El presidente turco anunció el inicio de su ofensiva en el norte de Siria con todas las previsiones de un tema delicado para la estabilidad del Medio Oriente. Dijo que el ataque se produjo luego de informar detalladamente a los mandatarios de Estados Unidos y Rusia. Eso no impidió el rechazo generalizado de los líderes europeos, que de pronto vieron reducida su influencia en la región a casi cero.

«Las bases y los puestos de observación de nuestros Aliados en el área de la operación no serán objetivos. Los canales de comunicación militar para impedir conflictos permanecerán abiertos y en funcionamiento. Tomamos medidas inmediatas para informar a la comunidad internacional sobre los antecedentes, las bases legales y los objetivos de esta operación», dice un comunicado oficial del gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

Trump, a su turno, señaló que tras el retiro de tropas, no hay soldados estadounidenses en el área bajo ataque de los turcos en Siria y se jactó de que habían cumplido con la tarea de derrotar al Califato de ISIS, algo que no es tan así ya que en el campo de batalla estuvieron también rusos y sirios.

«Ahora los turcos están atacando a los kurdos, contra quienes pelearon por 200 años», agregó. Y ante las primeras críticas por semejante pasividad, consideró que Estados Unidos tiene tres caminos por seguir: «Enviar miles de tropas y ganar militarmente, golpear a Turquía muy duro financieramente y con sanciones, ¡o mediar en un acuerdo entre Turquía y los kurdos!».

No parece que el tema se soluciones con el voluntarismo de un mediador. Por lo pronto, la dirigencia de la Unión Europea no acepta dejar las manos libres a Erdogan para que rediseñe la región. Y el presidente turco no se quedó atrás. «Si intentan presentar nuestra operación como una invasión, abriremos las puertas y les enviaremos 3,6 millones de migrantes», se descargó.

Para Trump, Turquía es un miembro de la OTAN, algo que pretenden ignorar en Bruselas, y por lo tanto no se trata sólo de amenazar con sanciones, como le piden adentro y afuera. «Estoy tratando de poner fin a las guerras sin fin. Hablando a ambos lados. Algunos quieren que enviemos decenas de miles de soldados al área y comenzar una nueva guerra de nuevo». Algo que no quiere hacer.

De todas maneras, su flamante asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, declaró haberle dejado en claro a Erdogan «desde el principio que la invasión de Siria fue una mala idea. No respaldamos la operación militar. No estamos involucrados en la operación militar».

La ofensiva contra las milicias kurdas provocó ya un éxodo de al menos 100 mil civiles y una cifra no precisada de muertos. La preocupación de los dirigentes europeos es que sea al inicio de una nueva oleada de inmigración forzada de un pueblo que ahora se siente traicionado por EE UU. «