Desde el regreso de la democracia en 1983, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) contabilizó más de 200 desaparecidos “con intervención estatal previa”. El caso de Facundo Astudillo Castro, el joven que falta desde el 30 de abril cuando salió de su casa en Pedro Luro, en el sur de la provincia de Buenos Aires, actualiza, por un lado, una práctica aberrante de miembros de las fuerzas de seguridad y, por otro, el reclamo de todas las familias que todavía buscan, sino ya al ser querido, al menos una respuesta de las instituciones.

“La principal similitud entre el caso de Facundo y el de Daniel Solano es el despliegue de un protocolo berreta de encubrimiento, con filtraciones de testimonios truchos que buscan desviar la investigación”, explica el abogado Leandro Aparicio, quien representó a la familia del trabajador golondrina salteño desaparecido en Río Negro y hoy trabaja, junto a Luciano Peretto, en el asesoramiento legal de la madre de Facundo.

Solano, de 27 años, había viajado desde Tartagal hasta el Valle Medio para trabajar en la temporada de cosecha de manzanas. El 4 de noviembre de 2011, tras un reclamo salarial a Agrocosecha SRL, una empresa al servicio de la multinacional belga Expofrut, Daniel fue a bailar a un boliche de la zona donde un grupo de policías lo secuestró y lo mató. Gualberto Solano, el padre, se instaló en una carpa frente al juzgado de Choele Choel en reclamo de justicia. Murió sin poder cumplir el deseo de encontrar a su hijo y llevarlo a su casa.

“Lo típico –dice Aparicio– es que aparezca un testigo y diga que vio a la víctima en algún lado. En el caso de Facundo, durante el rastrillaje en Mayor Buratovich, casualmente cayó una policía para decir que ella lo había llevado hasta Teniente Origone, y entonces todo el operativo se mudó para allá. Los medios también hacen su parte cuando difunden fake news, y hablan de que lo vieron en Bahía Blanca. El poder siempre se involucra en estos casos”.

Días complicados

Viviana Alegre reconoce que muchas veces intentó comenzar una carta para Cristina Castro, pero no pudo. “Es muy duro remover todo”, dice. Viviana es madre de Facundo Rivera Alegre, más conocido como el “rubio del pasaje”, desaparecido desde el 19 de febrero de 2012 luego de un baile en el Estadio del Centro, en Córdoba. La justicia concluyó que se trató de un homicidio relacionado a la venta de droga y en agosto de 2015 condenó a Pablo Rearte a 12 años de prisión, y declaró la participación de un menor como autor material del crimen. Sin embargo, al igual que en el caso Solano, el juicio no dejó conforme a la querella.

“Solo la policía tiene la estructura necesaria para hacer desaparecer a una persona”, afirma Viviana, y agrega: “Son días complicados, porque la casualidad de que los dos se llaman Facundo es muy fuerte y genera desazón, furia, tristeza. Yo tuve que reforzar la terapia. Lo que le digo a Cristina es que siga buscando y nombrando a su hijo, porque cuando vos no lo nombras, el desaparecido se muere”.