Mauricio Macri no va integrar la lista del oficialismo en Boca en las elecciones del 8 de diciembre, no tendrá ningún cargo. Y Juan Román Riquelme, presumiblemente, tampoco se meterá de lleno en la política del club antes de su partido homenaje, cuatro días después de las elecciones. Pero quiere manejar de una vez por todas el fútbol de Boca. De momento, la cabeza indescifrable de Riquelme, siempre escurridizo para el poder, apunta a la Bombonera, pero al 12 de diciembre, cuando entre de pantalones cortos. Riquelme sí irá a votar, acaso con gorra de “JR10” y mate bajo el brazo, como hace cuatro años. Cómo rodean a Christian Gribaudo, el candidato del oficialismo, es el punto que despierta especulaciones y operaciones a una semana del cierre de las listas en Boca, la patria chica del macrismo, y sobre todo después de la derrota de Macri en las elecciones nacionales a presidente.

“Nunca hemos tenido una conversación política”, dijo Daniel Angelici, actual presidente de Boca, horas después de que el diario Olé tirase este jueves el rumor de que Riquelme acompañaría como vice a Gribaudo. La semana pasada, el rumor indicaba, según Diario Registrado, que Riquelme estaba “a un paso” de aceptar una propuesta de Jorge Amor Ameal, candidato opositor, el que acumula el “voto bronca” al oficialismo. Maniobras de desgaste. Sucede que Riquelme es el as de espadas. Y todos quieren tenerlo. Pero a Román le molesta que lo encasillen. Incluso hasta deslizó crear un “nuevo” oficialismo. “Al que diga que apoya, o el que esté con él, inclina la balanza”, le dijo Leandro Pompilio a Tiempo en septiembre de 2018. Pompilio, vice segundo de la Asamblea de Representantes, amigo de Riquelme, hijo del ex presidente Pedro Pompilio, integrará la lista de Gribaudo. Y, ahora, dice que Román “habla”, pero que, en el fondo, no le interesa, ya que “no es lo mismo jugar, dirigir o ser mánager, que llevar adelante un club como Boca”.

El oficialismo y toda la oposición se acercaron a Riquelme por caminos diversos. Todos acuerdan que pidió mucho espacio. Román sabe, en caso de que acepte, en qué mundo se mete. Ahí también ve jugadas antes que otros. Riquelme podrá entrar en ese juego recién después de su partido homenaje. Amor Ameal también puso a disposición cargos como el de vice segundo (el primero es de Mario Pergolini). “El día que decida venir levantará el teléfono y nos avisará”, remarcó Angelici, diplomático.

En el oficialismo hay río revuelto. Juan Carlos Crespi atesora la prometida candidatura a vice primero. Macri desconfía: Crespi, un paradirigente en la actualidad, es secretario adjunto de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburiferos (SUPeH). Y peronista. De ahí que Macri, al margen de alguna aparición pública en mítines previos a las elecciones, quiera hundir la mano en el armado de la lista, como no lo hizo en 2015 en la reelección de Angelici. Hay puestos clave vacantes: vicepresidencia segunda, secretaría general y tesorería. De hecho, muchos instalaron a Andrés Ibarra y Gustavo Ferrari en el trinomio presidencial. Ibarra es vicejefe de Gabinete de la Nación y ex gerente de Boca. Y Ferrari, ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires y vocal de Boca. El jefe de campaña de Gribaudo, funcionario de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal en el Instituto de Previsión Social, es Francisco Quintana, secretario general del PRO y titular de la Asamblea de Representantes de Boca. Todo mezclado. Y no son los únicos.

Macri conserva una imagen positiva por los títulos que Boca ganó durante sus 12 años como presidente, a contramano de la sequía internacional de Angelici. “Mauricio está desgastado por los cuatro años como presidente de Argentina. Es el líder de la oposición, de la segunda fuerza política del país. No hay ninguna posibilidad real de que entre en la lista”, dice un dirigente oficialista. El domingo, a Macri se lo notó aliviado después de que se confirmase el triunfo de Alberto Fernández. Y Riquelme, el día que presentó su partido homenaje en Don Torcuato, hace un mes y medio, habló de un bloqueo después del retiro. A algunos jugadores se les manifiesta con lesiones físicas o con depresiones. “Cuando miro la tele -dijo Riquelme- siento que nunca fui futbolista”. Sin Angelici en Boca y sin Macri en la Nación, Riquelme mira un horizonte diferente en el club.