Un estudio del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV arroja resultados contradictorios en el sector de la alimentación que permiten sacar conclusiones a nivel general.

Es que, el gobierno apuesta a hacer frente a la inflación a partir de la recesión económica. Una caída del consumo, razonan, debería forzar a empresas y comercios a reducir sus márgenes de ganancias por la vía de los precios aminorando el traslado de la devaluación a la inflación.

En alguna medida es lo que ocurrió con la fuerte suba del tipo de cambio que implicó la salida de la convertibilidad en 2002 que no se tradujo automáticamente a precios precisamente por el cuadro recesivo que arrastraba la economía nacional.

En el caso de los alimentos, sin embargo, en la Argentina de hoy no ocurre lo mismo. Por el contrario, los precios en lo que va del año en algunos casos  superan el índice de inflación acumulada y también la devaluación. El caso más resonante es el de la harina de trigo que, en apenas seis meses, se incrementó en un 87,7%. Pero lo huevos subieron un 50,2%, el pan francés un 35,9% y el arroz blanco un 34,2%. Gran parte de este fenómeno se explica por la combinación entre devaluación y quita de retenciones que traslada al mercado interno los precios internacionales.

A nivel general, la suba de los alimentos y bebidas no alcohólicas durante el primer semestre de este año fue de un 17,3% según el IPC nacional. Para el IPC CABA, los rubros que más aumentaron en este período fueron: Pescados y mariscos (25,8%), Pan y cereales (22,3%), Bebidas espirituosas, destiladas y licores (21,5%), Aceites y grasas (21,0%) Carnes y derivados (16,3%).

Curiosamente, estas subas se dieron en un contexto de fuerte contracción del consumo y de la producción en el sector.

De hecho, la alimentación ostenta durante los primeros cinco meses de 2018 el uso de la capacidad instalada más bajo de los últimos 17 años. Se trata de la utilización de apenas un 63% de la potencialidad existente mientras que en 2002 el registro había llegado hasta un 64%. Fue en 2009 cuando ese indicador alcanzó un pico del 77%. De 2015 a esta parte, además, la industria destruyó más de 2.300 puestos de trabajo.

Según el informe, “el estimador industrial del Indec registra una caída en más de la mitad de rubros alimenticios”. Por caso,continúa, “en el primer semestre de 2018 se verificaron retrocesos en la producción de lácteos (-16,1%), carnes blancas (-7,1%), bebidas (-2,2%) en comparación a lo elaborado en igual período de 2015”. Durante el mismo período a nivel global el sector arrastró una caída del 1,5%.

Por el lado del consumo, además, “en lácteos se redujo en 22,9%, frutas y verduras en 15,9%, carnes en 14,6% y panificados en 13,1%”. Con todo no fue suficiente todavía para operar como un anlca para los precios.