Fernando Stefani es uno de los científicos más reconocidos del país. Su trabajo en el campo de la nanotecnología y la microscopía óptica lo hicieron acreedor de galardones en todo el mundo. En julio fue reconocido entre 26 mil científicos de 141 países por la Fundación Alexander von Humboldt, tras un pedido del Nobel de Química, Stefan Hell, y esta semana, la revista especializada Physics World ubicó su investigación en microscopios de fluorescencia de máxima resolución como uno de los diez mayores avances del año para la Física.

Se trata de una nueva metodología que logró superar el límite de visualización que hasta ahora se daba en los microscopios de fluorescencia, generando una resolución inédita en células vivas. Permite ver detalles de un nanómetro, diez millones de veces más pequeños que un centímetro. El trabajo es llevado a cabo por un equipo internacional dirigido por el propio Hell, que tiene entre sus principales integrantes a Stefani, actualmente investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y vicedirector del Centro de Investigaciones en Bionanociencias «Elizabeth Jares Erijman» (CIBION). Cuando se le pregunta por el estado actual de la ciencia argentina, sabe de qué habla. Y lo enfatiza: «Es alarmante. Porque el financiamiento se viene recortando sistemáticamente desde 2016».

–¿En qué consiste la microscopía de superresolución?

–Desde hace unos 20 años se comenzó a desarrollar técnicas que permiten obtener imágenes de fluorescencia con una resolución mucho mayor. A ellas se las llama microscopía de superresolución, o nanoscopía. Por este desrrollo se otorgó el Nobel de Química en 2014 a Stephan Hell, que es colaborador nuestro. En la actualidad, las nanoscopías de fluorescencia se están convirtiendo en la herramienta predilecta para visualizar sistemas biológicos, porque te dan un nivel de detalle mucho mayor. Entonces uno puede ver cómo se organizan proteínas dentro de una célula, cómo interactúan entre sí, y se empieza a investigar la distribución espacial de estas proteínas, que es algo que no se podía hacer en condiciones naturales. Entender con mayor detalle cómo funcionan sus células. El trabajo destacado por la revista Physics World es un avance mayor en este sentido, que publicamos en enero de este año. Permite alcanzar una resolución espacial de un nanómetro, que es el tamaño de las moléculas fluorescentes. Es decir, logramos una resolución espacial que es igual o superior al tamaño de la fuente de luz. La máxima resolución para un método óptico. 

–¿Cuál es el estado actual del financiamiento del área de ciencia y tecnología?

–Es alarmante. 2016 fue un año de recortes de hecho, por la inflación y la devaluación. Para 2017, el Ejecutivo aplicó un recorte de manera planificada en todo Ciencia y Técnica de alrededor del 15% en promedio, y para 2018 nuevamente se vuelve a planear una disminución del 16 por ciento. La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, encargada de financiar proyectos en todo el país, viene perdiendo presupuesto sistemáticamente. Medido en dólares, el planeado para 2018 es casi la mitad que el que tuvo en 2014. Es triste ver cómo se van desarmando programas, haciendo menos actividades, cómo se impulsa a los jóvenes a irse nuevamente del país porque las oportunidades acá se reducen. 

–¿Cómo ve la posición del gobierno en este tema?

–En sus discursos dice que su objetivo es impulsar la inversión privada, lo cual está muy bien, pero lo que no entiendo es cómo se la va a impulsar cuando la señal que se envía es reducir la inversión y recortar programas. Al nivel que se invierte hoy es prácticamente imposible que la ciencia y la tecnología impacten en el PBI nacional (hoy es la mitad que Brasil y hasta siete veces menos que en los países más innovadores). El gobierno actual está muy enfocado en ahorrar y se desentiende del rol del Estado como inversor principal. Hay un modo de reducir el déficit verdaderamente beneficioso: no recortando gastos, sino realizando actividades económicas con mayor valor agregado. Lo dañino de interrumpir la inversión en ciencia es que los ciclos de la actividad científica son mucho más largos que los ciclos económicos. Para formar un investigador se requieren 15 años. Si además uno pretende que su hallazgo tenga impacto en una actividad productiva hacen falta tiempos aún más largos. Hace unos 12 años la Argentina comenzó ese proceso de reinvertir, volver a educar gente en estas áreas. Si eso se interrumpe, se desperdicia la inversión realizada. Además, no continúa aquí, pero sigue en otro lugar del mundo, y terminamos comprando esa tecnología más adelante.  «

Argentina, en lo alto de la Física mundial

Otros dos proyectos que figuran entre los diez mayores avances de la Física en 2017, tienen la participación de investigadores argentinos. De la primera observación de luz emitida por el choque de dos estrellas de neutrones, formaron parte Mario Díaz, Lucas Macri y Diego García Lambas, director del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental. 

Y la revelación de que los rayos cósmicos de alta energía provienen de fuentes ubicadas fuera de la Vía Láctea se inscribe en la llamada Colaboración Pierre Auger (nombre del observatorio de Malargüe, en Mendoza), de la que participaron 400 científicos de 17 países, entre ellos Beatriz García y Esteban Roulet, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), organismo que en 2018 tendrá un recorte presupuestario del 37 por ciento.