El semáforo se pone en rojo en la esquina de Leandro N. Alem y San Martín, y José Díaz Diez avanza unos metros, bajo el sol, hasta un punto preciso que ya identificó en el medio de la calzada. Lo hizo varias veces en lo que va de la tarde, sin suerte. Pero ahora el colectivo que ha estado esperando baja por San Martín y frena ante la senda peatonal, por donde cruza con paso resuelto ese transeúnte anónimo que también ha estado esperando. Y entonces, en un solo clic, José compendia medio siglo de historia. Ayer y hoy.

No tiene formación académica en historia, arquitectura o urbanismo, tampoco se anima a definirse como un aficionado a la fotografía, pero su tarea, metódica, viene sumando adeptos por miles en su cuenta de Instagram, y además cultiva una necesidad que, en tiempos de pandemia y encierro, se vuelve sanadora: poder mirar la ciudad de otra manera.

La cuenta de Díaz Diez se llama @fotos.antiguas.ba e ilustra el particular berretín de este profesor de tango de 43 años, que empezó coleccionando viejas imágenes de Buenos Aires y que lentamente fue perfeccionando una técnica reveladora: comparar lo que la ciudad alguna vez fue con lo que es hoy. No con melancolía. Más bien con información. Cada comparación va acompañada de un relato que pone en contexto la fotografía antigua e historiza las transformaciones urbanas que desembocan en la imagen actual.

Entonces, por ejemplo, se ven, una sobre otra, una imagen de Caminito, en La Boca, de 1941, con un grupo de niños jugando a la pelota sobre las vías abandonadas del viejo ferrocarril a Ensenada; otra del pasaje en 1965, ya con las casas de chapa pintadas; y otra actual, con el lugar convertido definitivamente en un atractivo turístico.

Lo asombroso de las fotos comparadas es que Díaz Diez se esmera en tomarlas exactamente desde el mismo ángulo y a la misma hora que las imágenes originales, tomando como referencia los edificios o el mobiliario urbano que resistieron al tiempo y permanecen en el lugar, y procurando sumar a la toma actual elementos que realcen la comparación desde el punto de vista cultural o de los avances tecnológicos. Así, en las fotos de Plaza San Martín que ilustran la tapa de este suplemento, el moderno peatón –un típico oficinista que camina desde Retiro hacia el Microcentro– repite el paso del caminante de pelo largo y pantalones Oxford de los ’70, en el mismo lugar de la acera, y el colectivo detenido ante el semáforo también es el 106 y sigue llegando a Retiro desde Liniers, con un modelo de carrocería muy distinto.

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(Foto: Harry Olds)

Cada comparación obliga a mirar con detenimiento. Algunos cambios en la ciudad han sido sutiles; otros, categóricos, como las fotos que comparan el centro antes y después de que la 9 de Julio y las diagonales arrasaran con varias manzanas. Hay decenas de imágenes comparadas en su cuenta de Instagram, fruto del minucioso trabajo de exploración de Díaz Diez.

“Digamos que soy un loco de las fotos antiguas y de la historia de la ciudad –se presenta– En realidad, nada que ver con la fotografía ni con el urbanismo. Soy licenciado en administración de empresas y en comercialización, y trabajé en gastronomía, pero mi gran pasión es el tango. Organizo una milonga hace 13 años. Siempre coleccioné fotos antiguas, primero vinculadas al tango, y enseguida, por extensión, a la historia de la ciudad. Y en un momento abrí la cuenta de Instagram, pero sólo para tenerlas a mano”.

43 años, casado con Olga, una rusa que conoció en la milonga, José cuenta los pormenores de su hobby. “No soy fotógrafo. Fui aprendiendo, es todo super artesanal. Busco el ángulo y la luz exactas. Hay fotos que me obligan a ir cinco o seis veces. Quizás hay un camión estacionado que obstaculiza toda la escena, o no se da la conjunción de personas, autos o lo que sea que mejore la comparación, o simplemente le pifiaste el ángulo. Muchas las vuelvo a hacer: una plaza porteña es una con los palos borrachos o los jacarandás florecidos y otra sin eso”.

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La Avenida de Mayo surcada por coches tirados por caballos en una vieja postal y por motoqueros hoy; el Puerto Madero de los silos y el de los rascacielos; la General angosta y parquizada o henchida de carriles; o el Correo Central recortado sobre el río, hoy CCK enmarcado por torres de oficinas. Las imágenes comparadas explican décadas de historia ciudadana.

“Al principio tenía 300 seguidores, sólo amigos y conocidos. Pero se ve que lo de las fotos comparadas empezó a gustar –dice José–. Y ahora son 185 mil. Así que cada tanto me subo al DeLorean y viajo al pasado.”


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Para ver la ciudad en la web

Instagram está repleto de cuentas que recopilan imágenes urbanas. Aquí, tres escogidas que ilustran la heterogeneidad del rubro.

@buenosaires.ar
reúne la producción fotográfica de Martín “Tincho” Hernández y ya tiene 296 mil seguidores. En 2017, recorrió los 48 barrios porteños en 48 semanas, y un año después la cuenta fue declarada de interés cultural.

@agnargentina
La cuenta del Archivo General de la Nación es otra de las imprescindibles de Instagram, con fotos y videos que reúnen toda la historia del país.

@thewalkingconurban
es una extraña perla en la red, con 129 mil seguidores y fotos de antojadiza arquitectura que pretenden revelar “un paraíso post apocalíptico a minutos del Obelisco”