Horacio Mendizabal militaba en Montoneros y tenía 34 años cuando fue asesinado en plena calle, en Munro, el 19 de noviembre de 1979. Su pareja, Sara “Charo” Zermoglio, tenía 33 años cuando fue secuestrada, el 13 de octubre de ese año en Buenos Aires. Habían regresado al país en el marco de la Contraofensiva de Montoneros con su bebé de nueve meses, nacido en Cuba durante el exilio, y el hijo de Charo, Benjamín, de 7 años. En septiembre también había sido secuestrada Susana “Chana” Solimano junto a Martín, el hijo de 8 años que había tenido junto a Horacio. Los restos del varón fueron entregados a su familia. Las mujeres están desaparecidas. La historia de esos secuestros serán recordadas este martes en el juicio oral por la Contraofensiva ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°4 de San Martín por el mayor de los hijos de Charo: Benjamín Ávila, el director de Infancia Clandestina la película que desde la ficción y la mirada de un niño que vivió la clandestinidad, el secuestro de su madre y la apropiación de su hermano.  

El juicio comenzó el 12 de abril pasado y tiene nueve imputados por 94 acusaciones de delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar en los años 1979 y 1980. El debate, que será largo, contará con el testimonio de más de 250 testigos. Este martes el director de  Infancia Clandestina testimoniará por el secuestro de su mamá, de Mendizabal y de Solimano. Aunque esa historia la contó desde la ficción en el film de 2012 que protagonizaron Natalia Oreiro, César Troncoso, Ernesto Alterio, y el pequeño actor Teo Gutiérrez Moreno, lo contará por primera en un debate oral.

Esa historia –la real- comenzó un año después del golpe de Estado de 1976 con el exilio en Brasil, México y Cuba, y el regreso al país en el marco de la Contraofensiva, cuando la dictadura respondió al intento de resistencia con los más brutales mecanismos del Terrorismo de Estado: la persecución, el secuestro en Campo de Mayo y los vuelos de la muerte.

“Yo tenía siete años. Pasé tres días en un centro de detención y después me dejaron en la casa de mi abuela paterna, en Ramos Mejía”, contó Ávila en una entrevista de 2004 cuando se estrenaba su ópera prima “Nietos (Identidad y memoria)”. La escena la filmó ocho años después, y sobre todo eso regresará en la próxima audiencia del juicio Contraofensiva. También está previsto que hablen en esta jornada los testigos Carlos Cremona, Remo Joaquín Vénica, Hugo Mansilla y Hugo Fucek.

El juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de la contraofensiva tiene entre sus imputados a militares de la inteligencia de Campo de Mayo. La lista de acusados la integran Raúl Guillermo Pascual Muñoz, ex jefe del departamento de personal del Estado Mayor, y los miembros del Destacamento de Inteligencia 201, Carlos Blas Casuccio, Jorge Eligio Bano, Eduardo Ascheri, Marcelo Cinto Courteaux y Alberto Daniel Sotomayor. Además, incluye a Roberto Dambrossi y Luis Angel Firpo, del Batallón 601, y al ex jefe de la división de Inteligencia Subversiva Terrorista del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, Jorge Norberto Apa.

En la audiencia del martes 28 de mayo pasado, la declaración ex militar Nelson Ramón González generó conmoción: el ex cabo de caballería aportó información clave sobre los vuelos de la muerte y el mecanismo de secuestros, torturas y desapariciones puesto en marcha por el Ejército desde su accionar en Campo de Mayo.

“Por Campo de Mayo pasaron unas cuatro mil personas que luego fueron arrojadas vivas al mar”, dijo ante los jueces Esteban Rodríguez Eggers, Alejandro De Korvez y Matías Alejandro Mancini, del TOF4.

Para las querellas su testimonio fue un aporte clave. “Fue una reproducción de lo que fue la Sección de Operaciones Especiales, que fue una estructura creada ad hoc por la zona de defensa 4 (del Ejército), que fue la principal fuerza que operó en la Contraofensiva”, explicó el abogado Maximiliano Chichizola, querellante por la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense. El relato del testigo le dio forma a esa estructura, contó su funcionamiento, le dio cuerpo a la prueba testimonial que ya existía en la causa.