Mientras el Covid-19 avanza sin piedad en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro decidió reemplazar al ministro de Salud, en momentos en que el Coronavirus alcanzaba un récord de más de 200 muertes en 24 horas. Según cifras oficiales, el país está llegando a tener casi 3500 muertos y alrededor de 35.000 contagios, aunque fuentes extraoficiales de distintos ámbitos, aseveran que las cifras son bien mayores.

A pesar de tan contundente impacto de la pandemia, el mandatario brasileño no se convence de realizar un cambio en su política aperturista, aunque eso le resta cada vez más poder. Por el contrario, todo indica que refuerza su capricho centrado en sostener el funcionamiento de la economía, tal como lo afirmó en su entrevista posterior a la asunción de su nuevo jefe de Salud, Nelson Teich.

Sobre la dimisión de Luiz Henrique Mandetta, luego de muchos tironeos, comentó Bolsonaro que la posición del exministro era discordante con la suya y por eso se “acordó” su salida por el médico oncólogo Teich, quien participó como consultor informal en la campaña presidencial y está vinculado a los sectores de la extrema derecha brasileña. Además, el flamante ministro es un empresario y negociante del sector de salud. De hecho es el fundador y presidente del Grupo de Clínicas Oncológicas Integradas (COI) a cargo del asesoramiento de hospitales de élite que atienden a las familias más adineradas de Brasil.

No obstante el alineamiento del nuevo ministro, Bolsonaro quiere evitar nuevas discordancias, por lo que intenta empoderar a las Fuerzas Armadas en la gestión de la pandemia y aceptó la subordinación del área a una gestión monitoreada. En tal sentido, el ministro Teich quedará bajo supervisión del Contralmirante Flávio Rocha, quien será el jefe de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República.

Así, luego de despedir a Mandetta con un “choque de codos” y poner en funciones a Teich, Bolsonaro volvió con su arenga para flexibilizar las cuarentenas e incluso propuso abrir los comercios de punta a punta, y hacer lo mismo con las fronteras, con sus vecinos Uruguay y Paraguay (que a su vez son supuestos aliados de derecha). “Es un riesgo que corro yo”, sostuvo el mandatario muy suelto de cuerpo. Por eso, el presidente brasileño además de buscar su política de salud sin fisuras, pretende impulsarla en todo el país como sea.

Pero más allá de estas movidas del tablero político, Bolsonaro quedó aislado y ahora debe enfrentarse a todo el espectro político del país. Fundamentalmente porque se contrapone al Congreso (incluyendo a su base aliada), al Poder Judicial, a gobernadores e intendentes y, también, claro, a los medios de comunicación que en los últimos días tomaron parte por defender e impulsar el aislamiento social.

Por lo pronto, los gobernadores e intendentes hacen política propia ante un Bolsonaro que las boicotea. Insólitamente, alienta a la desobediencia civil y a la insubordinación de las fuerzas policiales, e incluso intentó impedir que respiradores comprados por Estados e Intendencias a China, llegaran a destino. La Justicia vetó que el instrumental sea confiscado a la Intendencia de Recife y el Gobernador de Maranhao montó toda una estrategia, haciendo pasar los respiradores por distintos países, para que logren llegar a destino. Incluso, Bahía no logró que China se los hiciera llegar y quedaron en Miami tacleados por Estados Unidos.

Así, el presidente no dudó en sostener que se está tramando una conspiración en su contra, acusando directamente al diputado del partido de derecha Demócratas, Rodrigo Maia y al gobernador Joao Doria del neoliberal Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). La acusación se suma a la lógica de declaraciones falsas o distorsionadas a las que apela Bolsonaro como forma de defensa política.

Según la consultora Aos Fatos, en su relevamiento semanal informó que en los 472 días de gobierno, el presidente dio 902 afirmaciones espurias o falaces, de las cuales contabilizan 173 acerca del Coronavirus, que van desde decir que “es un resfriadito”, pasando por alegar que los brasileños son “inmunes” al virus o mismo alegando que es maniobra del “comunismo”.

Lo cierto es que la pandemia le está generando un desgaste político que puede llevar a una crisis de gobernabilidad con movimientos inciert