos, encerrados, sin escuchar a los demás, sino a nosotros mismos. El otro día se notaba el clima de Eliminatorias, que es complicadísimo. Hubo chicos que quisieron demostrar de más, como Pizarro, que trasladaba mucho la pelota. Hacer cosas de más no te ayuda, empeora».

El volante central Mario Bolatti juega en Boca Unidos de Corrientes, en la B Nacional. Metió el gol ante Uruguay en el Centenario, el 1-0 que clasificó a la Argentina dirigida por Diego Maradona a Sudáfrica 2010 en la última fecha de las Eliminatorias. «Desde mi experiencia –cuenta el cordobés–, cada uno trata de abstenerse de todo el entorno, de todo lo que se comenta. Esa es la forma de superarlo, con los amigos, familiares, y sobre todo con el grupo, que para eso está: para contener y, en cierta forma, mediante una charla, soltarse, descargarse». Bolatti entrega algunos tips para los jugadores que serán convocados por Jorge Sampaoli: «El drama no viene bien. Si es necesario, hay que buscar ayuda en otro lado, psicológica. Somos todos seres humanos y no todos reaccionamos de la misma manera. Todos tenemos cabeza, todos pensamos, pero por ahí distraerse un poco, sirve. Estoy convencido de que es así».

Las respuestas a los interrogantes de por qué muchos futbolistas no juegan como en sus clubes –Lionel Messi, Paulo Dybala y Mauro Icardi metieron dos goles en los últimos partidos en Barcelona, Juventus e Inter antes de sumarse a la Selección– se encuentran a veces fuera de los conceptos técnicos y tácticos. Porque el dolor de perder, apuntan investigaciones neurológicas, es aproximadamente dos veces más fuerte que el placer de ganar. «Se juega mal o se juega bien –dijo esta semana el jugador español Esteban Granero en una entrevista con el diario El País–, y si empieza el partido y fallamos los primeros pases y perdemos los primeros balones, juegas cuesta arriba y ellos cuesta abajo». No hablaba de Argentina-Venezuela. Aunque podría ser una descripción de lo que se juega la Selección.

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