El Plan Argentina Innovadora 2020 fue lanzado hace casi cinco años por la entonces presidenta Cristina Fernández y su ministro de Ciencia, Lino Barañao, que continúa bajo el ala de Cambiemos. El Plan, que nunca fue dado de baja, establecía que a finales de 2017 debían ingresar 1150 investigadores a la Carrera de Investigador del Conicet (CIC). Sin embargo, fueron sólo 600. Y ninguno del exterior. A pesar de que en campaña Mauricio Macri prometió triplicar el presupuesto en ciencia, hasta ahora hizo ingresar al Conicet casi la misma cantidad que los incorporados sólo en 2015. Ideado por Barañao, el Plan Argentina 2020 languidece, y ya se planea remplazarlo por otro que postule menos investigadores en torno a áreas “estratégicas”.

El Conicet es la estrella sobre la que gira el recorte en ciencia. El epicentro de una política que afecta a otras áreas como la CONAE o el INTI, donde ya despidieron a 250 personas. La situación explotó a finales de 2016, cuando se les denegó el ingreso a la CIC a 480 investigadores por “razones presupuestarias”, a pesar de que tenían todo aprobado. Tras meses de lucha, firmaron un acta acuerdo que les extendía la beca un año, y los relocalizaba en universidades nacionales. “Hoy, en distintos lugares del país el acuerdo de relocalización no se ha cumplido y los trabajadores no están cobrando sus salarios”, denuncia la Red Federal de Afectadxs. “Un año después, la situación del Conicet es aún más crítica”.

A finales del año pasado se conocieron los resultados del ingreso a la CIC para 2018. Sobre 2211 postulantes se crearon sólo 600 cargos. Quedaron afuera, sin que se publicaran los motivos ni el criterio de elección, 400 científicos que habían pasado exitosamente las evaluaciones académicas. De nuevo por «restricciones presupuestarias». Los 600 representan 145 más que en 2017, pero menos que en cualquiera de los años anteriores. A modo de ejemplo: en 2011 entraron 637, y en 2015 fueron 899. Como se dijo, el Plan Argentina 2020 establecía 1150 ingresantes para fines de 2017: terminaron siendo la mitad.

Los 600 ingresos tienen su particularidad: los de áreas “generales” bajaron de 345 el año anterior a 300, y esta vez no se registraron incorporaciones del exterior, cuando en 2017 habían llegado 70 investigadores desde otros países. Lo único que aumentó fue el sector de “temas estratégicos”: agroindustria, desarrollo y tecnología sustentable, energía e industria, salud y tecnología se llevan la mitad de los ingresos.

A los 400 científicos que obtuvieron recomendación de todas las instancias evaluativas pero no se les dio el ingreso, se les suman otros 411 que figuran como “pendientes” por superar el límite de edad, a pesar de que desde el año pasado, una ley prohíbe la discriminación etaria.

Las principales damnificadas son las ciencias básicas. En Sociales y Humanidades, el achique fue total. Sólo entraron 75. Historia, Geografía y Antropología tuvieron 35 con todo aprobado y aún así no ingresados; Sociología, Comunicación Social y Demografía, 40.

“Están desarmando y destruyendo el sistema científico”, remarca Mauro Greco. Nació en 1983. Su beca de doctorado en Comunicación (UBA) apuntó al estudio del vínculo entre la sociedad civil y la última dictadura, “el apoyo bajo la forma del deseo de orden y represión”. Es uno de los que tuvo doble recomendación, pero igualmente no entró a la CIC. Ahora su idea es retornar a Francia, donde hizo parte de su posdoctorado. “Un compañero que también quedó afuera se va a Alemania por dos años. A otras compañeras les salieron becas en otros países. Se está reeditando la fuga de cerebros, el fin de líneas y equipos de investigación, de trayectorias docentes”, se lamenta. 

Como adelantó este diario a fines de 2016, lo que se está produciendo es un efecto “bola de nieve”: la mayoría de los que tenían todo aprobado y se les denegó el ingreso en 2016 volvieron a presentarse a ésta última convocatoria; los que ahora quedaron afuera se sumarán en el próximo llamado de 2018; y cada vez habrá más postulantes. De hecho 154 de los 600 científicos que entraron ahora ya habían sido recomendados pero no aceptados en el ingreso anterior. 

El ajuste en ciencia se entrecruza con el de las universidades, muchas que albergan institutos del Conicet. “Vemos que están disminuyendo los montos de financiación a los institutos. Hay un ataque a todo el sistema científico tecnológico, desde la fabricación satelital hasta el INTI”, enfatiza Guillermo Durán, director del Instituto del Cálculo. Y denuncia que, tras dos años de ser votado como representante del sector de Exactas, Roberto Salvarezza (actual diputado por Unidad Ciudadana) sigue sin ser aceptado en el Directorio del Conicet: “Es una barbaridad. Ganó las elecciones y el presidente no lo nombra por ser opositor, y tampoco propone otro de la terna. Es una aberración institucional de un gobierno que se llenó la boca hablando del respeto a la República”. 

Las autoridades ministeriales admiten que el Plan Argentina 2020 está formalmente abolido. En su lugar, hace dos meses empezaron a hablar del Plan Argentina 2030, y para eso crearon una “comisión asesora”, conformada por miembros de universidades “amigas” pero, sobre todo, por representantes de la UIA, el agro, el sector de servicios, e incluso del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). Quien lleva adelante los lineamientos de Ciencia es el secretario de Coordinación Interministerial de la Jefatura de Gabinete, Mario Quintana, ex Farmacity. Al cabo del primer encuentro, sostuvo que la cartera científica constituye «una llave para muchas de las soluciones que necesitamos como país». Según pudo saber este diario, la idea oficial es que el Plan 2030 prevea menos ingresos por año, pero destinados a “la demanda actual de la sociedad”, es decir, vinculados a los pedidos del sector privado.

El miércoles pasado, en el Congreso, el jefe de Gabinete Marcos Peña negó el recorte en Ciencia y aseguró que están invirtiendo más que el año anterior. Sin embargo, mientras el último ejercicio kirchnerista destinó al sector un 1,52% del presupuesto total, en 2017 el macrismo lo bajó al 1,39%, y este año descendió al 1,22 por ciento. El pago de los intereses de la deuda ya ocupa el 14 por ciento.

El ex subsecretario de Evaluación Institucional de Ciencia, Jorge Aliaga, hoy secretario de Planificación y Evaluación de la Universidad de Hurlingham, se refirió al contexto general de ajuste que abarca al mundo científico: “Miraron los números y la partida más grande es la del Conicet, que se lleva el 30% del presupuesto de Ciencia. Pero casi todo el gasto son sueldos de gente con concurso público. Entonces, lo que resolvieron fue: ‘Ahora no entra nadie más’. Y luego siguieron recortando el resto. A las universidades no les aumentan fondos para investigadores; en INTI, INTA y CONAE frenan programas como el de medicina nuclear. Todo lo destinado a Ciencia cayó drásticamente”.  «

Reclamo a Barañao: «Sin ciencia no hay futuro»

El martes a las 9:30, los investigadores se movilizarán al Polo Científico (Godoy Cruz 2320), con el reclamo: “Sin trabajadorxs no hay ciencia, sin ciencia no hay futuro”. Enfatizan que la situación actual “muestra el desastre que produce esa falta de continuidad en la política estatal: quienes hoy quedan afuera del Conicet son profesionales universitarios que tienen en promedio 12 años de formación superior y que fueron becados siete años por el organismo, cuando la perspectiva de crecimiento de la planta de investigadores era un compromiso plasmado en el Plan Argentina 2020 elaborado por el actual ministro en 2013.El ajuste no sólo impacta dramáticamente en los afectados directos sino que pone en riesgo el desarrollo de la investigación nacional en todas las áreas”. Reclaman un “aumento urgente del presupuesto”, una “pronta solución” para los casos categorizados como “pendientes” por el Directorio, el aumento de la cantidad de becas y la publicación (hoy ausente) de los criterios de evaluación y de los puntajes de los postulantes.

Damnificada: «A mi comisión la masacraron»

“Me volví a presentar en la última convocatoria y quedé a un lugar de la línea de corte. A mi comisión (Literatura) la masacraron. No respetaron los porcentajes entre cantidad de postulantes y cantidad de vacantes. Dieron sólo ocho ingresos en esa comisión”. La que habla es Guadalupe Maradei, 36 años, becaria posdoctoral con todas las recomendaciones para el ingreso a la Carrera de Investigador del Conicet a fines de 2016. Le fue denegado por “razones presupuestarias”. A fines de 2017 volvió a ocurrirle lo mismo. Como otros colegas, su destino parece estar en el extranjero. Viene de realizar una beca sobre crítica literaria con perspectiva de género en la New York University, de donde retornó hace pocos días. Y ahora está evaluando cómo seguir. 

“Casi todos los que quedamos afuera el primer año entramos en el programa de fortalecimiento de la investigación de las Universidades, vigente desde el 1º de enero, pero aún no nos han pagado. Y son cargos interinos que se tienen que concursar en el lapso de dos años”, agrega.