La posibilidad de desdoblar las elecciones bonaerenses de las nacionales tuvo escasos tres meses de existencia dentro de la mesa chica del PRO que encabeza el presidente Mauricio Macri. El fuego que aceleró su desenlace está alimentado por el espejo amargo que arrojaron las primeras encuestas del año. Es, además, el resultado del «operativo unificación» que lanzó la Casa Rosada hace dos semanas, luego del intento oficial por disciplinar a otros dos mandatarios radicales de Cambiemos que no ocultan sus intereses «desdobladores»: el mendocino Alfredo Cornejo, que además es titular del Comité Nacional de la UCR, y el jujeño Gerardo Morales.

 Ambos se negaron a unificar sus elecciones durante una reunión convocada por el Presidente durante su descanso intermitente en Villa La Angostura. El líder del PRO se los pidió: nunca un presidente buscó su reelección con una boleta separada de sus candidatos a gobernador. El planteo, admiten en Balcarce 50, no pasa por la importancia que Macri le otorgue a sus socios boiniblancos sino por la relevancia de la marca Cambiemos y los cinco distritos que gobierna.

Dos de los tres caciques provinciales de la UCR le dijeron que no y postdataron su respuesta a que Macri ordene su tropa, especialmente a Vidal, que habilitó desde noviembre del año pasado la posibilidad de separar su candidatura por un segundo mandato. Dentro del macrismo, es la primera vez que uno de sus principales candidatos toma distancia de una directiva de su fundador, mentor y regulador final de las decisiones adoptadas.

Vidal mantuvo hasta este martes la jugada más audaz que pudo tener Cambiemos en la disputa por el distrito electoral más importante del país. Un atributo escaso en el PRO y también en los socios menores del oficialismo.

El cierre de ese debate interno le pone un techo definitivo a las posibilidades de Vidal de consolidar un liderazgo que no esté atado al futuro de Macri. También de las posibles consecuencias electorales que coseche la política económica nacional, un punto de divergencias con Vidal. Su perfil en el establishment es tan bueno como inquietante para Macri, especialmente desde que un sector de empresarios se animó a plantear una alternancia del PRO entre el Presidente y la mandataria bonaerense.

Luego de los coletazos de dos corridas cambiarias, el regreso al FMI con un endeudamiento inédito y las primeras señales de una extensa recesión, Vidal implicó la posible salida ante la previsible erosión del ajuste en el electorado, especialmente de las clases medias urbanas. Una ventaja sustentada, actualmente, en los diez puntos que la gobernadora tiene por encima del Presidente en imagen positiva, con variaciones en los márgenes de intención de voto.

Este martes por la tarde Vidal enterró esa posibilidad en una reunión con Peña, que no se concretó en la Casa Rosada para preservar a la gobernadora de una exposición negativa: como rotunda derrotada de un duelo que en diciembre incluyó acusaciones de encuestas apócrifas en contra de la hipótesis del desdoblamiento. Entre los escarceos de diciembre y la foto minuto a minuto del cierre de enero están las confirmación del impacto negativo de la recesión.

Para los observadores más escépticos concluyó una puesta en escena que, tarde o temprano, iba a diluirse ante el decálogo de argumentos en contra: desde los costos operativos por la cantidad de visitas al cuarto oscuro que podrían llegar a cinco, la derogación de las PASO para reducir esa repetición y las dificultades de comunicar todos esos componentes ante una crisis económica donde el humor social podría degradarse aún más. Temas técnicos que crecieron como obstáculos insondables cuando quedó en evidencia que el desdoblamiento desautorizaba a Macri, lo desprotegía y encerraba un germen de rebeldía de Vidal.

Por el contrario, los adoradores del desdoblamiento sostienen el legado un «vidalismo» incipiente, prohijado por intendentes propios, radicales y un grupo de jefes comunales peronistas que nunca pegaron el salto hacia Cambiemos.

Con Vidal adentro del operativo unificación, el Gobierno buscará hacer valer ese disciplinamiento a los socios radicales. El partido centenario está atravesado por internas espinosas en distintos puntos del país, como Córdoba y Santa Fe, donde Macri no logra ordenar la alianza oficialista.

Más adentro de la frontera con el radicalismo, el final del tironeo por el desdoblamiento aclaró los contornos adentro del PRO y los roles de cada protagonista de la disputa. Vidal adoptó la decisión final solamente acompañada por su jefe de Gabinete, Federico Salvai, mientras que el ministro coordinador, Marcos Peña, logró imponer su posición respaldado por Macri. En la Casa Rosada y en La Plata dicen que quedaron «todos contentos». Una señal discursiva que anuncia el comienzo de la «pre campaña» de Cambiemos a nivel nacional. Se extenderá hasta las PASO y buscará sortear los resultados negativos en los comicios desdoblados de unas 14 provincias.