Esta semana se conoció finalmente el balance 2019 de Vicentin, que reflejó la situación previa a su declaración de default, el más importante en la historia del agro agentino. A pesar de las expectativas, su presentación sembró más dudas que certezas como consecuencia de serias inconsistencias que agigantan sospechas sobre maniobras irregulares: desde el hecho que el propio auditor contable se abstuvo de convalidar las cifras hasta lo inverosímil que resulta una reducción patrimonial de U$S 900 millones en tres meses. Por estas horas, la hipótesis más fuerte entre quienes vienen siguiendo el caso es que la agroexportadora ajustó en el último ejercicio lo que debería haber ajustado en los anteriores, una alternativa que pone en el ojo de la tormenta a KPMG, la consultora internacional que auditó los balances previos.

Los estados contables en cuestión corresponden al 31 de octubre de 2019. Tres meses antes, Vicentin presentó su informe trimestral ante los bancos extranjeros, donde mostraba una solidez similar a la del ejercicio cerrado el 31 de octubre de 2018. Entre esta última foto y la de julio de 2019, los negocios de la empresa parecían funcionar como siempre, pero en los 90 días siguientes se derrumbaron como un castillo de naipes.

Según el balance 2019, la compañía tuvo una pérdida neta durante el último ejercicio por $ 52.536 millones, con un patrimonio negativo de $ 17.502 millones. El directorio repitió los argumentos  que viene dando desde el 4 de diciembre pasado, cuando anunció su «estrés financiero»: la sequía de 2018, el deterioro de las condiciones financieras del país, la eliminación del diferencial de exportaciones y la devaluación pos Paso.

¿Casi U$S 1000 millones de pérdida solo se explican por las razones esgrimidas por el directorio? ¿El colapso responde exclusivamente a factores externos a la firma o el armado de una red de empresas en el extranjero en los años previos indica la existencia de una estrategia de vaciamiento premeditado? ¿Cómo es posible que Vicentin haya tenido esos números y la competencia no? Estas preguntas se repitieron durante toda la semana entre los damnificados por el default.

Del cielo al infierno

«En ningún momento hubo una luz amarilla. Fue directamente de verde a rojo», comentó un referente de la banca extranjera. Entre el 31 de julio y el 31 de octubre de 2019 la agroexportadora dijo pasar de un patrimonio neto de U$S 615 millones de dólares a otro negativo de U$S 292 millones: en cada uno de esos 90 días la compañía perdió U$S 10 millones de dólares.

El del patrimonio neto no es el único ítem que llama la atención. La relación entre los rubros Bienes de Cambio y Cuentas por Cobrar también sigue siendo muy objetada, por cuanto ambas tienen un comportamiento negativo entre julio y octubre. Vicentin dice haber reducido sus existencias de U$S 714 millones a U$S 121 millones sus existencias en tres meses. Lo lógico sería que esos valores que ya no están se vean reflejados en las cuentas de créditos por ventas, pero no: pasaron de U$S 252 millones a U$S 249 millones.

«¿Dónde están esos millones?», se pregunta el abogado penalista Gustavo Feldman, que representa a Cuatro Hojas SA, una firma cordobesa a la que Vicentin le dejó debiendo $ 125 millones por compra de granos. Su estudio inició varias demandas, una de ellas en el fuero penal rosarino, donde la Unidad de Delitos Económicos y Complejos del Ministerio Público de la Acusación ya inició una investigación por posible estafa.

Ni siquiera el propio auditor contable se atrevió a dar fe de las cifras. El contador Mario Aníbal Sandrigo, socio del estudio W. H. Correa & Asociados (con asiento en Reconquista), firmó así: «No estamos en condiciones de expresar una opinión de auditoría sobre los estados de resultado, de evolución de patrimonio neto y de flujos de efectivo de Vicentin SAIC».

En el ojo de la tormenta

La versión que cobró más fuerza esta semana fue que Vicentin hizo en este balance lo que debería haber hecho en sus estados contables anteriores: reflejar su real estado de situación. «No hay ninguna duda que mintieron antes», asegura una fuente con estrecha vinculación con la agroexportadora. Esa hipótesis ya había sido recogida meses atrás por un grupo de acreedores comerciales, quienes presentaron una demanda en la justicia rosarina contra KPMG, la consultora internacional que auditó los balances previos de Vicentin.

La acusación contra KPMG era una fija tras la exposición de las siderales diferencias, que ahora se hicieron más visibles pero que ya estaban en el expediente del concurso preventivo. En un escrito presentado ante el juez de la convocatoria, la compañía informó oficialmente que sus servicios finalizaron el pasado 6 de abril, cuando Vicentin no le pudo suministrar información «que requeríamos para poder continuar».

Algunos allegados a la causa se aventuran a pensar en Vicentin como un nuevo caso Enron, la firma estadounidense que se vio sumida en un escándalo a principios del siglo, tras comprobarse una serie de fraudes contables. Su crisis no solo la llevó a la quiebra sino que también arrastró a Arthur Andersen, que era una de las cinco grandes de la auditoria mundial y terminó disolviéndose cuando una corte la encontró culpable. El hecho motorizó cambios profundos en las prácticas contables, del mismo modo que el default de la agroexportadora había hecho pensar meses atrás en posibles modificaciones en el mercado de granos, una posibilidad hoy descartada. «