A pesar de la cuarentena, fueron multitudinarias las marchas en diferentes departamentos de Bolivia, lideradas por la Central Obrera Boliviana contra el régimen de Jeanine Áñez y sus cuestionadas medidas económicas, sanitarias y educativas. Los bolivianos tomaron la calle en medio de una crisis económica severísima que convive y se padece con la sanitaria, con centros hospitalarios colapsados, más de 55 mil contagiados con Covid 19 y arriba de 2100 muertos reconocidos, aunque se sospecha que la cifra real es muy superior.

Mientras, como en otro país, Luis Fernando Camacho, uno de los mayores responsables del golpe de Estado que provocó la salida de Evo Morales de la presidencia, le envió una carta a Luis Almagro, el titular de la OEA que fue cómplice de los cuestionamientos a las elecciones que se realizaron el año pasado, para que intervenga y suspenda los comicios previstos para el próximo 7 de septiembre, alegando que el MAS, el partido de Evo, puede ganar “con fraude”. Con argumentos muy cuestionables, Camacho, que es candidato -con muy escaso consenso- por la Alianza Creemos, afirmó que los próximos comicios “se convertirán en el acto de resurrección y retorno de la dictadura”.

Claramente esa manifestación revela el temor de que Luis Arce, el candidato apoyado por el propio Morales, finalice obteniendo el triunfo tal como marcan las encuestas que lo afirman como claro favorito, y que retorne el MAS al gobierno. Y tanto la presidenta Jeannine Añez como el resto de la derecha están inquietos y haciendo lo necesario para postergar los comicios. La vocera del MAS, Marianela Paco, de inmediato salió a denunciar que las acusaciones contra Arce buscan proscribir a su partido. En el mismo sentido, al cerrar la semana, la COB, que días antes había convocado a la movilización, rechazó enérgicamente eventual postergación de las elecciones: “Vamos a defender la democracia”.