La mesa chica que rodea al presidente Mauricio Macri se prepara para una polarización con el kirchnerismo mucho mayor que las contiendas electorales anteriores. La zona de confort política que elige, y sugiere, el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba puede servir de paragolpes ante la mayor obsesión de Cambiemos: la fecha de la finalización de la recesión, que algunos funcionarios de la Casa Rosada pronostican con vencimiento en el «tercer trimestre de 2019», mientras otros auguran un «fin de junio positivo». La hipótesis de una caída sostenida de la actividad económica por seis o diez meses enciende una luz amarilla en el tablero del PRO, porque ese límite roza con las incógnitas que rodean a una foto política clave para la maquinaria electoral del oficialismo. Se trata de la performance que tengan los candidatos a cien días del comicio nacional, es decir, en agosto.

«Hay que ver cómo llegamos a ese momento, y cómo es la situación económica después del invierno», admite un destacado miembro de la mesa electoral de Cambiemos que tiene la atención puesta en la Provincia de Buenos Aires y en el derrotero de María Eugenia Vidal. La gobernadora bonaerense pasó en 15 días de sugerir el desdoblamiento de los comicios locales de los nacionales, frente a un calendario determinado desde fines de febrero por visitas a las urnas en una decena de provincias para elegir gobernador. Hasta ahora en la mayoría de esas disputas locales los candidatos del oficialismo podrían perder ante los postulantes del peronismo, muchos de ellos en busca de su reelección, como es el caso del cordobés Juan Schiaretti, que cambió dos veces la ley electoral provincial para que finalmente haya comicios provinciales el 12 de mayo. Ante esa posibilidad, los defensores del desdoblamiento bonaerense sostienen que una victoria de Vidal en busca de su reelección sería un impulso que fortalecería a Macri en disputa por el mismo objetivo, a nivel nacional y en octubre.

La última encuesta que tienen Macri y Vidal en sus manos aporta contornos llamativos sobre cómo llegarán ambos al tramo de los últimos cien días, siembre bajo los aportes de tres encuestadoras proveedoras de Cambiemos: Poliarquía, Isonomías y Aresco, del consultor Julio Aurelio, histórico por sus bocas de urna para el actual oficialismo. La polarización que aguardan puede ser más espinosa en el Conurbano bonaerense, pero con dividendos compartidos entre la mandataria provincial y la diputada nacional Elisa Carrió, jefa de la Coalición Cívica. Ambas tienen una imagen positiva del 60%, una de las novedades del impacto de la crisis en el electorado bonaerense, ante la caída sostenida de Macri, con «una leve recuperación de los últimos tres meses, en forma contraria a la pérdida de CFK durante el mismo período».

Según las comparaciones, el presidente pasó de 40 a 42 puntos, y la expresidenta registra un 39%, cuatro menos que los 43 puntos que tenía a fines de septiembre. Tanto en la jefatura de Gabinete, que encabeza Marcos Peña, como en los escritorios de Vidal sostienen que CFK llegó a su pico en diciembre, aunque ese diagnóstico no se condice con la duración que le deparan a la recesión. Aun así, en la Casa Rosada insisten en que la performance de CFK «no es subestimable» y que su crecimiento está atado a la evolución de la economía.

No es la única mujer política cuya suerte puede estar atada al derrotero económico. Vidal, en silencio, ya padeció ese fenómeno durante el diseño del Presupuesto nacional, y la provincialización de subsidios al transporte público y de la tarifa social del gas y la luz. «La negociación del Presupuesto nos retrasó mucho, porque tuvimos que absorber 28 mil millones de pesos en subsidios por la extorsión de los gobernadores peronistas», se quejó un alto funcionario provincial para aportar un contorno sobre los costos políticos del ajuste que asumió Vidal. Con esas heridas sin sanar, la idea de desdoblar los comicios bonaerenses también está alimentada por ese malestar y también por la resistencia de la gobernadora a ser la «candidata del ajuste», precisamente la fatalidad que podría atravesar la campaña del año que viene, y que el entorno presidencial buscará evitar por todos los medios posibles.

Por encima de las discrepancias que separan a Vidal de Macri (y mucho más de Peña), en La Plata confirman que ya hicieron consultas a la Justicia Electoral sobre la realización de elecciones desdobladas. Lo hacen con la misma seguridad con la que aseguran que «María Eugenia no quiere seguir en la provincia, si Cristina fuera presidenta». La muestra de fidelidad busca poner en caja las versiones sobre el desdoblamiento, pero también siembran sospechas sobre el interés de la Casa Rosada en profundizar la polarización que más les permita licuar terceros candidatos, como el tigrense Sergio Massa. La otrora «ancha avenida del medio», sería tan angosta como el comportamiento de los indecisos ante un empeoramiento de la situación económica. «