La línea de pobreza para una familia tipo fue estimada por el Indec en $ 1.001.466 para noviembre. Alrededor de la mitad de la población no reúne ingresos suficientes para superar ese piso.

La cifra engloba todos los bienes y servicios necesarios para un hogar compuesto por una pareja y dos hijos pequeños. El valor representa un incremento de 1,5% con relación a octubre, 102% en lo que va del 2024 y 156,5% en comparación con el mismo mes del año pasado.
En tanto, la canasta básica alimentaria (CBA) para ese mismo grupo familiar alcanzó a valores de noviembre los $ 439.240. Ese es el costo de los productos necesarios para asegurar la correcta alimentación del grupo familiar. El precio de esa canasta subió 1,1% en el mes, 82,5% desde enero y 137,4% interanual.
Para el cálculo de la canasta alimentaria, el Indec considera las necesidades calóricas de los integrantes del hogar en función de los hábitos de consumo de una encuesta especialmente realizada a tal efecto. Al resultado se lo multiplica por un coeficiente que explica la relación entre esos gastos y los que la familia aplica a otros bienes y servicios, para llegar a la canasta básica total.
La diferencia en la evolución de ambos indicadores da cuenta de un matiz de la inflación que se fue consolidando en los últimos meses: la variación de los alimentos alcanzó un ritmo relativamente bajo y los que motorizan la suba de precios son otros bienes y servicios, como las tarifas y precios regulados por el Estado. Eso explica que la canasta alimentaria haya aumentado menos que la total, y que esta a la vez haya quedado por debajo del índice de precios al consumidor (2,4%), que incorpora otros productos por fuera de las necesidades básicas.
Las cifras, que pueden variar de acuerdo a la composición de cada grupo familiar, sirven como referencia para trazar las líneas de pobreza e indigencia. El Indec considera pobre a todos los integrantes de un hogar en el que los ingresos de sus componentes no alcanzan para cubrir los gastos de la canasta básica total, mientras que aquellos en los que no se lleva a solventar el costo de la canasta básica alimentaria son considerados indigentes.
En su última medición, publicada en septiembre, el organismo concluyó que en el primer semestre de este año la pobreza alcanzó al 52,9% de la población, mientras que la indigencia llegó al 18,1%. Esas cifras son muy superiores a las registradas en la segunda mitad de 2023.
Actualizaciones privadas de esos informes dan cuenta de que, si bien hubo una leve reducción, la proporción de pobres e indigentes sigue en niveles elevadísimos, lo que indica que, aun con una inflación en baja, los ingresos populares siguen estando muy lejos de satisfacer las necesidades básicas.
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