La administración Fernández se encamina a atravesar su primer test electoral en medio de la pandemia, el proceso de vacunación y –esperan– una reactivación que muestre el rebote de los índices económicos postcierre masivo de actividades. El mapa nacional muestra al oficialismo ordenado y a la oposición en tensión, por lo que, si se cumplen las expectativas económicas y sanitarias que pueden seducir a los sectores medios, el gobierno podrá revalidar su gestión en las elecciones de medio término.

Si bien todavía no hay acuerdo sobre si habrá PASO o no, los gobernadores tienen sus distritos ordenados. En las provincias, los oficialismos también tienden a revalidar sus gobiernos. Si todo marcha como hasta ahora, el peronismo ganará en todos los distritos, menos en los ya copados por la oposición: ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Es que el ordenamiento del PJ a nivel nacional bajo la presidencia de Alberto Fernández, y a nivel provincial con la conducción de Máximo Kirchner, sirvió de precuela a la conformación de listas. Según pudo saber Tiempo Argentino, en la provincia de Buenos Aires, bastión electoral más grande del país, habrá representación escalonada de todos los sectores: intendentes, sindicatos, movimiento de mujeres y camporismo. Ese acuerdo se selló antes de cerrar el armado partidario peronista que puso a Máximo Kirchner como presidente.

Es que, otra vez, la clave del triunfo está puesta en la unidad. Una fuente bonaerense especula con que, a pesar de las dificultades económicas que atraviesan muchos sectores de la Provincia tras el cierre masivo de fábricas y talleres en las zonas industriales durante el macrismo y el freno intencional de la actividad económica durante la pandemia el año pasado, habrá un resultado electoral positivo para el oficialismo de entre el 40% y el 42%. Es que se especula con que Juntos por el Cambio tiene un núcleo duro del 30% y no se presenta como una alternativa política polarizante en una elección legislativa, efecto que sí se pone en juego en comicios para cargos ejecutivos. El resto del voto opositor se diluye en otras opciones de menor peso, ya sea por izquierda o por derecha. Una fuente bonaerense se entusiasma en arriesgar un triunfo por 8 puntos.

En tanto, en la Ciudad el peronismo está todavía atascado en un laberinto que parece no tener salida, por lo menos por ahora. Las candidatas que podría aportar el “albertismo”, como Vilma Ibarra o Cecilia Todesca, no van a dejar sus altos cargos en el Gabinete. Es que, si bien tienen buena imagen y encajan en los gustos del electorado porteño, el presidente las quiere con él en la gestión. “Es la lógica de la sábana corta”, explica una fuente en Rosada.

La composición de las listas porteñas del peronismo repetirá la lógica de la elección pasada: habrá lugar para La Cámpora; para el Nuevo Espacio de Participación –de María Rosa Muiño y Juan Manuel Olmos–; los sindicatos del Suterh, que conduce Víctor Santa María; UPCN, de Andrés Rodríguez; y la UOM. Por fuera del PJ porteño, se suman Parte, el partido que preside el primer legislador Claudio Ferreño, y el Frente Grande, cuya figura más conocida es la legisladora Ofelia Fernández. “Queremos encontrar un perfil vecinalista que enamore a los porteños peronistas y no peronistas”, explica una fuente peronista de la Capital, que también da cuenta de lo difícil que es hacer oposición en un distrito conducido por el dirigente más blindado mediáticamente: Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, reconocen que el “encapsulamiento” del peronismo porteño no es un fenómeno nuevo y que hace falta una voluntad política disruptiva para avanzar.

En Córdoba, Juan Schiaretti volverá a competir solo, a pesar de los esfuerzos políticos y de ayuda económica que hizo Alberto Fernández para sumar al gobernador peronista díscolo. En Santa Fe, una provincia dividida geográfica y políticamente a la mitad, los números se muestran ajustados para el oficialismo, por lo que el presidente seguirá con su estrategia de realizar actos de gestión en ese territorio.

De hecho, todo el Gabinete entrará en modo campaña. En particular Santiago Cafiero, Eduardo “Wado” De Pedro, Gabriel Katopodis y Daniel Arroyo tendrán una gestión ligada al territorio con el propósito de vincular la gestión a la política. El objetivo del oficialismo es claro: ampliar la diferencia en la Cámara de Diputados, donde no tiene mayoría propia, y así destrabar los principales proyectos con los que asumió Alberto Fernández: la reforma judicial, la reestructuración impositiva –que este fin de semana tendrá su primer triunfo asegurado con Ganancias– y la reestructuración de la deuda externa. «