“Esto es un genocidio artístico”, resaltó en televisión la primera figura del Ballet Contemporáneo Ernesto Chacón Oribe cuando fue premiado por Clarín por el año 2008, a días de ser despedido del Teatro San Martín junto a seis compañeros y compañeras del ballet más prestigioso del país por reclamar por sus derechos laborales. Ante “la tempestad”, la expulsión y la precarización: la organización. 

Julia Martínez Heimann junto a su colega Konstantina Bousmpoura registraron en su documental de suma belleza, Trabajadores de la danza, la supervivencia de esa comunidad que se autoformuló desde la autogestión y paridad de roles, en una lucha tan poética como gremial, en la escena política y asamblearia. A ellos se sumaron más artistas para dar cuerpo a una nueva compañía, hoy con vigor e identidad colectiva. En las calles y en el escenario los artistas se confirmaron en la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, con ensayos y actuaciones en el Centro Nacional de la Música y la Danza (México 564).

¿De qué modo el grupo de bailarines del Elenco estable del Teatro San Martín pasa de ser artistas privilegiados a definirse y actuar como trabajadores de la danza? Esta película responde desde la mirada sutil de sus directoras, guionistas y productoras con una poética visual y un registro de cuerpos en tensión cada paso y salto en el tiempo por una Ley de Danza que aún no logró su confirmación y es debatida en la Cámara de Diputados. La Compañía Nacional de Danza Contemporánea integra a 36 miembros, actualmente, que lucha junto a todos los trabajadores de la danza del país de modo orgánico por una ley que enmarque, defina y proteja sus derechos.

Las cineastas se conocieron estudiando etnografía y cine en Flacso. Crearon la productora Kinisi para llevar a cabo sus proyectos cinematográficos y así girar a nivel nacional e internacional alcanzando al público masivo, la cultura y diversas áreas específicas como el cine político. “Siempre tenemos proyectos en carpeta”, afirma Martínez Heinmann. En este caso desde sus experiencias dada por la danza andina, el flamenco y el tango, pusieron en pantalla grande sujetos que protagonizan artistas “muy jóvenes cuyos cuerpos no pueden más, están muy exigidos. Sus pies, muy lastimados, con problemas de contracturas, tensiones y cervicales.” 

-Trabajaste durante años filmando al grupo. ¿Cómo fue el proceso?

-Vi de cerca esa marea que fue armándose y empezó a crecer. Los despedidos del San Martín se formaron bajo el nombre «Nuevos rumbos», y durante un año viajaron y buscaron espacios para volver a insertarse. Con el conflicto ya habían tomado conciencia de las necesidades en la figura del trabajador de la danza. Finalmente, presentaron el proyecto a Secretaría de Cultura y lo recibió el charanguista Rolando Goldmann. Empezaron los vínculos con la sede de El folklórico y les prestaron el edificio de la ex Biblioteca Nacional para ensayar y no perder el entrenamiento sin tener recursos económicos. Cuando entramos a filmar recién salía el proyecto a la luz y la ley marco, la parte legal de la compañía. Enseguida pasaron a ser diez bailarines. 

-¿Las jerarquías del ballet contemporáneo coinciden o difieren de los posicionamientos de lucha gremial? 

-Las discusiones que aparecen en la película son interesantes. Uno de los bailarines se pregunta: «¿Cómo es? Yo quiero ser delegado, ¿entonces no bailo?» La por entonces y actual delegada Bettina (Quintá) le responde que no es así, «tenés que poder conciliar ambas cosas», le dice, pero claro, es difícil: conciliar la labor política con la actividad intensa como es la de la danza. Es una inquietud muy presente.

-Ustedes como documentalistas y productoras mujeres fueron «aceptadas» en esta comunidad en un grupo que según afirman en la gacetilla es «complejo y diverso». ¿En qué sentido lo definen así?

-Cuando la compañía empezó a crecer tenía un proyecto político claro para generar un espacio laboral y cobrar por ello. Se acercan otros bailarines con situaciones económicas diversas, no tanto con la urgencia del trabajo sino con otras exigencias desde lo artístico. Y otras reflexiones sobre la compañía, no tanto del trabajo dentro del Estado Nacional, sino relacionado a qué tipo de entrenamientos quieren tener. Es heterogéneo porque no todos tienen las mismas búsquedas y debieron replantearse los objetivos.

-Es un film que representa a muchos de los que pasamos por procesos similares. ¿Cómo fue seguirlos en esa transformación?

-Tuvo algo de organismo vivo porque fue modificándose y mutando. La distancia y el hacer cortes intermedios nos sirvió para poder ver mejor el proceso que estaban viviendo y experimentando. Cuando empezamos fue un trabajo de investigación con la idea de observar y reflejar la conformación del grupo, los conceptos, los movimientos. Era más etnográfico. La segunda etapa fue más cercana a un registro documental más tradicional. Decidimos convertirlo en una película para un público más amplio y eso modificó el tono del relato. Y, por último, definimos el guión final con todo el material en posproducción.

-¿Los trabajadores de la danza son sobrevivientes artísticos?

-Es interesante. Ellos pudieron seguir y ahora están y luchan por su arte. En ese sentido son sobrevivientes. Como muchos de los artistas cuando tenemos que tomar decisiones fuertes para llevar adelante lo que no podemos evitar hacer. Ellos encontraron un equilibrio en desarrollar su arte y tener un resguardo económico. 

-¿Y tu mirada en qué se modificó?

-Claramente, se transformó después de haber hecho todo esto. Entendí un conjunto humano y sus problemáticas, deseos y desafíos. Somos un dúo de mujeres que escribimos y nos presentamos en distintos lugares por eso la película puede tener un recorrido amplio.

Trabajadores de la danza puede verse en Cinear de modo online aquí.

Las fechas de proyección próximas, en la provincia de Córdoba (Auditorio del CC Córdoba), en Av. Poeta Lugones 401, son:

Lunes 19/06 a las 21hs
Martes 20/06 a las 19hs
Miércoles 21/06 a las 21hs

La programación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea puede consultarse aquí.