Tras el recrudecimiento de las protestas contra la reelección del presidente Evo Morales, en las últimas horas se vivió un momento de tregua en Bolivia, durante el feriado por el Día de los Muertos, aunque persistían algunos paros y bloqueos, mientras se espera con incertidumbre los resultados de la auditoría electoral que realiza la misión que envió la Organización de Estados Americanos (OEA).

El equipo de unos 30 técnicos había comenzado su trabajo el jueves, día en que se organizaron multitudinarias asambleas en las ciudades más importantes, lo que había llevado al presidente a pedir a los bolivianos «aguardar» el resultado de la revisión. Pero un día después se produjo la renuncia del jefe de la misión del organismo, el mexicano Arturo Espinosa, según dijo, para favorecer la «imparcialidad» de la auditoría que se prevé llevará unos 15 días. Espinosa admitió que había publicado artículos críticos sobre el mandatario boliviano. La renuncia podría dar una señal de confianza al oficialismo, que tras las elecciones del 20 de octubre y con más del 98% del escrutinio, proclamó a través del Tribunal Supremo Electoral haber ganado por un 46,83%, alcanzando apenas los 10 puntos de distancia necesarios para evitar el balotaje contra su rival Carlos Mesa, que computó el 36,7%. Incluso muestra un sesgo de objetividad en el organismo multilateral, que se pronunció de inmediato dudando sobre el resultado y convocando a la segunda vuelta, en sintonía con su aversión por gobiernos progresistas, populares o de izquierda. Confiado, Evo insistió ayer en que su gobierno va a «respetar las conclusiones de la auditoría internacional a cargo de la OEA. Pido a los embajadores de todos los países acreditados en Bolivia que acompañen este proceso. Desde la dirigencia y la presidencia actuamos siempre con honestidad y con la verdad», tuiteó.

Pese a que había estado de acuerdo en un primer momento, la oposición se niega a avalar la auditoría por considerar que se trata de «una maniobra distractiva para mantener a Morales en el poder». Ahora exigen anular la votación y convocar a nuevas elecciones generales (presidenciales y legislativas) «sin Evo Morales», exigencia que por supuesto es rechazada por el gobernante del MAS.

Las asambleas y cabildos que se montaron en las ciudades de La Paz y Santa Cruz también rechazan la auditoría y la exigen nuevos comicios. Se acordó seguir adelante con las protestas en las calles y en la La Paz se fue más lejos todavía, al proclamar «¡Ni Mesa, ni Evo Morales!».

El jueves la OEA informó que el trabajo se basará en «la verificación de cómputos, lo cual incluye actas, papeletas, votos; la verificación del proceso, lo cual incluye, entre otros, aspectos informáticos; el componente estadístico y de proyecciones, así como el componente de cadena de custodia de las urnas». El organismo fue muy claro al señalar que «estos puntos fueron expresados en conversación telefónica con el expresidente Carlos Mesa, quien había expresado su acuerdo respecto a los mismos». Algo que ya parece no tener efecto.

El mismo jueves los especialistas se reunían «con el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que en las últimas horas aprobó el acta final del cómputo de las pasadas elecciones, en la que ratifica la victoria de Evo Morales en primera vuelta. Lo que, de todas maneras, no resuelve la crisis:  el opositor Carlos Mesa dijo que el organismo “agrede a la comunidad internacional».