A Diego Valeri, en Estados Unidos, le dicen el Maestro. El volante que nació hace 30 años en Valentín Alsina ya lleva seis temporadas en el la Major League Soccer. Es el enganche, el capitán, el goleador y el referente del Portland Timbers, el equipo con el que fue campeón en 2015 y que ahora lidera la conferencia del Oeste en una liga que cada vez invierte más millones y recibe más figuras. Por su peso en Portland y por su personalidad, Valeri se volvió casi un diplomático en el proceso permanente de futbolización que se vive en Estados Unidos desde hace más de 20 años. «El club va a las escuelas y promueve unas clínicas para acercar el fútbol a todos los sectores de la sociedad. Yo acompaño porque me da mucho placer ser un referente de este juego que es el fútbol y aportar lo que uno trae de Argentina a los más chicos o a los más jóvenes. Yo me formé como jugador del fútbol argentino. De esa manera también estoy llevando un poco de mi país a este proceso de promover el fútbol acá», explica por teléfono el ex Lanús, en el mediodía de la costa pacífica, mientras hace tiempo hasta que llegue la hora de ir a buscar a su hija a la escuela.

–Te convertiste en un referente de la Liga. Hasta David Villa te felicita por Twitter.

–Fue un halago, pero eso fue porque lo conocí en una presentación que hicimos para la MLS. Me pareció una persona excelente y creo que me escribió por eso, por cómo nos llevamos ahí. No hay mucho contacto con las figuras, solo cuando jugamos. Le hace bien a la Liga que lleguen jugadores como Villa, que el año pasado fue MVP y goleador de su equipo. Esa clase de nombres vienen con humildad y con ganas, y le hace muy bien a la Liga. Cuando vine a la MLS sabía que iba a crecer y creo que lo está haciendo.

–¿Cómo es ese proceso para futbolizar la sociedad?

–Este país es muy diferente al nuestro. Para nosotros, en Argentina, el fútbol es un hecho cultural. Y sabemos lo que significa en la mayoría de los países de Sudamérica. Acá, obviamente, hay otros deportes que están más desarrollados y atraen a la masa de la gente. Pero son muchos más habitantes que nosotros y hay público para todo. De a poco se va instalando: los chicos quieren jugar al fútbol. En Argentina, los clubes son una cuestión social, acá no es así porque tienen dueños y hay una liga que creó todo y que lleva adelante la promoción del juego con inversión de dinero. La organización la están haciendo muy bien, con los clubes ayudando en sus Estados a fomentar que los chicos jueguen al fútbol, elijan este deporte. Me alegra ser parte de esta historia.

–Desde el Mundial del ’94 que se dice que EE UU va a ser potencia en fútbol. Pasan los años y no sucede. ¿Será?

–Si decimos por potencia que gane un Mundial o llegue a una final, seguramente va a pasar por la calidad de los jugadores que hay y por la diversidad cultural que existe acá. Es un país muy grande y tiene que pasar mucho tiempo para que ellos formen una identidad y se hagan mucho más competitivos. Pero cada vez demuestran que se van a afirmando más. En algún momento, Estados Unidos se va a acomodar entre los más fuertes del mundo. Depende de que se forme una generación que arme un gran equipo, como le pasó a España, o como lo estamos viviendo ahora con Argentina, que llegamos a tres finales. Esos son dos países con mucha historia en el fútbol, a Estados Unidos le falta un poco de eso, de tradición. Pero por cómo se vive el deporte acá y por la estructura que tienen para mejorar, en algunos años vamos a ver una selección de Estados Unidos que en los mundiales será protagonista.

–Es una liga llena de argentinos (24) y de estrellas como Kaká, pero que igual parece no instalarse para los futboleros. ¿Cómo es la MLS?

–Es una liga entretenida. Es verdad que por ahí en Argentina no se ganó el respeto que se merece, pero creo que con el tiempo se lo va a ir ganando. Van llegando nombres de muchísima categoría que hacen que le prestemos más atención. Es muy competitiva de principio a final, los jugadores son dinámicos, los partidos son abiertos y los equipos suelen arriesgar porque la idea es pensar en el arco rival.

–¿Le falta clima?

–La mayoría de los equipos llenan los estadios. Portland es una ciudad de fútbol, son tan pasionales como lo somos en Argentina. La gente, sobre todo en edades jóvenes, entre los 18 y los 40 años, está cada vez más focalizada en el fútbol, en mirarlo o en jugarlo. No tienen la locura nuestra, que por ahí un resultado cambia el humor de la ciudad, pero en el momento del partido y en el amor al club tienen un sentimiento igual que el nuestro. Cuando jugamos de local es un placer. Más allá de la pasión, la gente es muy respetuosa y valora al jugador más allá de los resultados.

–¿Cómo se ve desde lejos el fútbol argentino?

–El jugador, lamentablemente, es el último eslabón. Y se ve afectado. Es parte de la improvisación, de que no haya una política a largo plazo. Me parece que es un buen momento para empezar de nuevo por lo que significa el fútbol en la Argentina y por lo que significa el futbolista a nivel social. Nosotros tenemos que tomar conciencia de que el futbolista tiene que ser un buen modelo, de que es importante para la sociedad. Inevitablemente eso pasa porque por mayor o menor alcance que uno tenga, termina siendo ejemplo de otros chicos. Y en la medida en que uno esté preparado para eso, mejor. Sobre todo a los jóvenes que ven un modelo y quieren imitar o seguir a alguien, que muchas veces es un futbolista.