Tal como lo había prometido en la campaña electoral, el flamante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, decretó este martes que será más fácil comprar y tener armas, pues cada ciudadano podrá poseer hasta cuatro y los permisos durarán el doble de tiempo, hasta 10 años. 

«Como el pueblo soberanamente decidió en el referéndum de 2005, para garantizarles ese legítimo derecho a la defensa, yo, como presidente, voy a usar esta arma», afirmó Bolsonaro, al mostrar a la prensa la lapicera con la que firmó el decreto.

«Infelizmente, en esa época, el gobierno (de Luiz Inácio Lula da Silva) se valió de decretos y normas para negar ese derecho», agregó el mandatario.

En 2005, el 63% de los brasileños se pronunció en las urnas en contra de que el Estado prohibiera la venta de armas a civiles. Lula no desconoció el resultado, pero introdujo una nutrida reglamentación para limitar la tenencia en una de las sociedades con mayor nivel de violencia armada en la región, con alrededor de 60.000 muertes por año.

Según esa reglamentación, solo podían poseer un arma los mayores de 25 años sin antecedentes penales, con una ocupación lícita, probada capacidad psicológica para su uso y que justificasen su necesidad.

Durante la campaña, Bolsonaro había prometido que todos podrían tener un arma. Su decreto, sin embargo, no universaliza la tenencia, sino que amplía los límites existentes. 

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(Foto: Afp)

Por ejemplo, la nueva normativa establece una lista de condiciones que justifican «la necesidad» de comprar hasta cuatro armas: ser funcionario público de las áreas de seguridad e inteligencia, de la administración penitenciaria y militares activos o retirados.

Además, incluye a personas que residen en zonas rurales o en ciudades con índices anuales superiores a diez homicidios cada 100.000 habitantes, lo que supone prácticamente todo el país.

También son contemplados los dueños o responsables de comercios e industrias, y los coleccionistas o cazadores.

La única limitación clara que establece para este listado es si el ciudadano reside en una vivienda con niños o personas con alguna deficiencia mental, en cuyos casos el potencial comprador de un arma deberá demostrar que posee en su domicilio una caja fuerte o un «lugar seguro» para guardarla.

Si la persona pertenece a una de las categorías autorizadas, debe además cumplir con la mayoría de los requisitos ya existentes: tener más de 25 años, una «ocupación lícita», tener aprobados los cursos psicotécnicos y de tiro obligatorios, y no poseer antecedentes policiales o procesos pendientes en la Justicia.

Según Bolsonaro, estas nuevas normas garantizan que «el ciudadano de bien podrá tener paz dentro de su casa» ya que, según explicó, el arma funcionará como un elemento disuasivo frente los delincuentes.

La principal fuerza opositora, el Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Lula, fue contundente en su rechazo a la promesa de Bolsonaro desde la campaña presidencial del año pasado. 

Hoy algunos de sus principales referentes volvieron a rechazar la medida. Pese a los esfuerzos del PT y otros partidos de izquierda de impugnar el decreto, esta semana el presidente de la corte suprema, José Antonio Dias Toffoli, ya había declarado que la medida es legal. 

«Si se quisiera establecer la pena de muerte, la Constitución lo impide, pero alterar la política de armamento no hiere una cláusula pétrea», aclaró ante la prensa. 

A continuación, las principales disposiciones del decreto, que flexibiliza el «Estatuto sobre el desarme» de 2003:

– Hasta ahora, la posesión de armas de fuego estaba permitida a los mayores de 25 años sin antecedentes criminales, con una ocupación lícita, capaces de comprobar la capacidad técnica y psicológica para su uso. Nada de eso cambia.

– Como novedad, el decreto incluye entre los motivos de «efectiva necesidad» para tener un arma en casa a los «residentes de áreas rurales» y los «residentes en áreas urbanas con elevados índices de violencia» con una tasa de homicidios mayor a 10 por cada 100.000 habitantes, lo que en la práctica significa todo el país, porque en Brasil, uno de los países más violentos del mundo, la tasa media es de 30 homicidios por cada 100.000 habitantes.

– El permiso para la posesión de armas, otorgado por la Policía Federal, se amplía de cinco a diez años.

– Cada ciudadano que cumpla los requisitos podrá comprar hasta cuatro armas de fuego, contra las seis que permitía la ley. Pero ese número podrá ser superior «si hay hechos o circunstancias que lo justifiquen», como en el caso, por ejemplo, de ciudadanos con varias propiedades.

Esta medida está destinada a los grandes propietarios de tierras, expuestos a los riesgos de los conflictos agrarios violentos con el Movimiento Sin Tierra o las poblaciones indígenas.

– En los hogares donde «vivan niños, adolescentes o personas con deficiencia mental» será necesaria una declaración de que la residencia tiene un lugar seguro y cerrado para el almacenamiento de las armas.

– Los dueños o responsables legales de establecimientos comerciales o industriales que cumplan los requisitos también tendrán derecho a poseer un arma.

– Son motivos para denegar el pedido de posesión de arma realizar «afirmaciones falsas» o «mantener vínculos con grupos criminales», según el decreto, que no detalla cómo serán comprobadas ambas condiciones.

– El decreto no afecta al porte de armas en la calle, que continuará reservado principalmente a militares, policías y personal del ramo de seguridad.