El mayor riesgo para controlar la circulación del coronavirus no parece ser la falta de una vacuna, sino la resistencia individual a aplicársela. Desde el inicio de la pandemia ya se han infectado de Covid-19 más de 54 millones de personas. Un millón trescientos mil fallecieron. En la última semana dos laboratorios informaron resultados preliminares de la fase clínica de su vacuna que muestran una efectividad superior al 90 por ciento. Y sin embargo cada vez son más las personas que plantean objeciones a dársela. Mientras en la Argentina las encuestas muestran que cae la percepción de riesgo, en EE UU, Inglaterra y Francia otros sondeos reflejan que por falta de confianza el número de vacunados no sería suficiente para generar la inmunidad de rebaño. ¿Cuánto incide la desinformación?

“Se estima que en el periodo 2011-2020 las vacunas han salvado 25 millones de vidas. Eso equivale a 2,5 millones por año, 7000 por día, 300 por hora y cinco vidas por minuto”. La contundente cita corresponde a un artículo elaborado antes de la pandemia por Daniela Hozbor, doctora en ciencias bioquímicas y coordinadora de la Subcomisión de Vacunología de la Asociación Argentina de Microbiología. “El cálculo se hace tomando en cuenta cómo cambió la incidencia de la enfermedad con las vacunas. Han desaparecido enfermedades tremendas como la viruela, que en otra época hacía que algunos padres no bautizaran a sus hijos por un tiempo por temor a que se la agarren. Por eso duele que haya campañas en contra de las vacunas”, dice en diálogo con Tiempo.

Esta semana, la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés demostró que la percepción de riesgo ante el coronavirus está en su punto más bajo desde la llegada de la pandemia al país. En abril, un 72% de los encuestados lo consideraba un virus muy peligroso; en octubre el índice había bajado al 46 por ciento.

El dato coincide con una nueva ola de discursos públicos que cuestionan los desarrollos de vacunas por motivos ajenos a cualquier criterio científico. El caso más reciente es el de la referente de Juntos por el Cambio y ex diputada Elisa Carrió. «No se pongan la vacuna rusa. No se pongan ninguna vacuna que no venga de un país democrático”, aconsejó por televisión.

“Se instaló incorrectamente el tema de dudar de las vacunas”, plantea Hozbor. “La vacuna rusa pasará por los mismos estadíos de evaluación que las demás. ¿Por qué entonces dudar de ella?”, agrega. “Las vacunas solían tardar 15 años, pero por ser más rápidas éstas no tienen menos rigurosidad. De hecho, se les pide lo mismo: que sean seguras y eficaces. Además hay que considerar que para estos desarrollos había conocimiento de vacunas anteriores contra coronavirus que sirvieron y se usaron sus plataformas”.

El dilema de la infodemia

El 4 de febrero, un mes antes de que la Organización Mundial de la Salud considerara al Covid-19 una pandemia, ya hablaba de los riesgos de la infodemia. Se refería a los problemas sanitarios que podía generar la rápida circulación de información falsa sobre el virus. Nueve meses después, un estudio realizado simultáneamente en EE UU y el Reino Unido demostró que la exposición a fake news redujo entre 2 y 7 puntos porcentuales la proporción de personas que “definitivamente aceptaría darse la vacuna”.

La investigación del The Vaccine Confidence Project, una iniciativa de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres con apoyo de la ONU, demostró que esa influencia podía incluso poner en riesgo la esperada “inmunidad de rebaño”, nombre con el que se alude al momento en el que la cantidad de personas con anticuerpos evita que la enfermedad siga circulando.

“Las vacunas sólo funcionan si las personas las toman. La desinformación influye en las ansiedades e incertidumbres en torno a las nuevas vacunas”, explicó Heidi Larson, co-directora del estudio.

El Foro Económico Mundial, consciente de la crisis global generada por la pandemia, encargó a la consultora Ipsos otra encuesta que se realizó en 15 países entre agosto y noviembre. Allí se vio que la proporción de gente dispuesta a darse la vacuna cayó un promedio de cuatro puntos en cuatro meses. Los países menos receptivos a la vacuna fueron Francia (54%), Estados Unidos y España (64%) e Italia (65%), irónicamente cuatro de los que más padecen el virus. “Se decía que con el 60% de personas inmunizadas empezaría a cambiar la situación”, enmarca Hozbor. El riesgo está a la vista.

Los datos preliminares de las vacunas deberían entusiasmar. Tanto el 90% anunciado por Pfeizer como el 92% de Sputnik V son elevados. “Para ponerlo en contexto, las vacunas del Calendario Nacional rondan en su mayoría entre el 80 y el 95 por ciento. Y la de la gripe está alrededor del 60 por ciento. Pero se inmuniza mucha gente y tiene un impacto muy positivo en bajar la circulación del virus. Por eso decimos que es un acto solidario”, finaliza Hozbor.

Debajo de los 10 mil

Esta semana se diagnosticaron 9652 nuevos casos de coronavirus por día en todo el país. Desde fines de agosto que la Argentina no bajaba de las cinco cifras. En el AMBA, la media de contagios fue de 1958, un número que no se alcanzaba desde fines de junio. A pesar de la reducción en las cifras de contagios, las 273 muertes diarias se acumulan en la estadística más dolorosa para el país, que ya esta séptimo en el ranking global de muertos por millón de habitantes.

En 18 jurisdicciones volvieron a experimentarse caídas en el número de contagios, aunque esta semana fueron más moderadas comparadas con los siete días anteriores. En Corrientes, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, La Rioja y San Luis, en cambio, se vislumbraron algunos aumentos. Todos esos distritos, sin embargo, están logrando absorber la demanda de cuidados intensivos. Las provincias más complicadas en ese sentido son Río Negro (con un 90% de ocupación de camas de terapia), Neuquén (84%), Santa Fe (80%) y Chubut (76%).