Desde noviembre del año pasado, cuando comenzaron a medirse las intenciones de voto de los mexicanos, el candidato centroizquierdista que hoy es favorito para ser elegido nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, conocido por las siglas de su nombre, AMLO, no paró de crecer. Aun con una ligera caída en el tramo final, el dirigente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que se presenta con la alianza Juntos Haremos Historia, llega a esta jornada acercándose al 50% y casi doblando a su más cercano oponente, Ricardo Anaya, del conservador Partido Acción Nacional (PAN). Más lejos está José Antonio Meade, en representación del oficialista PRI y en cuarto lugar se encuentra el independiente Jaime Rodríguez, «El Bronco», con apenas el 4% de los posibles votos.

Las previsiones son implacables. Disipado el fantasma del fraude y con la fragmentación de fuerzas que pudieran haber logrado una alianza de mayor caudal electoral, todo indica que AMLO alcanzará cómodo la presidencia, en lo que será su tercera tentativa. Aun cuando las encuestas equivoquen parte de sus pronósticos, la amplia diferencia y la ausencia del balotaje en el proceso electoral mexicano dejan fuera toda posibilidad de fracaso. Los análisis están ahora enfocados al país que se viene a partir del sexenio que comenzará el 1 de diciembre próximo. Un gobierno que tendrá una mayoría, no absoluta pero contundente en el Congreso, con una orientación progresista, pero concesivo en algunos aspectos. Con un marcado discurso de moral y transparencia, con intenciones de recuperar la soberanía energética e industrial y con poca atención al Cono Sur y sí mucha hacia su principal y máximo influyente vecino del norte, los Estados Unidos gobernados por Donald Trump.

«Por lo que hemos visto en campaña y por su trayectoria como jefe de gobierno de la ciudad de México, uno puede prever que su política va a ir hacia retomar el control de algunas industrias estratégicas que han atravesado un proceso de extranjerización, como la energética; que confiera algunas concesiones a la llamada sociedad civil organizada, por ejemplo a los maestros les prometió derogar la reforma educativa, probablemente va a extender las jubilaciones, y mejorar el poder adquisitivo de la población, sobre todo a los eslabones inferiores», dice a Tiempo Arsinoé Orihuela, académico y analista mexicano. «Difícilmente podamos encontrar una referencia al ciclo progresista en América Latina o alguno de sus líderes. En todo caso va a afianzar relaciones con otras regiones, por supuesto Estados Unidos, y especulo que reforzará las relaciones con China», agrega. Orihuela ve algunas limitaciones en cambios profundos, sobre todo porque «en su gabinete hay figuras que tienen relación estrecha con los mercados financieros internacionales, con algunas grandes corporaciones como Monsanto».

«No va a haber algo como una reforma agraria, como proponía (Gustavo) Petro en Colombia, en todo caso una reforma tributaria. Se ha discutido también una reforma previsional, pero hasta ahora son rumores», señala por su parte Iván Vallejos, coordinador de Análisis Político de la Fundación Directorio Legislativo. «Lo distintivo es que viene de un partido disruptivo que rompe con la tradición de los históricos en México y ha capitalizado la falta de representatividad de estos. Pero lo veo más parecido a Lenin Moreno en Ecuador, que asumió con un partido muy relacionado con la izquierda y no está llevando un gobierno como se esperaba que fuera».

Además de las cuestiones de política exterior, sobre todo la crisis migratoria planteada por las políticas expulsivas de Trump, México debe resolver una grave deuda social producto del narcotráfico y el crimen organizado, insertos en la vida política de muchos estados. La campaña no fue ajena a este problema, ya que fue empañada por un baño de sangre (ver aparte) debido a la masacre de decenas de candidatos y dirigentes.

Estos comicios son históricos entre otras cosas, porque la lista de electores es la más alta de todos los tiempos. Suman 89 millones de personas llamadas a votar. También porque hay 18.311 puestos públicos en disputa, la primera vez que se eligen tantos en un solo proceso, según el Instituto Nacional Electoral (INE).

Además de la fórmula presidencial se elegirán los 500 diputados federales y 128 senadores para renovar el Congreso de la Unión a partir del 1 de agosto. De forma simultánea, se realizarán elecciones locales en 30 estados de la República, en donde se elegirán diversos cargos, incluyendo los gobernadores de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán y el jefe de Gobierno de Ciudad de México. «