Sin abolengo ni fortuna, abiertamente lesbiana y con fama de incorruptible, Claudia López rompió más de un esquema para convertirse este domingo en la primera alcaldesa electa de Bogotá. Esta mujer de 49 años, de cabello corto y estilo sencillo, se formó en ciencia política y tiene una marca personal: su carácter combativo. En una reñida lucha venció al liberal Carlos Fernando Galán (43) por casi tres puntos porcentuales.

Con un sentido beso a su pareja, la senadora Angélica Lozano, López celebró la victoria mientras un pequeño grupo de seguidores cantaba «Claudia alcaldesa de Bogotá».

La ciudad votó para que «desaprendamos el machismo, el racismo, el clasicismo, la homofobia y la xenofobia», declaró López bajo una lluvia de confetis verdes y en medio de la ovación de sus seguidores en un auditorio privado. Los bogotanos no sólo se inclinaron por una política de «centroizquierda» que encarna promesas de ruptura y cambio, sino de una opositora vehemente de la derecha conservadora que gobierna Colombia desde hace poco más de un año.

A partir del 1° de enero, ocupará el que en teoría es el segundo cargo más importante de elección popular. «Es una noticia en Colombia, claramente no lo es en muchos otros países del mundo, que una mujer tenga chance de ganar la alcaldía de la ciudad capital», había dicho la semana pasada. Elegida por una alianza entre el Partido Verde y un sector de la izquierda, López se comprometió a mejorar la inseguridad y a continuar el proyecto de metro en una ciudad de 7,2 millones de habitantes agobiada por los problemas de movilidad.

Personalidad de hierro

A ojos de sus opositores la futura alcaldesa tiene un carácter demasiado explosivo y en las redes sociales la acusan de «soberbia». Tildó de ignorante la pregunta de un periodista sobre su posible apoyo «al régimen de Maduro», le pidió a su principal rival no victimizarse ni convertirse en el «Neymar de la política» y, durante un debate sobre paramilitarismo, acusó al expresidente Álvaro Uribe de huir «como sanguijuela por alcantarilla».

«Yo no voy a enclosetar nada en mi vida. No lo he hecho en 49 años, no voy a empezar ahorita (…) Ser mujer no es un defecto; ser una mujer de carácter, firme, frentera, no es un defecto. Ser gay no es un defecto; ser hija de una familia humilde no es un defecto», aseguró. Para la periodista María Jimena Duzán, «los cuestionamientos que se le hacen a Claudia (…) son sus grandes atributos. Claudia tiene un talante que se sale del molde con que tradicionalmente la mujer ha hecho política en esta sociedad patriarcal», apuntó.

De camisa, pañoleta al cuello y zapato plano, López llena las plazas de jóvenes y mujeres entusiastas. Hija de una profesora y un campesino, fue escalando en la política a punta de «educación y disciplina».

«Mi madre fue la primera mujer en su familia que accedió a la educación superior (…), eso le cambió la vida a ella y a mí», señaló. Ser homosexual «en muchos otros países sería irrelevante», sostiene López, pero en Colombia no le faltó – según ella – «sino ser afro para tener todas las condiciones de discriminación al tiempo».

Su trayectoria incluye consultorías a Naciones Unidas, investigaciones en distintos medios de comunicación y el paso por el Senado. En 2018 fue fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo. Sin embargo, la primera vez que su nombre comenzó a sonar fue luego de una investigación sobre las elecciones al Congreso de 2002 que destapó un escándalo conocido como «parapolítica» y le costó el exilio.

«Terminé descubriendo que había un patrón de votaciones atípicas a favor de ciertos políticos especialmente en el Congreso y (vinculado a) la trayectoria criminal de los paramilitares y la guerrilla en ciertos sitios», explicó.

La histórica victoria de Claudia López llega en medio de un país todavía fracturado por el acuerdo de paz de 2016, que desarmó a la poderosa guerrilla de las FARC.