La sorprendente historia de Argentina ha dejado varias lecciones para Latinoamérica en las últimas décadas.

La construcción del primer estado de bienestar bajo el liderazgo de Perón y Evita, entre 1945 y 1955, fue la lección práctica de que en América Latina podíamos tener economías industriales dinámicas y sociedades equitativas.

La resiliencia del peronismo perseguido y los miles de no peronistas que se opusieron a la dictadura militar durante décadas hasta derrotarla fue la lección  de que la democracia también puede enraizarse en la cultura política de quienes habitan tierras latinoamericanas.

El enjuiciamiento y sentencia a los militares genocidas, respetando  las normas del derecho internacional, fue un hecho histórico único en Latinoamérica, precursor del Tratado de Roma y de la Corte Penal Internacional. La lección fue que la impunidad de dictadores genocidas no es el precio que debe pagar la democracia en América Latina para estabilizarse.

El desmontaje del modelo neoliberal macrista para recuperar producción, consumo, crecimiento y equidad, será lento y difícil. Deberá concitar la acción conjunta de Estado, empresarios, trabajadores, profesionales de libre ejercicio, académicos, articulados por un liderazgo presidencial sabio. Esa lección comenzó a escribirse el pasado 10 de Diciembre.

Hay desafíos ideológicos, culturales, institucionales que si los argentinos progresistas resuelven adecuadamente pueden transformarse en otras lecciones para los países latinoamericanos con estados neoliberales y sociedades civiles en  ebullición.

Uno de ellos forma parte de las más pesadas mochilas que deja el neoliberalismo macrista. Se trata de la acción articulada con precisión de relojería entre el lawfare y las fakenews, que crea una falsa percepción de la realidad y motoriza ilegalidades de consecuencias terribles. Y que el gobierno macrista utilizó, no sólo contra líderes políticos destacados, como CFK, (Amado) Boudou, (Carlos) Zanini, sino también contra líderes gremiales y de minorías étnicas como el asesinado Santiago Maldonado. Se ha denunciado la existencia en Casa Rosada de una mesa jurídica que decidía a quienes perseguir judicialmente y desprestigiar mediáticamente. Esa mesa de funcionarios que manejaba el mecanismo de relojería que sincronizaba el lawfare y las fakenews dejó de existir el 10 de diciembre. Sin embargo, las agujas del reloj seguirán en el poder judicial y en los medios hegemónicos de comunicación. La lección para Latinoamérica es que los gobiernos neoliberales no creen en el estado de derecho ni respetan los derechos de las personas cuando son opositores a sus políticas. Pero también que una sociedad organizada y movilizada puede sacarlos del poder con sus votos depositados en las urnas.

La relación entre política, legalidad y comunicación social requieren un cambio histórico en la Argentina post neoliberal. Eso lo ansía también el progresismo latinoamericano.

El lawfare o judicialización de la política es la lucha por el poder político manipulando las instituciones jurídicas para destruir adversarios. Al manipular la justicia, jueces y fiscales dejan de ser tales. Se convierten en operadores políticos desde la función judicial o en operadores judiciales al servicio de los políticos. El Estado de Derecho deja de existir y la democracia se debilita peligrosamente.

Las fakenews son una forma perversa de manipulación de la opinión pública y de inventar realidades inexistentes. Son creaciones virtuales, que adquieren existencia en la mente de las personas porque una mentira repetida mil veces se vuelve verdad, como predicaba el ideólogo hitleriano Joseph Goebbels. Y en esta época de imperio de la imagen en el imaginario social, los asesores neoliberales predican que una imagen manipulada convenientemente vale más que mil palabras que sustentan una verdad.

La indagación judicial de CFK, a pocos días de que asuma la vicepresidencia de la nación es una lección práctica de lawfare , como lo calificó la acusada. Y la descalificación de su intervención de tres horas, por la prensa hegemónica argentina, y la no publicación destacada de la misma en los medios latinoamericanos, es una prueba de fakenews neoliberal.

También está activado el poder comunicacional hegemónico contra el nuevo gobierno. Ya opinan y escriben sobre sus fracasos, cuando recién se ha sentado en su oficina de la Casa Rosada el Presidente Alberto Fernández. Y algunos analistas internacionales de distintas nacionalidades escriben en periódicos latinoamericanos cuestiones semejantes.

El cerco jurídico y mediático al nuevo gobierno peronista ya está montado. Es argentino e internacional. Los intereses neoliberales no le darán ni los 100 días de tregua que la corrección política aconseja practicar con cualquier nuevo gobierno, en cualquier democracia del mundo.

La lección para Latinoamérica es que el neoliberalismo argentino en la oposición puede no ser ni democrático ni civilizado.

Lo que haga el gobierno de Alberto Fernández respecto del cerco judicial interno y el mediático, nacional e internacional, puede convertirse en una nueva lección argentina para Latinoamérica. Debería ser una operación que garantice la victoria de la democracia sobre el neoliberalismo.