La estampida del dólar no cede. En su intento por frenarla, el Banco Central continúa apelando al uso de sus reservas internacionales y a la suba de tasas a niveles récord. Por ahora, no lo ha logrado.

El viernes, la entidad colocó Leliq (letras cuyo rendimiento es tomado como referencia por todo el sistema financiero) con una tasa de 83,26% anual. A pesar de ese valor, la divisa estadounidense cerró a $ 59,08 en el mercado mayorista y a $ 62,04 en el promedio de venta al público en los bancos.

Fuentes oficiales se encargaron de filtrar a través de medios afines que el Central usará desde el lunes una estrategia mucho más agresiva: desafiará a los mercados con una orden de venta multimillonaria para demostrar a potenciales compradores que cuenta con resto suficiente para abastecer toda la demanda.

La táctica del paredón, como la bautizaron, no es nueva y fue usada por Federico Sturzenegger en mayo de 2018, cuando se produjo la primera corrida cambiaria. Luego de perder reservas durante 20 días y de que el dólar subiera un 20%, el entonces presidente del Banco Central dispuso ofrecer U$S 5000 millones de dólares a un precio fijo de $ 25, en un intento de mostrar fortaleza. La maniobra logró frenar la devaluación durante tres semanas, hasta que la oferta fue retirada por la concreción del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la llegada de un anticipo por U$S 15 mil millones.

A diferencia de esa ocasión, esta vez la continuidad del apoyo del organismo y el consecuente giro de U$S 5400 millones están en duda (ver página 6). Ante esa incertidumbre, el mercado siguió apostando al dólar. Las reservas del Central bajaron U$S 4169 millones esta semana y quedaron en U$S 54.098 millones, con una caída de U$S 13.801 millones durante el mes de agosto.

Esos números son los que explican la decisión del gobierno de defaultear las Letes, Lecap y otros títulos de corto plazo. Hasta comienzos de semana se estimaba que las reservas de libre disponibilidad (las que no están atadas a fines específicos, como la devolución de depósitos en dólares, los giros de fortalecimiento del FMI y el intercambio con China) oscilaban en los U$S 15 mil millones. La debacle de la última semana se llevó más de la cuarta parte de lo que quedaba para usar. Por eso el paredón (si es que realmente se instrumenta) podría ser bastante delgado.

La corrida también está llegando al sector bancario. Desde el viernes 9, día hábil anterior a las elecciones primarias, hasta el miércoles 27 (último dato oficial disponible), los depósitos en dólares realizados por clientes privados bajaron U$S 3610 millones. A raíz de esa caída, equivalente al 11% del total, el Central dispuso que las entidades financieras deberán pedir autorización para girar utilidades al exterior, tal como ocurrió hasta mediados del año pasado, cuando esa obligación había sido derogada. «Con esta medida se garantiza que se mantenga la liquidez del sistema, para que los depositantes puedan hacerse de la liquidez que demanden. En momentos de mayor incertidumbre, buscamos que la liquidez del sistema sea mayor para evitar cualquier tipo de falta de dinero», fue la explicación oficial. «